MELANIE KLEIN

Apuntes cedidos en su día por la Dra. Mª Luisa Herrero

Datos biográficos. Técnica empleada. Desacuerdos con Ana Freud. Relación con la Sociedad Inglesa de Psicoanálisis.

Melanie Reizes Klein, nació en Viena en el mes de Marzo de 1882. Su padre fue médico judío y ella era la menor de cuatro hijos. A los 14 años había decidido estudiar medicina, pero debido a que a los 17 años se comprometió con el químico Arthur Klein, cambió

BUS planes contrayendo matrimonio a los 21 años de edad.

Estudió, igual que Ana Freud, magistario. Su matrimonio no fue feliz, por lo que en el año 1923 se divorció. Tuvo tres hijos, Melitta, Hans y Eric.

El matrimonio Klein había fijado su residencia en Budapest y allí leyó Melanie su primer libro de Freud, quedando tan interesada por esa lectura que inició su tratamiento psicoanalítico con Sandor Ferenczi. Habiendo trasladado su residencia a Ber1in después de su divorcio, siguió el análisis iniciado con Ferenczi con K. Abraham que residía en Berlín.

Abraham murió en el año 1925 (absceso subfrénico. Como sabéis, había trabajado el problema de las psicosis y no creo que sea tan solo una casualidad el hecho de que esta mujer, con vocaci6n de médico, frustrada en estas aspiraciones, pero analizada por un médico.

Muy interesada en las psicosis, haya sido la que con sus intuiciones y observaciones, abriera el camino teórico analítico, para un mejor conocimiento y posibilidades de tratamiento de los enfermos psicóticos.

Murió a los 78 años, en el año 1960, después de haber sido operada de una neoformaci6n y a consecuencia de una embolia pulmonar.

Después de la muerte de Abraham, en el año 26, invitada por E. Jones se trasladó a Londres donde fijó definitivamente su residencia.

Realmente es notable su contribución al psicoanálisis y su acento, al igual que habían hecho otros disidentes como Jung y Rank, fue colocado en las relaciones primitivas del niño con la madre. Sin embargo, a diferencia de estos, no tuvo necesidad de disidir. Lo que hizo fue utilizar como base en su comprensión y exposición de los fenómenos del desarrollo humano y también de los neuróticos y psicóticos, los últimos conceptos freudianos acerca de los instintos.

Al partir de estos presupuestos y empezar a observar muy de cerca al niño desde su nacimiento es indudable que se obtienen otros resultados diferentes a los que había desarrollado Freud, quien había partido de otra dualidad de instintos (conservaci6n y sexualidad) y en otro tipo de personas(enfermos psíquicos adultos).

La obra de Melanie Klein es un edificio bien trabado y creo, o por lo menos el único que conozco de esta envergadura y que se cimenta sobre el Eros y el Tanatos. No se reconoció a sí misma como disidente de Freud, sino como ampliadora de sus conceptos .La verdad es que ha sido la única persona que los modificó notablemente a pesar de lo cual permaneció dentro de la sociedad psicoanalítica.

Tuvo serias dificultades con Ana Freud en y con la sociedad psicoanalítica de Londres.

La función materna no se consideró de gran interés hasta la década del año 1920 y con este interés se comprobó también la importancia de la comunicación preverbal. Debido al planteamiento del interés por etapas tan precoces, no es de extrañar que fueran los seguidores de Melanie Klein los primeros que empezaron a considerar la necesidad, en algunos casos, de análisis hasta de 10 años de duración. A pesar de su creatividad, no fue Melanie Klein buena expositora de sus ideas.

Veamos algunos de los puntos que resultan cruciales en su labor. En primer lugar, es importante el papel tan sobresaliente que juegan las fantasías inconscientes, de las cuales ya hablaremos, pero que sin ellas no resulta posible todo el edificio conceptual elaborado por M. K. y su escuela. Aunque han sido múltiples las críticas dirigidas hacia estos aspectos, basadas fundamentalmente en la dificultad para demostrar la existencia de tales fantasías, es indudable que con su presencia se resuelve un hiato presente en las teorías freudianas, como es el de contenido psíquico en los primeros meses de existencia. Precursor suyo en este campo fue C. G. Jung, quien con su descripción de los arquetipos y del inconsciente colectivo, ha sido el que ha facilitado a los psicoanalistas la tarea de trabajar bajo el presupuesto de un mundo psíquico poblado de “objetos internos”. Y ya, desde este punto de vista, tenemos que considerar que la regresión que hasta entonces era considerada como una señal de peligro, deja de serlo como tal para comprenderla como una profundización en el análisis.

También han sido los kleinianos los que han puesto de manifiesto hasta qué punto el desarrollo normal de cualquier individuo va vinculado a etapas psicóticas. Siendo estos procesos, por lo demás tan llamativos, modificaciones en la intensidad e interacción de tendencias presentes en todo desarrollo considerado como normal. Desde este punto de vista el psicótico deja de ser ininteligible, como afirmó la psiquiatría clásica, para convertirse el enfermo que ciertamente es de muy difícil comprensión, pero esto es posible.

Otro fenómeno interesante de esta escuela se encuentra en la aceptación que hace y el uso que hace de los componentes instintivos de muerte. Al aceptar la teoría de los instintos que propone Freud a partir del año 1920, basa su teoría y por consiguiente su práctica, sobre la dualidad de los instintos de vida e instintos de muerte. Ello le permitió poner de relieve en un primer plano el componente de odio y agresividad existente en el ser humano. Hasta tal punto fue así, que cuando Freud elaboró su concepto de agresión tuvo en cuenta la obra de Klein, considerando como muy aceptable la idea de que el superyo del niño puede estar muy afectado por sus propias fantasías agresivas proyectadas. En realidad la posición de Freud frente a Melanie Klein fue la misma que mantuvo ante otras desviaciónes, considerarlas “ininteligibles” y así como en otros casos se había vivido atacado personalmente, esta vez consideró que el ataque iba dirigido hacia su hija Ana. Sin embargo, debido a diversas circunstancias, fue la primera vez que el psicoanálisis fue capaz de mantener una desviación semejante dentro del movimiento.

