3. Gótico, Renacimiento y Barroco

GOTICO (SEVILLA)

Sevilla tuvo mucha importancia excepcional en la Edad Media, así como también una gran población, pues no en vano la ciudad fue elegida en Al-Andalus, sede de la capital del imperio de los Almohades, poderosa tribu del norte de África que toma el relevo sobre los Almorávides en el mando del territorio islámico e la península Ibérica durante los siglos XII y XIII

El perímetro urbano de Sevilla era muy extenso en 1248, año en el que se produce su reconquista por las fuerzas cristianas Fernando se encontro con una ciudad dotada de mezquitas que en un primer momento y como medida de urgencia serían consagradas de inmediato al culto cristiano para el uso religioso de la población resultante tras el nuevo marco social y político surgido a partir de la toma de la ciudad.

Según algunos autores, el gran despegue del mudéjar de las iglesias sevillanas comienza cuando santas Justa y Rufina aguantaron la Giralda, según la iconografía tradicional, que provocó el desplome de la mayor parte de las veinticuatro parroquias de la ciudad, que hasta entonces eran sencillamente las viejas mezquitas existentes, bendecidas y "cristianizadas".

Estas mezquitas se irían reemplazando paulatinamente por las nuevas iglesias cristianas; pero éste era un momento todavía poco apropiado para acometer costosas empresas constructivas, por lo que se aprovecharía parte de las construcciones existentes, el bajo coste de materiales "pobres" como el ladrillo, la madera o el yeso, y la abundante mano de obra de su población mudéjar (población de origen musulmán que decide convertirse al cristianismo para no ser expulsada de la ciudad).

Surge las denominadas gótico-mudéjares, tradición islamica local con el arte gotico que aportan los vencedores llegados desde las tierras de Castilla. Son iglesias pequeñas y modestas. Afortunadamente nos han quedado muchos buenos ejemplos, algunos lógicamente muy modificados por las distintas transformaciones realizadas a lo largo de los siglos y hasta nuestros días.

Características

Planta

- Forma rectangular alargada

- Cuatro fachadas vistas

-Cuentan siempre con un total de tres naves, siendo la central más ancha y alta que las laterales, sobresaliendo en ellas el ábside del cuerpo central, profundo y alargado, de planta poligonal y generalmente precedido por un tramo rectangular inicial.

Estructura

- gruesos muros de ladrillo

- pilares centrales que, de planta rectangular o cruciforme,

- Dos hileras paralelas al eje longitudinal de la iglesia.

Altos y esbeltos arcos apuntados que, de acuerdo con el estilo gótico, se apoyan sobre ellos para soportar sus cubiertas.

Ábside

Situados en la cabecera de la nave central, y acabada en planta poligonal, sobresale del resto del cuerpo de la iglesia. Presenta robustos contrafuertes en sus ángulos y altas ventanas ojivales geminadas en el centro de sus paños.

Como elemento característico, suelen contar con un remate almenado, presentando así un cierto aspecto defensivo y militar. Magníficos ejemplos de ello puede verse en las iglesias de San Andrés, Omnium Sanctorum, San Esteban o San Pedro.

Cubierta

Las cubiertas se resuelven de forma muy distinta, intencionadamente, para las naves o cuerpo general de la iglesia y para su Capilla Mayor o ábside. Así, para las tres naves de la iglesia se recurre a la popular y modesta armadura de madera, que se resuelve a dos aguas o en forma de artesa para la central, situada a mayor altura, y a una sola agua o pendiente para las laterales, a menor altura.

En claro contraste con esto, la Capilla Mayor se cubre siempre con una fuerte estructura de bóveda nervada, de estilo ojival o gótico, realizada en piedra tallada; simbolizando con ello la importancia especial de este recinto, y que por cuestiones religiosas se trataba de distinguir de la modesta armadura sobre ladrillo usada en las soluciones islámicas.

Capillas

Es frecuente encontrar en los laterales de estas iglesias pequeñas capillas adosadas, generalmente de planta cuadrada.

