En una época no tan lejana, en una población de un lugar al sur del planeta, Killiam y Yumara, junto a un grupo de personas trabajaban de noche y de día en turnos recogiendo los ricos productos agrícolas del lugar (plátanos, sandías, melones, aguacates, mangos y otros productos agrícolas). El trabajo era muy físico y muy duro, pero a Killiam y Yumara no les importaba realizar ese esfuerzo si no fuese porque la mayor parte de la producción no iba a parar a su pueblo, si no que se exportaba a otras ciudades más grandes que la localidad, o incluso a otros reinos donde había mucho más dinero y que compraban estos productos a un precio muy barato para el esfuerzo que requería el conseguir esos productos de muy alta calidad. Mientras, su pueblo no podía saborear los beneficios de esos productos, puesto que apenas quedaban frutas y verduras para consumirlas entre sus habitantes. Así mientras en algunos lugares muchos pasaban hambre, en otros sitios había personas que no miraban por los demás y que malgastaban la comida, puesto que no valoraban el esfuerzo que era necesario para poder conseguirla. Estos países tenían otro tipo de productos, pero no los mandaban a otros lugares, se los quedaban para su propio aprovechamiento.
El trabajo era el mismo día tras día, llegando a ser agotador, y no llegaban a entender por qué su trabajo no era mejor reconocido y valorado, ni que su pueblo no se viese beneficiado por los manjares que la tierra les daba, al mismo tiempo que otros países no les exportaran sus productos.
Un día Killiam se enteró de que en un lugar cercano, iba a producirse una reunión entre los reyes de varios de los países más poderosos del planeta y le propuso a Yumara colarse en la reunión e intentar hablar con algunos de esos reyes para poder repartir mejor todo lo que el planeta produce. A Yumara le pareció una idea arriesgada, pero necesaria para hacerle ver a los reyes que había personas en el mundo que no lo pasaban bien. Y así lo hicieron. Llegado el día de la reunión Killiam y Yumara se hicieron unos trajes con unas telas que guardaban de sus abuelos que se parecían a los de algún reino no muy lujoso, se hicieron pasar por los reyes de esa ciudad y se colaron en la reunión. Una vez dentro, cuando iba a empezar la reunión, se levantaron y les explicaron al resto de reyes lo mal que lo pasaba su pueblo, no por el hecho de no tener riquezas naturales, sino porque estas riquezas se iban a otras ciudades y reinos que pagaban muy poco por el trabajo de su gente. También les hablaron de lo mal que lo pasaban en otros lugares, donde la gente trabajaba en fábricas y talleres muchas horas en condiciones poco saludables. Comentaron que era necesario un mejor reparto de los bienes que existían en la Tierra para tener un desarrollo más justo y sostenible y que los reyes de los países más ricos deberían intercambiar sus bienes como medicinas y alimentos con estos países ricos en productos naturales, pero pobres en alimentación y sanidad.
Estas palabras provocaron un gran revuelo entre los reyes asistentes y dieron lugar a un gran debate, donde finalmente se decidió que tenía que haber un reparto más justo e igualitario entre los bienes que diera la Tierra, intercambiándose los productos que se pudieran y pagando un justo precio por aquellos que se comprasen para que los habitantes de esos lugares pudieran vivir de la manera lo más digna posible.