En otro hilo hemos hablado de Ceres y de cómo se transparenta algo bajo su ropa. La original parece ser de una época en la que se puso de moda vestir a las figuras femeninas con telas superpuestas, tan pegadas al cuerpo que dejaban apreciar a la perfección sus formas. Y si no deja de maravillarnos cómo alguien puede hacer auténtica tela de la piedra, más aún lo hace ver esa cualidad casi transparente de la tela.
Como podréis imaginaros, este hilo va a dejar algunas estatuas sin vestir. Las que van desnudas. Aunque como bien titulaba un artículo una profesora de la Universidad de NY, especializada en arte antiguo, La desnudez también fue un vestido.
Aunque no sigue la moda de pegar los tejidos al cuerpo, Minerva está también completamente vestida. Siguiendo igualmente la norma impuesta para las representaciones específicas de esta diosa que no aparece desnuda en la antigüedad, por más que a los artistas renacentistas y barrocos les gustase representarla así cuando la pintaban el Juicio de Paris. A partir del helenismo, la desnudez femenina se limitó a Venus y a otras divinidades jóvenes y desenfadadas.
Y justamente nuestra Venus de hoy quiere ser diferente y se cubre. Pero claro, no es griega. Aunque se inspire en la Venus de Medici. A principios del siglo XIX, cuando se talló la original, la mujer completamente desnuda se consideraba casi tabú. Aunque los hombres que hacían el arte y a los que les estaba destinado querían ver un poco de piel. Y la Venus Itálica cumple rigurosamente con ese espíritu de mostrar a medias o de ocultar a medias, como más nos guste. También con el espíritu de imitar a aquellas Venus antiguas, inspiradas en la de Cnido, que han recibido el apelativo de calipigia o las del bello culo».
La tela cubre y descubre, es recatada y provocadora y cae como si un torrente de agua se deslizase por el cuerpo de Venus, hasta fundirse con el mismo suelo.
También nuestro rey amarniense se viste a medias, como era costumbre entre los faraones egipcios. Su faldellín de lino se pliega con rigurosa simetría y sorprendente rigidez, pero eso también es parte del simbolismo regio. Y se acompaña de un Nemes, el tocado con el que simbólicamente se representaba a los faraones difuntos que, marcado en su talla, nos muestra el diseño a rayas habitual en esos accesorios.
Y como en el caso de este faraón anónimo, la vestimenta de Asurnasirpal II es sinónimo de autoriad, de poder y de vinculación con la tierra, con los orígenes. La túnica habitual del pueblo asirio cubierta por sendos mantos ricamente adornados, repletos de detalles, con adornos a modo de vellones de lana, simbolizando el poder regio.