Antifa española

Al final de mi periodo de crecimiento, estaba quedando claro lo que sería la primera meta de todo esto – un semestre exitoso en el extranjero, en que iba a prosperar en contextos puramente inmersivos. Mi relación con el español sólo alcanzó este nivel durante mi tercer semestre de crecimiento, el otoño de mi tercer año, en que tomé la clase más intensa y provechosa de mi carrera: Antifa española (SPAN 426) con la Profesora Brenneis. En ese curso utilicé técnicas de investigación que yo nunca había hecho antes, explorando archivos históricos y leyendo textos académicos para poder entender este periodo tan arraigado en la historia de España. Todo esto culminó en el ensayo final, que escribí sobre el rol multidimensional de la música en el paisaje sociopolítico del fascismo y antifascismo. 

2 de diciembre 2021


Proponiendo una vista amplia de la música histórica para examinar su impacto liminal en el paisaje sociopolítico del fascismo y antifascismo


En la investigación de los ideológicos de grupos históricos a través del tiempo, a veces puede ser complicado llegar a comprender cómo las personas mismas se relacionan, se unifican, y se resisten contra los poderes que les buscan reprimir en un nivel concreto y personal. La música, y las numerosas formas del arte auditivo que se implica, provee una lente que comunica las condiciones emocionales de sus creadores y escuchadores que ha sido muy influyente en el rostro de la historia y continúa a tener una influencia profunda a través de los surcos del tiempo. Una consideración metodológica imperativa de la música es que no posee una postura ética propia – sólo es una herramienta – y como resultado tiene un efecto liminal cuando es aplicada a las vidas de personas reales. Extendiendo este punto (que viene de trabajo colaborativo que desempeñé sobre las implicaciones sociales de cantando juntos) de coralidad a la música histórica, afirmo que el efecto de la música en la vida real es simultáneamente permanente pero efímera, encarnada pero trascendental, inspirador pero alienante, y por todas estas facetas puede ser usado en un gran multitud de aplicaciones sociales y personales. En el siguiente estudio del rol de la música con relación al desarrollo del credo fascista y su oposición, quiero usar esta vista de la música para examinar cómo ha sido usada en sus varias formas para unir individuales antifascistas bajo la bandera de resistencia y minar los esfuerzos odiosos de sus enemigos a la vez.


Música antifascista en la guerra civil española

Usada principalmente para fomentar camaradería entre los partidarios del Frente Popular y motivarlos a luchar para sus creencias social-democráticas, la música era un instrumento indispensable para la formación de la coalición antifascista contra el Falange Española. El conflicto entre estos dos partidos, a pesar de tener su contexto independiente en España, era una señal de reverberaciones potenciales y reales que amenazaban agitación en todas partes del mundo. Claramente en el lado de Mussolini y Franco, el Falange cabía naturalmente en la ideología incipiente del fascismo, que en este tiempo amenazó la primacía de la democracia y autonomía en Europea (si todavía no las vidas de grupos marginalizados). Teniendo en cuenta el alcance de persecución ya enfrentado por disidentes políticos en los estados fascistas, la guerra civil en España debe ser percibida como un paso lógico que intentaron a tomar los poderes fascistas para acabar con los límites a su poder. Esta conclusión está evidenciada por la decisión de Hitler de mandar tropas marroquíes a apoyar a los falangistas, un desarrollo cuya invasividad en el político mundial debería enfurecer (o por lo menos inquietar) a los otros proponentes de la democracia. Aun así, los gobiernos del mundo libre decidieron pasarla por alto para preservar su apariencia como un conflicto doméstico a pesar de la violación nazi de eso que ya ha ocurrido y la posición peligrosa del conflicto en el crecimiento del fascismo. No obstante, habían personas que decidían viajar a España para pelear por lo que pensaron salvará el mundo, actos que seguramente requieren niveles admirables de previsión y valentía, y en unos casos estas personas usaron la música para transmitir la urgencia de sus mensajes y animar la resistencia necesaria para competir con el fascismo hegemónico.

