El jueves 11 de mayo se celebraró la clausura de las I Jornadas de la Red de Espacios educativos IDEA en la Residencia Escolar San Roque (San Roque Cádiz) con la participación la Escuela de Hostelería, el Conservatorio de Música y diez centros educativos de la provincia de Málaga.
Diseñamos el espacio y este nos construye. En una relación bidireccional que se retroalimenta, creamos el espacio y este de algún modo nos configura. Tal y como ocurre con el uso del lenguaje, hacemos uso de palabras e inventamos conceptos nuevos. Y ese lenguaje que inventamos y usamos, acaba configurando nuestro propio ser, nuestra forma de pensar y nuestra forma de comportarnos. Con el espacio ocurre igual; nuestros hogares, nuestros lugares de trabajo, nuestros espacios de socialización son ideados para un fin y terminan definiendo comportamientos que van más allá del fin para el que fueron ideados.
La Red de Espacios educativos IDEA es una iniciativa creada y coordinada por Daniel Molina Martín, asesor del Centro del Profesorado Marbella-Coín, que se constituyó como grupo de trabajo en el curso 22/23 con la participación más de diez centros educativos de la provincia de Málaga y la Residencia Escolar San Roque de la provincia de Cádiz, liderados por sus respectivas direcciones y con el apoyo de los centros del profesorado de Málaga, Marbella-Coín y Algeciras-La Línea.
No es nuevo que el espacio educativo no es un mero escenario de la acción de enseñanza y aprendizaje, pero hoy la neurociencia a través de tecnología de visualización cerebral arroja más conclusiones sobre cómo se aprende y qué aspectos del diseño de espacios, influyen en el aprendizaje. El espacio, además tiene o debería tener elementos identitarios de las personas que lo habitan en los centros educativos, alumnado y equipo docente. Y está cuestión construye la cultura de centro y de la comunidad educativa, determinante para la identificación metodológica para el perfil competencial de salida del discente. Además, el espacio puede suponer una barrera para la inclusión o todo lo contrario, una excusa para cohesionar al colectivo de la comunidad educativa en torno a un identitario metodológico, social o cultural diverso, compartido e inclusivo.
Efectivamente el espacio educativo no es neutro desde el punto de vista comunicativo, tiene un lenguaje propio y condiciona relaciones, metodologías, emociones y pensamientos, y por ende, la acción educativa. Por tanto, resulta un aspecto crucial en el entorno de aprendizaje. Cada vez contamos mayor número de evidencias desde la investigación educativa y la neurociencia que sostienen postulados de Dewey (1940) o Loris Malaguzzi (1978), sobre los espacios educativos, pero además sugieren que la influencia del espacio educativo podría ser mayor de lo que habíamos pensado. Esta hipótesis obligaría al docente, y equipos docentes, a contemplar y reflexionar sobre el diseño de espacios como un elemento vital, sensible y dinámico en sus programaciones. Y a la administración educativa a proporcionar espacios flexibles que permitan múltiples formas de enseñanza y aprendizaje, toda vez que la inclusión y el diseño universal de aprendizaje, recogidos en la nueva ley de educación (LOMLOE, 2020) garantiza la diversificación metodológica y las situaciones de aprendizaje competencial.
Esta nueva forma de mirar al espacio educativo debería considerar las teorías de diseño de espacios, las investigaciones recientes sobre el impacto en el rendimiento académico y el bienestar, que puede o no proporcionar al alumnado y docentes elementos como la luz, el color, el mobiliario, la vegetación, la tecnología invisible, las formas orgánicas, la altura de techos…) y considerar, a su vez, las relaciones de coherencia entre espacio educativo/rol docente o espacio educativo/situación de aprendizaje. Porque los espacios educativos condicionan metodologías, incluso pueden facilitar la transformación metodológica de personas y colectivos docentes, favorecen el bienestar cuantificado por niveles de serotonina (neurotransmisor que se relaciona con un mejor funcionamiento de la corteza prefrontal provocando un mejor desempeño de las funciones ejecutivas del cerebro como la atención, memoria, planificación, flexibilidad cognitiva, metacognición…) tan importante en los procesos cognitivos y el aprendizaje.