La cubierta de estas capillas suele quedar solucionada a través de una cúpula semiesférica, a veces rebajada, que se apoya en los muros mediante trompas, que son pequeñas ménsulas triangulares en forma de abanico que, situadas en los ángulos y centros de los muros, sirven para pasar de la planta cuadrada a la octogonal.

Fachadas

La fachada principal, situada a los pies, refleja al exterior la estructura interna del templo, tanto en las alturas escalonadas de sus tres naves como en las pendientes inclinadas de sus cubiertas, y suele presentar uno o tres pequeños rosetones góticos para la iluminación natural del interior del templo.

Algunas de estas iglesias aún mantienen sus fachadas completas con el ladrillo original a la vista, quizás las menos (Santa Marina, San Marcos...), pues en muchos casos sus paramentos exteriores han sido revocados en épocas posteriores con mortero y acabados finalmente con pintura.

Torre

Situada generalmente a los pies de la fachada principal, las torres de las iglesias gótico-mudéjares de Sevilla suelen aprovechar los alminares de las anteriores mezquitas que previamente existieron en el solar para colocar sobre ellas el cuerpo de campanas, al igual que se hizo luego con la gran Mezquita Mayor de la ciudad y La Giralda.

En algunos casos, no obstante, estas torres no fueron objeto de esa frecuente ampliación, como ocurre en las Iglesias de Santa Marina y de Santa Catalina, con lo que su imagen actual será muy similar a la que tendrían todas ellas en su época originariamente.

Realizadas completamente en ladrillo, se presentan generalmente con planta cuadrada y notable esbeltez, y muestran en sus sobrios paramentos las clásicas ventanas mudéjares con arcos de herradura enmarcadas en alfiz.

En los casos más interesantes es de admirar la delicada labor decorativa de paños de sebka que aparecen en algunos de sus paramentos, como ocurre en el caso de la de las Iglesias de San Marcos y de Omnium Sanctorum.

- También en los conventos de clausura se encuentran iglesias mudéjares, aunque su tipología cambia respecto a las parroquiales.

RENAMIENTO EN SEVILLA

Con el Descubrimiento de América en 1492 se inicia la Edad Moderna y Sevilla se erige, durante más de dos siglos, en puerto y puerta del Nuevo Mundo. Encuentro de culturas en un continuo flujo y reflujo, cual si de vasos comunicantes se tratara, la imagen de Sevilla quedaría grabada de manera indeleble en las retinas de cuantos se disponían a emprender la Carrera de Indias. La riqueza económica generada por el nuevo mercado americano transformó a Sevilla en la meca del comercio occidental, atrayendo tanto a comediantes como a banqueros extranjeros, artistas y navegantes de nombradía, misioneros deseosos de convertir almas y aventureros sin escrúpulos. La urbe de los Siglos de Oro, que llegó a ser llamada "Roma triunfante en ánimo y nobleza" se convirtió durante el Quinientos en la principal ciudad de España y en una de las diez ciudades mayores de Europa.

BARROCO EN SEVILLA

A partir del descubrimiento de América, Sevilla se convirtió en sede de la Casa de Contratación y su puerto en el único desde el cual podía embarcarse hacia las Indias. Este hecho generó en el siglo XVI un crecimiento urbano que se mantuvo en el XVII, pese a las crisis que la ciudad soportó en esa centuria (epidemias, descenso demográfico, etc.). Se produjo entonces una amplia transformación del tejido urbano y Sevilla se llenó de nuevos edificios, sobre todo religiosos. Prácticamente todas las órdenes existentes establecieron (si no lo tenían ya) un convento en la ciudad, mientras que se levantaron o reedificaron nuevas parroquias para la población local.

El resultado de todo ello es que Sevilla conserva aún hoy numerosas edificaciones barrocas. Desde la iglesia de grandes dimensiones hasta la pequeña capilla o el casi escondido interior conventual, todo tiene cabida en una ciudad que reune uno de los mejores conjuntos de arqitectura barroca del país.