Un grupo influyente que decidió luchar contra la propagación del fascismo en un país muy lejos de su patria era la Brigada Lincoln, cuyas motivaciones para pelear en la lucha podían ser realizadas en parte a través del uso de la música. Esta coalición cabía en la categoría de unidades militares apoyando al Frente Popular cuyos miembros tuvieron orígenes fuera de España nombradas las Brigadas Internacionales. Estas unidades sacaron apoyo principalmente de Francia y la Unión Soviética, pero también de insurgentes políticos de Italia y Alemania y voluntarios (sobre todo judíos) de otras naciones -- en resumen, partidarios a la causa comunista y enemigos del fascismo. La brigada francesa del apoyo era formalmente nombrada “La Marseillaise”, por la canción revolucionaria francesa, y su tocayo se volvió un himno que hizo trabajo importante en la fomentación de compañerismo entre la frente entera. La letra exclama la inmensa importancia de su misión: avisando que “contre nous de la tyrannie / l’étendard sanglant est levé” (contra nosotros de la tiranía / la bandera sangrienta está levantada), sirve como un zafarrancho de combate para todo el mundo que quiere defenderse y su patria de los rápidamente avanzando males del fascismo.

La Brigada Lincoln era el ala estadounidense, y afortunadamente muchas de las motivaciones de sus miembros a cruzar el atlántico para esta pelea están cachadas en las cartas que mandaron a miembros de su familia. Las palabras propias de estos voluntarios son muy reveladores a sus estados de mente enfrentándose en un conflicto que puede aparecer no necesariamente relevante a ellos. Heiman Katz provee sus razones para involucrarse: cuando pregunta si puede “sit by and wait until the beasts get to [his] very door--until it is too late, and there is no one [he] can call on for help?” interpreto que está contemplando el otro lado del dilema, lo que preguntaron los republicanos españoles: “¿van a quedarse quietos las personas antifascistas en otros países hasta que el fascismo se convierta en una bestia imparable?” Imagino que cada miembro de la Brigada Lincoln ha considerado esta pregunta del perspectivo de los habitantes, y si quieren que la respuesta sea “¡no, no vamos a quedarse quietos!” entonces van a luchar en la brigada. Este ejercicio de imaginación sobre la perspectiva de habitantes indefensos a la amenaza de fascismo muestra una capacidad de empatía muy extraordinaria entre los miembros de la Brigada Lincoln, imperativa para el éxito de la implementación y recepción de la música usada para hermanar al Frente Popular.

También se puede ver el impacto que tuvieron estos brigadistas en un sentido menos filosófico y más concreto, activamente utilizando la música y el arte en contextos personales para superar la distancia cultural entre los ciudadanos españoles y ellos mismos. Un miembro de la Brigada Washington (la segunda parte de la Brigada Lincoln), Ernest Arion, escribió una carta describiendo sus esfuerzos en este punto, 


“Ernest Arion to Miriam ‘Mim’ Siegel” (Miriam Sigel Friedlander Papers, ALBA No. 192, Tamiment Library, NYU, el 30 de mayo 1937, Abraham Lincoln Brigade Archives)


lamentando la frialdad inicial entre su brigada y los habitantes nativas de su región pero justamente después describiendo con entusiasmo el reemplazo de esa frialdad con aceptación y amabilidad, evidenciada por “the familiar ‘Salud’ that began to appear” (Arion) con este desarrollo. Menciona un espectáculo que representó con su compañía de teatro, que acredita como un factor en el mejoramiento de las relaciones entre los soldados y habitantes. Esta utilización del arte para fomentar cercanía entre los extranjeros y los españoles subraya que las diferencias culturales pueden tener un impacto de unificación -- entendimientos de la validez de la diferencia cultural ante un enemigo tan amenazador como el fascismo formaban vínculos interculturales que no existirían sin la guerra. 

