A pesar de que deberíamos empezar a tirar del hilo hablando de ella, vamos a dejar el cabo suelto por ahora.
Y vamos a regresar a esas manos que sostienen espigas. Manos rotas que ya no las sostienen. Esa era la mano perdida de Ceres con quien hemos anudado el hilo anterior.
Cada figura, sostiene atributos propios de su persona: una espina que no ha logrado acabar con el Senado romano, una tela que nos provoca y nos lo esconde casi todo, al rival en la lucha.
Ceres parece querer sostener sin su mano, mientras otra mano sin cuerpo sostiene a todo un rey. Él, a su vez, sostiene los símbolos propios de su rango, el cayado y el flagelo. Exactamente igual que lo hace Asurnasirpal, aunque en su caso, en la mano izquierda sostiene el cayado y en la derecha una hoz ceremonial como la utilizada por los dioses para ahuyentar a las criaturas diabólicas.
Los objetos en el arte, como en la vida cotidiana, hablan de quienes los llevan. Nos dicen muchas cosas de ellos. Nos transmiten su dignidad, sus preocupaciones, su frivolidad, su pasión, su esfuerzo y, muchas veces, nos permiten identificar a las figuras representadas.
Y con este pensamiento retomamos el hilo de la túnica de la que hemos llamado Minerva. En su mano derecha lleva un objeto difícil de identificar para la mayoría de nosotras/os. Alguno igual diría que es un instrumento musical; en el taller de vaciados de la RABASF, seguramente por puro cachondeo, la conocen como «la de la escopeta». Así la hemos bautizado nosotras en la web. ¿Qué lleva? y, en consecuencia ¿quién es? ¿Es realmente Minerva?
No lo sabemos. Yo me inclino a pensar que no. Porque lo que lleva en la mano es un timón. Y los pequeños detaller que dejamos olvidados en su tocado son espigas y una antorcha. Ninguno de ellos suele ser símbolo de Minerva. Espigas y antorchas son más propias de Ceres. Los timones de Tiqué, la diosa de la fortuna.
Por eso hemos querido acabar con ella y con su hilo misterioso. Con una propuesta al aire ¿alguien se atreve a identificar de qué original procede nuestra copia? Puede que ni siquiera sea antiguo; puede que sea neoclásico, ¿quién sabe? Este era el objeto de LOCTX de hoy, desenredar hebras, tirar de hilos que nos llevan por mil caminos diferentes y andar nuestras propias sendas.