El pobre cielo de Demetrio Herrera Sevillano

EL POBRE CIELO DE DEMETRIO HERRERA SEVILLANO

Por César Young Núñez

En tiempos nublados como el presente, es necesario convocar a figuras fundamentales de nuestra literatura que han compartido con nosotros su laúd y su vida inverosímil.

En cierta ocasión, mientras bebíamos unas tacitas de café en el apacible y risueño Café Coca Cola de entonces, Demetrio Korsi, uno de los poetas emblemáticos del barrio de Santa Ana, interrumpió la amena conversación que sosteníamos, para indicarme que la persona que en esos momentos pasaba por la acera de enfrente, era el poeta Demetrio Herrera Sevillano. Un tiempo después , en una soleada tarde de verano, al salir del teatro Variedades, lo ví nuevamente y me pareció que caminaba como si estuviera concentrado en sí mismo, tal vez pensando en algún número de la lotería con el cual pudiera indicarle a la suerte el camino para que visitara con bombos y platillos su humilde morada. A mi me pareció que el poeta conversaba con un fantasma que caminaba a su lado mientras traía a su memoria el recuerdo de una bella dama engalanada con una flor en el cabello.

Tengo que confesar, desde luego, que nunca llegué a tener el privilegio de conocer y tratar personalmente al singular vate Santanero, pero en aquellos momentos ya su nombre y su vida me eran familiares porque yo empezaba a vivir, aunque sin sus perfiles dramáticos, ese mismo mundo de ilusiones y sufrimientos, donde transcurrió su pobre y conmovedora existencia .

Este aspecto de mi vinculación a la obra de Herrera Sevillano y sobre todo a algunos poemas insospechados que me salieron al paso durante mi adolescencia, explica en cierta forma , las razones que me involucran a su peripecia poética y vital. Quizá caminamos por las mismas calles, y los fines de semana íbamos a arreglar el país y a cantar tangos visitando las mismas cantinas como La Ciudad de Verona, La Cosmopolita, El Trocadero y La Cantina El Cielo, donde iban a beber los justos y los pescadores que pululaban por el Mercado Público y el Terraplén. Tal vez “cogía un aire” sentado en el parque de Santa Ana mientras veía pasar a los tranquilos transeúntes por el Bazar Francés y de vez en cuando se metía a ver una doble tanda en el Cine Variedades ó El Hispano. Ese entorno de la Plaza de Santa Ana rodeado de salas de cine, restaurantes, refresquerías , cantinas y cafés, tenía como centro espiritual a la legendaria Iglesia de Santa Ana y es el mismo escenario que envolvió los sueños y las esperanzas de Demetrio Herrera Sevillano.

La lectura del libro “Vida y 0bra de Demetrio Herrera Sevillano” del escritor Juan Antonio Gómez publicada por Luis Eduardo Henao de la Editorial Portobelo, me permitió reconocer, en gran medida, ese recuerdo nunca extinguido de ese mundo de plazas, árboles, monumentos, campanarios y golondrinas que era el barrio de Santa Ana.

Demetrio Herrera Sevillano nos reveló la existencia de un mundo pobre , de un mundo que al principio nació al amparo de sus sueños post-románticos. Su poesía fue consciente de que al lado de la poesía maravillosa y clásica de Roque Javier Laurenza, del orbe musical y verbal de “Cuando la isla era doncella” de Ricardo J. Bermúdez, había una poesía de vastos paisajes despojados, de miserias reales y desesperanzas, a la que suministró un nuevo cauce estético a través de su libro emblemático “Kodak”.

Demetrio Herrera Sevillano, empleado de Aduana, Encuadernador, a pesar de la precariedad de estos oficios para paliar las necesidades del diario vivir, siempre llevó consigo la actitud y el interés de ampliar sus conocimientos limitados que acompañó sus pasos iniciales y lo va a demostrar en la poesía de su madurez que se caracteriza por un lenguaje poético asimilado de los modelos que iluminaron los nuevos rumbos que había tomado el mundo poético de su época. Entre esos modelos que salen a flote dentro de las influencias recibidas por Herrera Sevillano, está la del poeta chileno Vicente Huidobro y un poco antes la de Federico García Lorca y en menor medida Rafael Alberti y Nicolás Guillén.

En sus poemas de mayor tensión estética, Herrera Sevillano utiliza uno de los bellos recursos poéticos como lo es la prosopopeya que uno de esos elementos que acuden a rendir tributo de belleza a la poesía contemporánea. De este recurso han echado mano dos grandes poetas contemporáneos como Boris Pasternak y Derek Walcott, dos poetas que han sido galardonados con el Premio Nobel y son autores de obras donde la maravilla de la gran poesía emerge con luz propia. En su libro, por supuesto, Juan Antonio Gómez dilucida las preocupaciones métricas y metafóricas de Demetrio Herrera Sevillano, cuya poesía expresa, como casi nadie en su tiempo, la visión y el ritmo de una realidad enmarcada dentro del genio popular y la teoría creacionista pregonada por el maestro Huidobro.

Demetrio Herrera Sevillano ubicado dentro del marco post-modernista y los primeros aires de la vanguardia, es, según Aristides Martínez 0rtega, en su libro “La modalidad vanguardista en la poesía panameña”, “el poeta más original de su generación y el de las siguientes”.

“Vida y 0bra de Demetrio Herrera Sevillano, nació a la realidad en en el año 2002 al calor de la beca literaria “Pedro Correa Vásquez”, bajo el patrocinio del Instituto Nacional de Cultura y es una obra que ha sido concebida de manera poco frecuente. Por ejemplo, la primera parte enfoca el aspecto biográfico a través de una recreación teatral que incluye los aspectos más significativos de la vida del poeta que tal vez sea insuficientemente conocida. La segunda parte de la obra se ocupa del análisis de la obra poética publicada que es un tema que es manejado con un provechoso enfoque que combina la claridad con el rigor científico. Juan Antonio Gómez ha intentado establecer con admirable precisión cómo Herrera Sevillano ha construido sus poemas fusionados con los avatares de su vida cotidiana y con los nuevos aspectos formales que su obra experimenta a medida que aumenta su cultura poética en cuanto a la métrica y sus hallazgos metafóricos que lo llevará a ese extraordinario aporte a la poesía panameña que es su libro “Kodak”. Tengo interés en citar un trozo que Gómez dedica al análisis de “Kodak” donde revela la calidad del trabajo que ha realizado y donde es evidente el cariño y el amor por la poesía y el entorno del poeta santanero. Gómez escribe: “En “Kodak” el poeta sale de sí mismo, se lanza a recorrer las calles y “retrata” con su “retina vanguardista” imágenes llenas de plasticidad , movimiento, gracia e ingenio. Así lo vemos frente al muelle, en la bahía de Panamá contemplando absorto el mar, los barquitos movidos por el vaivén de las olas, los edificios, el vapor que echa humo, la torre de una iglesia y los pájaros marinos, y la lección aprendida de su nuevo maestro Vicente Huidobro”.

Creo que este libro de Juan Antonio Gómez continúa la línea de ese lúcido y abarcador libro de Elsie Alvarado Ricord sobre la obra de Demetrio Herrera Sevillano, y sin duda, amplía e ilumina otros aspectos de la vida cotidiana y simplemente mágica de un autor panameño que logró cultivar un lenguaje donde lo popular y lo moderno se expresaron como una simbiosis y al son de la guitarra de un poeta del pueblo.