Otra forma de arte cantada por las fuerzas antifascistas tiene que ver con la historia de la vida del político alemán Hans Beimler, cuya muerte en la Guerra Civil Española inspiró la composición de una canción elogiándolo como un símbolo de valentía transnacional entre los insurgentes. Beimler, el secretario general del partido comunista de alemania (KPD) en 1932, estaba encerrado en Dachau por sus creencias incondicionalmente antinazis y su voz franco y desafiante. Cuando consiguió evadirse del campamento, fue a España para luchar en el lado del Frente Popular, donde murió en combate (Carrillo Lunares 84). El cantante alemán Ernst Busch también venía a España para pelear por perspectivas semejantes que también le iría a meter en líos si se hubiera quedado en Alemania. Después de la muerte de Beimler, que era un tipo de hermano de armas para Busch, Busch decidió escribir una canción en su memoria (titulándola su nombre mismo, “Hans Beimler”). Aumentando su influencia en la frente, la canción hacía eco con las sensibilidades políticas de los insurgentes socialistas, lamentando que “para las derechas de las clases pobres murió Hans, el comisario”. Como el historiador Alberto Carrillo Lunares nota, las personas antifascistas españoles pudieron cantar las versiones auténticas de canciones como esta aún después de la muerte de Franco gracias a “las copias clandestinas y la transmisión oral [que] lo hicieron posible” (98), probando que aunque el contexto de “Hans Beimler” está cerrada en las páginas de historia, la música propia sobrevive a través del acto de ser cantada. Estas realizaciones del arte fomentan solidaridad entre todas las personas con simpatías comunistas a través de tiempo, creando una armonía que evidencia que las cosas humanistas e ideológicas que tenían en común los diferentes grupos antifascistas eran mucho más importantes que las diferencias y asegurando que los resistentes llegaron a formar una coalición aún más transnacional en la Segunda Guerra Mundial. 


Usos de la música en la Segunda Guerra Mundial

Si la amenaza ideológica del fascismo en una escala mundial tenía una forma existencial para los poderes oficialmente no involucrados en la Guerra Civil Española, esta amenaza se convirtió en algo preocupantemente inmediato y real durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la música no perdió su inigualable eficacia cuando usada para fomentar resistencia contra los poderes hegemónicos durante los tiempos de guerra. A lo largo de su intentada adquisición de Europa, los nazis hicieron muchos descuidos de cosas que eventualmente los debilitaron. Siempre los descartaron porque no caben en su ideología por una razón u otra, desafiando su teoría racial o los roles de género o la primacía de Hitler, et cetera. Un ejemplo claro de esto puede ser la negativa de Hitler a hacer investigación en ciencia nuclear, porque la consideró “ciencia judía” (e irónicamente el último clavo en el ataúd del Eje eran las bombas nucleares en la tierra del aliado principal de Alemán, Japón). Se puede colocar la música en esta misma categoría, quizás con un poco más de matización. Swing, la forma más moderna y popular de la música estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, se ve de una perspectiva nazi como llena de inferioridad racial basada en la negritud y, a un alcance quizás menor, el judaísmo. Estas influencias minaron el ideal nazi del volksgemeinschaft, que proveía que las personas arias habían descendido de un estirpe superior, y el programa nazi estaba tratando de purificar la sociedad alemana de todos rastros de otras culturas, un esfuerzo que eventualmente alcanzo su conclusión lógico en el Holocausto. La propaganda en Alemania nazi reflejaba esta perversa teoría racial en la música, ensalzando la música clásica y política en el lugar de música popular y global. 

El miedo nazi de la influencia transnacional de la música está escrito en sus esfuerzas propagandistas y inherente a su idea rector de gleichschaltung, o control absoluto de todo lo cultural en la sociedad alemana. Cuando el grupo llamado los “jóvenes de swing” (swing youths) empezó a afanar a miembros de la Juventud Hitleriana para sus celebraciones de música popular e internacional, por ejemplo, el Gestapo los persiguió por el crimen de acoger “English life-styles while rejecting the German life-style” (Moeller 161). Viendo esta forma de resistencia dentro del estado nazi y su siguiente criminalización, es claro que los nazis identificaron la música como un conducto formidable de influencias internacionales, tanto si eran americanas o afro-judías. También es valioso mencionar que en este contexto la música era eficaz en la promoción de una conciencia antisistema entre la juventud, que era la demografía más intensamente indoctrinada por propaganda y programación y la base convencional para la germinación del credo fascista. Con esta perspectiva la música puede ser percibida como un tipo de antídoto para el fascismo, embelesado la imaginación juvenil con promesas de escape del conformismo de fascismo (evidenciando de otra manera su capacidad de tomar diferentes formas dependientes en las sensibilidades del escuchador).

