El compost es un abono con nutrientes que se obtiene mediante un proceso aerobio y natural, con la ayuda de los microorganismos y descomponedores del suelo. Permite abonar el jardín o las plantas, de una manera más respetuosa con el medio ambiente que los fertilizantes químicos. Además, no hay malos olores, ni putrefacción. Su fabricación ayuda a disminuir la cantidad de residuos orgánicos que son depositados en la basura. Con 100 kilos de residuos orgánicos podemos obtener hasta 30 kilos de compost.
Son muchos los beneficios que tiene el compost casero para nuestro Planeta. El más importante de todos es el cierre del ciclo de la materia orgánica. Con el compostaje doméstico estamos recuperando un recurso valioso para nuestros suelos escasos de materia orgánica con unos desechos que no se destinan a vertederos ni incineración. Contribuimos así a desterrar nuestro sobreconsumo lineal de extraer, consumir y tirar. Además, el compost sustituye el uso de fertilizantes y plaguicidas químicos, por lo que contribuye a evitar la contaminación derivada de la petroagricultura. Si hablamos de cifras, la Unión Europea asegura que una buena gestión de los residuos biodegradables puede proporcionar beneficios ambientales, sociales y económicos: se ahorrarían decenas de millones de euros y hasta 44 millones de toneladas de emisiones de CO2 equivalente.
Se debe tener en cuenta que el proceso de compostaje dura, como mínimo, unos cuatro meses. Durante la transformación, se pueden distinguir las siguientes fases, marcadas por la diferencia de temperatura que aparece en cada una de ellas:
1.- Fase mesófila: ocurre desde que aportamos los primeros restos orgánicos hasta que se alcanza una temperatura de aproximadamente 40ºC. La pila se va poblando de microorganismos que empiezan a descomponer los restos orgánicos. Esta primera fase dura entre dos y ocho días.
2.- Fase termófila: la actividad microbiana comienza a generar calor y la temperatura aumenta hasta llegar a los 60-70 ºC. Esta temperatura higieniza el medio, eliminando larvas, patógenos y esterilizando las semillas. Según se va descomponiendo, disminuye la actividad bacteriana, y con ella la temperatura. En esta etapa, los materiales pierden su aspecto original y se observa una gran disminución del volumen del montón, lo que permitirá realizar nuevos aportes a la compostera.
3.- Fase de maduración: se da cuando el montón alcanza la temperatura ambiente. Tras el periodo de enfriamiento y una vez que la producción del compost se ha completado, llega el momento de la maduración. Esta última fase se produce a temperatura ambiente y permite la consolidación de nuevas moléculas. El compost madura y suma nuevas poblaciones microbianas, así como anélidos, ácaros o insectos que completan la transformación. Este compost tiene textura granular, color oscuro y olor a tierra de bosque.
A lo largo del proceso tenemos que tener en cuenta tres factores fundamentales:
Temperatura: El proceso debe llegar hasta los 50-70ºC. Debemos notar que el montón está caliente e incluso podemos ver que desprende vaho.
Oxígeno: Los organismos que actúan en el proceso de compostaje son aeróbios, por lo que necesitan oxígeno. La correcta proporción de los distintos materiales y removerlo periódicamente asegurará el aporte de oxígeno, y garantizará que no aparecerán malos olores.
Humedad: La proporción de los materiales asegura, también, la suficiente humedad. Puede ser que en verano el montón se nos seque, lo que se puede remediar con pequeños riegos teniendo en cuenta que no lo encharquen.