“Solo se ve lo que se mira y solo se mira lo que se tiene en la mente”
ALPHONSE BERTILLON
25 N 2024
Este 25 de Noviembre se han llevado a cabo diferentes actividades en el centro. Comenzamos con la instalación en la fachada de vestidos rojos, 42, uno por cada una de las mujeres asesinadas por violencia de género este año (cifras oficiales). Es nuestra forma de visibilizar y recordar a estas mujeres. En el interior se han colocado 42 etiquetas rojas, con los nombres, edades y lugares de residencia de las víctimas, para que no caigan en el olvido, para que no sean sólo números.
Por otra parte se presentó la campaña de sensibilización ¿Por qué? y el vídeo en el que los vestidos rojos salen a la calle para visibilizar por todo el municipio esta lacra social, actividad esta última realizada de forma conjunta con la Asociación Feminista Colectivo Sórico de Torrox.
O, dicho con otras palabras, la mente ve lo que quiere ver, cada persona construye su propia realidad y ve lo que quiere creer, que, en realidad, es lo que le interesa creer. Por ejemplo, ante las preguntas ¿Existe la igualdad entre hombres y mujeres? ¿Hombres y mujeres tienen el mismo valor?... podemos creer que sí y así vivir al margen de la realidad sin más preocupaciones… o creer que no y actuar. Si me preguntan qué veo y creo yo, puedo decir que la igualdad entre hombres y mujeres, hoy en día, es inalcanzable mientras exista un solo caso de violencia de género (la mayor expresión de desigualdad), mientras se considere normal esta clase de violencia, mientras que, en España, por ejemplo, solo el 1% la considera un problema grave según el CIS, mientras haya parte de la sociedad que la niega o la justifica, mientras que… Ante esta “ceguera” temporal o permanente, solo veo que únicamente podremos erradicar la violencia de género si dejamos de ser partícipes de alguna forma en general y si generamos una conciencia crítica en particular… el objetivo prioritario de este cortometraje.
Desde 1995, Naciones Unidas reconoce la violencia de género como uno de los principales obstáculos para el abordaje de la libertad, el desarrollo y el disfrute de los derechos de la Mujer. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) la define como «todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada». Para la ONU, es el crimen encubierto más frecuente del mundo. Estima que el 35 por ciento de las mujeres han sido víctimas de violencia física y/o sexual por parte de su compañero sentimental o violencia sexual por parte de una persona distinta a su pareja en algún momento de su vida, es decir, “al menos una de cada tres mujeres y niñas en todo el mundo sufre violencia de género a lo largo de su vida”. En España, según la última Macroencuesta de Violencia contra la Mujer (2019) una de cada dos mujeres ha sufrido violencia de género en alguna de sus formas por ser mujer. La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, aprobada por unanimidad, en su artículo 1.1., define la violencia de género como aquella que, “como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”, y comprende “todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad.” Más adelante, la Ley 13/2007 de 26 de noviembre, de Medidas de Prevención y Protección Integral contra la Violencia de Género, define el concepto de violencia de género o violencia machista como “Toda conducta que atenta contra la dignidad e integridad física y moral de las mujeres por el hecho de serlo, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres”, y añade que “La violencia comprende cualquier acto de violencia basada en género que tenga como consecuencia, o que tenga posibilidades de tener como consecuencia, perjuicio o sufrimiento en la salud física, sexual o psicológica de la mujer, incluyendo amenazas de dichos actos, coerción o privaciones arbitrarias de su libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada”. Por su parte, la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género la considera como una de las manifestaciones más claras de la desigualdad, subordinación y de las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, invisible durante décadas.
Si trasladamos estas definiciones a la realidad, según el Instituto Nacional de Estadística, el número de mujeres de 14 y más años víctimas de violencia de género aumentó un 2,0% en el año 2019, hasta 31.911. Concretamente, un total de 719 jóvenes menores de 18 años han sido víctimas de laviolencia machista en 2019 aumentando un 6,2% respecto al año anterior, a la vez que ha crecido en un 21,4% el número de hombres menores de edad denunciados por violencia de género, siendo esta última la tasa que mayor subida ha experimentado. La Fiscalía General del Estado alertaba en su memoria anual de 2018 del aumento “inquietante” y “preocupante” de la violencia de género y de los abusos y agresiones sexuales entre menores: “Existe una inequívoca tendencia al incremento de la violencia entre menores, adolescentes y jóvenes. Esta tendencia se refleja tanto en el ámbito doméstico como en las relaciones sentimentales iniciadas a una edad cada vez más temprana, y que se asientan sobre pautas de control y dominación del chico sobre la chica”. En esta misma línea, Save the Children ha alertado a través de sus redes sociales de que la violencia en adolescentes es una de las que más crece. De las investigaciones y estudios impulsados por la propia Delegación de Gobierno para la Violencia de Género, como el estudio Menores y violencia de género realizado por la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y las Macroencuestas de Violencia contra la Mujer 2015 y 2019, se desprenden que la población adolescente también reproduce la violencia de género en sus relaciones de pareja, aunque ellas perciben más esta violencia como víctima, mientras que ellos admiten ejercerla en menor medida, a la vez que la justifican en mayor proporción. Ambos estudios coinciden en que el sexismo, entendido como la ideología que sustenta las actitudes machistas, persiste entre los y las jóvenes, que la población joven percibe menos que las personas adultas la desigualdad entre hombres y mujeres, que no tienen conciencia del riesgo de las nuevas tecnologías y que, se normalizan las conductas menos extremas de maltrato, como el control o los insultos. Para medir la incidencia de la violencia de género en los y las jóvenes, Carmen Ruiz Repullo, en su estudio “Graduando violencias cotidianas” tiene en cuenta indicadores como el control, el aislamiento, los celos, las descalificaciones y humillaciones, el acoso, la manipulación emocional, las amenazas, la indiferencia afectiva y la presión y negligencia sexual, llegando a la conclusión que son las chicas más mayores las más afectadas por estos indicadores. En su estudio, la población adolescente afirma mayoritariamente que las relaciones que establecen son insanas. Una parte importante de la adolescencia acepta el amor romántico y sus mitos, como el de los celos como muestra de amor, el mito de la media naranja, el del sufrimiento como señal de amor, así como que las personas cambian por amor. Estas falsas creencias influyen más en las chicas en edades más tempranas que en los chicos, disminuyendo con la edad en ellas y aumentado en ellos, quienes llegan a legitimar con ello algunas actitudes como el control, el sufrimiento, el aislamiento, el acoso, etc. Igualmente, en cuanto al uso de las redes sociales y las aplicaciones móviles coinciden en que controlar, chantajear, prohibir o amenazar son frecuentes, pero culpabilizan a las propias aplicaciones y no a su forma de relacionarse afectiva y sexualmente. Con todo, la autora afirma que la adolescencia “normaliza” muchas situaciones de maltrato que pasan desapercibidas coincidiendo así con otras investigaciones como Andalucía Previene del Instituto Andaluz de la Mujer.
Como hemos mencionado anteriormente, el día 25 de noviembre es una fecha clave en nuestro centro, pues es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, y es uno de los elementos que más se trabajan en el centro desde hace años, pues entendemos que sigue siendo una lacra social y que hay que aunar todos los esfuerzos posibles para eliminarla. De hecho, es parte de los currículums educativos la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres y el rechazo de la violencia contra las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres.
NUESTRAS INSTALACIONES DE LAS FACHADAS EN MEMORIA DE LAS MUJERES ASESINADAS POR VIOLENCIA DE GÉNERO