Dado esto, ¿cómo explicamos este dibujo burlando el uso de la música por parte de los aliados en una publicación en la Revista VOX en 1942? 


“Dibujo burlando la música” (Revista VOX edición 30, 12 de mayo 1942)


¿No rebosa la confianza masculina de un Ejército despiadado nazi que no tiene el tiempo para cosas tontas en tiempos de guerra como la música? Pues no; yo lo interpreto como puro retórica, un intento débil de burlar al lado aliado que sale el tiro por la culata y realmente divulga su inseguridad frente con productos culturales tan influyentes como la música. Ciertamente, los nazis se habrían sentido bien frustrados en este tiempo. Su campaña en Rusia se suponía que sería rápida y quirúrgica, pero ellos estaban mal preparados para lidiar con las condiciones frígidas tanto en su vestido como en la funcionalidad de sus máquinas de guerra y sistemas de ayuda desde Alemania. Revistas fascistas como VOX se responsabilizaban a animar la población alemana, retratando a la oposición como un monolito tonto y mal preparado para la guerra con los alemanes machos y valientes cuando casi el opuesto era la verdad. Las tropas rusas tuvieron apoyo de múltiples lados -- de verdad, los instrumentos fueron de Londrés (como se ve en el contexto histórico encima del dibujo  propio) -- y este ejemplo sólo sirve como una forma de apoyo en un mar de otras formas que eventualmente contribuyeron a la victoria aliada. En definitiva, en este dibujo la música representa la habilidad de la coalición aliada a superar frentes nacionales para desmantelar la amenaza nazi, un simbulo que fomentaba tanto turbación alemana que los nazis necesitaron proyectar de esta manera.

Un ejemplo más enfocada sobre la música misma que cruzaba límites nacionales sería la actividad de cantar entre mujeres encarceladas en los campos de nazis retratada en Destinada al crematorio. En este recuento de las experiencias verdaderas de Mercedes Nuñez Targa, una prisionera política que peleaba contra La Falange en España, la solidaridad está explorada como algo que puede alargar o salvar la vida pero a la vez puede ser violada para beneficio personal. A pesar de sus limitaciones, sin embargo, la solidaridad descrita por Targa sirve como un ejemplo importante de apoyo transnacional. Muchas de las mujeres encarceladas que sufrieron al lado de Targa no hablaban la misma lengua, pero todavía comunicaban lo mejor que pudieron, un esfuerzo facilitado por su experiencia común bajo el yugo fascista. La música aparece en el recuento como un medio de lamentación de la condición precaria, pero también como medio de fortalecer el espíritu colectivo de estas mujeres y aumentar su coraje contra el fascismo. Describiendo el acto de cantar unos domingos, Targa cuenta que “polacas, soviéticas y húngaras, con un instinto musical extraordinario, cantan a coro maravillosamente” (208), ensalzando el talento musical en esta situación como el pegamento que permite la disolución de diferencias nacionales en la cara malvada del fascismo.

Aquí quiero notar la importancia de la liminalidad y la naturaleza encarnada de las canciones cantadas por Targa y sus co-presos en Ravensbrück, porque lo veo como el parangón de música generada con el propósito de enfrentar el fascismo personalmente y con todo el corazón. Formando una parte del coro entero, la voz de canto de Targa es inherentemente social, moldeada alrededor de la fraternidad esperada de las otras mujeres. El acto de ofrecer la voz y como resultado el cuerpo para su coro es bien íntimo, porque en el campamento el cuerpo es todo lo que tienen los presos, lo que sostienen solamente para tener la opción de elegir entre vida y muerte. El hecho que todas las mujeres toman esta decisión de crear el coro con los cuerpos por que luchan hace un vínculo temporal entre la música y la vida, y su unión bajo el proceso de alocución vocálica es demasiado profundo para requerir una lengua común o una lengua en absoluto – es físico, es espiritual, y como resultado no posiblemente puede ser equivocado porque es la forma de expresión más pura y subjetiva que puede existir. Por estas razones estoy agradecido por el hecho de que una grabación de la canción de Targa y las otras mujeres encarceladas no existe, porque la pérdida de su liminalidad y su naturaleza encarnada es la pérdida de su propósito para cantar. Para mi, la música más llamativa del antifascismo no son grabaciones de La Marseillaise o Bella Ciao – sólo es la consideración de la ráfaga experienciada por las personas metidas en el conflicto contra el fascismo, como Mercedes Nuñez Targa, cuando ofrecen cada onza de su ser para crear música para seguir adelante y luchar para un mundo mejor.


Conclusión

Siempre una forma de expresión afectante, la música ha tenido un rol pronunciado y duradero en los surcos de la historia política. Como hemos visto, se puede interpretar durante tiempos de guerra como un tipo de pegamento auditorio que une personas de distintas modas de vida contra los yugos que los oprimen. Un ejemplo semejante de la música histórica puede ser la declaración de las canções de protesto en Brasil, utilizadas para fomentar resistencia contra el golpe militar que depuso a João Goulart en 1964, que evocó la música folk del Brasil nordeste para distanciar la población de la influencia extranjera asociada con el golpe. La “Revolución Cantante” de Estonia, en que los estonios usaron las canciones para alimentar protestas pacíficas contra 50 años de ocupación soviética en los 1980s, también se destaca como una utilización saliente de la música para propósitos unificadores en la historia mundial. Por consiguiente el contexto de antifascismo también se destaca en la historia más amplia de música de resistencia. Unió a los republicanos españoles contra el régimen franquista y generando un problema potencial para los poderes Eje cuya ignorancia de ella era un síntoma de su falta de apoyo transnacional, una razón primaria por su fracaso en la Segunda Guerra Mundial. Afortunadamente nunca tenemos que descubrir si el resultado de la guerra cambiaría si los poderes eje hubieran usado la música más efectivamente para avanzar sus propias agendas, y podemos celebrar la música en este contexto como algo que promocionaba unificación y valentía.

Pero las fuerzas fascistas han reconocido el poder sociopolítico de la música y arte popular a través del tiempo. Varias manifestaciones del fascismo y nazismo hoy en día tratan de atraer a personas que quizás no tienen tendencias radicales, usando el poder de la música de comunicar directamente con el cerebro para inculcarles con su ideología odiosa. Uno de estos grupos es el club motero madrileño Coraceros MC, que albergó un concierto de rock duro cuyos videos hacían unas rondas infames en los medios de comunicación. Era por buena razón – hay una influencia fascista en plena vista, repleto con saludos nazis presentados abiertamente por la audiencia desvergonzada. 


“Ayer pasó esto en el Coraceros MC de Madrid. Concierto neonazi sin mascarillas ni distanciamiento social. En fin.” (@israelmerino en twitter, el 30 de mayo 2021)


En este contexto la música promueve que manifestaciones externas de odio están perfectamente apropiadas -- ciertamente, que son la única cosa de hacer para caber con el resto de la audiencia y el mensaje de la música sí misma -- y esto es un ejemplo perfecto de la radicalización que está llevándonos más y más cerca a una aceptación abierta del fascismo. Este proceso de normalización ya está claramente en moción. Con el cosplay de Santiago Abascal imitando a Hernán Cortés que implica un deseo de regresar a la Reconquista y su atendente expulsión de judíos, o la proclamación de Isabela Perez que “el judío es el culpable” en un mitin público en Madrid el febrero pasado, el veneno del fascismo claramente ha regresado y está filtrándose otra vez en la política a un punto peligrosamente normalizada. En un tiempo tan inestable con vínculos tan pronunciados al fascismo de la Segunda Guerra Mundial, me pregunto como podremos otra vez canalizar nuestras convicciones de inclusión y solidaridad para ensamblar una frente contra el neonazismo – tal vez la música pueda ser otra vez una clave que necesitamos para hacer retroceder el fascismo una vez más.


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