Podemos decir que toda la teoría freudiana sufrió una intensa revulsión, y hasta tal punto es así, que cuentan algunos emigrados psicoanalistas de la Europa central que cuando se pusieron en contacto con la sociedad inglesa, no podían entender el léxico que allí se utilizaba.

M. K. Se van desarrollando ideas que requieren nuevas expresiones. Surgen nuevos conceptos, como son: la precocísima aparición del complejo de Edipo; la existencia de un yo desde los primeros momentos de la vida; el nacimiento del susperyó no como reemplazador del complejo de Edipo, sino como ya presente en los primeros fenómenos de introyección; el origen de la ansiedad como percepción del instinto de muerte, en vez de, como opinaba Freud, en el estancamiento de la libido; el importantísimo papel que juega el yo en la elaboración de los símbolos, cuando a de elaborar el duelo por el objeto perdido, etc.

También fue la que señaló la importancia que para el desarrollo de los hombres tiene la envidia hacia las mamas (envidia primaria), sin dejar por ello el miedo a la castración.

Ya en el año 1921 había publicado su primer artículo "El desarrollo del niño". Muy prontamente comprendió que el niño expresa sus fantasías, sus deseos y experiencias de un modo simbólico por medio de juguetes y juegos y que cuando juega utiliza los mismos medios de expresión, arcaicos y filogenéticos que nos es familiar a través de los sueños. Por lo que llevó a la consideración de que la técnica más adecuada para los niños es la de interpretar los juegos como si de un sueño se tratara, eliminando, al igual que con la técnica de adultos, cualquier tendencia educativa que distraiga la atención del terapeuta infantil, de su verdadera misión que es la de interpretación y sólo daba por terminado un análisis, cuando el niño, tenga la edad que tenga, haya podido utilizar dentro del análisis su más amplia capacidad de hablar.

Por lo tanto, se ha de comprender adecuadamente el simbolismo, lo cual quiere decir, que además de saber el significado de cada símbolo por separado, al mismo tiempo ha de tener muy en cuenta los mecanismos y formas de representación usados, sin perder nunca de vista la relación de cada factor con la situación total. Pues, un simple juguete puede tener diversos significados, los cuales hemos de ir comprendiendo en el transcurso del juego, como también hemos de llegar a comprender el por qué del paso de un juego a otro (ansiedad, explicación) o el abandono de determinados juegos etc.

El niño tiene más tendencia a actuar que a hablar y por dos motivos fundamentales: el hablar le produce más ansiedad, mientras que el juego se trata de una actuación más primitiva que la palabra o el pensamiento. En la actividad del juego, el niño está operando la forma de una conjunción de repetición, la descarga de fantasías de masturbación, cuyo primer plano lo ocupa la representación de la escena primaria.

Es opinión de M K. que sólo después de haber analizado la escena primaria y las tendencias genitales dentro de los primeros estadios de un análisis infantil, es cuando se puede poner al descubierto las representaciones de sus experiencias y fantasías de pregenitales. Es fácil de comprender que sólo después de haber elaborado su preocupación inmediata que se refiere a las relaciones entre sus padres y a su propia genitalidad, quede desbloqueado el camino que conduce a sus estratos más profundos.

Ya sabréis que el instrumental que utilizó M. K. fueron: muñecos y muñecas de manera, toda clase de vehículos (carros, carruajes, automóviles, trenes, etc.), Diversos animales, cubos de distintos tamaños, casas. También papel, lápices y tijeras.

Se sorprendió la señora Klein de la capacidad que tiene el niño para comprender la situación y el rápido efecto que tiene la interpretación adecuada. La interpretación oportuna va seguida de manifestaciones de diferentes formas, como son: una mayor expansión en sus juegos, el afianzamiento en la transferencia (se confía las personas que no mienten y saben lo que pasa), la disminución de la ansiedad, una progresiva y mejor relación del niño con la realidad etc.

Como ya mencionamos anteriormente en el año 26 se trasladó a trabajar a Londres, donde invitada por E. Jones que tenían interés en el análisis de sus propios hijos, ingresó en la sociedad psicoanalítica inglesa. Fue muy bien acogida por los que querían un mejor aprendizaje de psicoanálisis infantil. Y ya por el año 1930 estaba trabajando, no solamente con niños, sino que también con adultos.

Hubo un simpósium sobre análisis infantil en el año 1927 con motivo de prestar una atención particular al libro de Ana Freud "introducción a la técnica del análisis de niños" publicado en el 26. En este simpósium hizo hincapié la señora Klein sobre sus puntos de vista comparándolos con los de la señorita Freud con los que no coincidía. Posteriormente y ya en el año 46, en una versión revisada y ampliada de dicho libro que se tituló "el tratamiento psicoanalítico de los niños", se manifiesta la señorita Freud con conceptos más semejantes a los de la señora Klein, como ya veremos más adelante, una vez que primero hayamos expuesto los puntos de desacuerdo.

Aunque estos puntos son bastantes, vamos a coger los cuatro puntos principales en los que la señora Kennedy se encuentra en total desacuerdo y que son:

  1. Hasta donde debe ser llevado un análisis infantil.

  2. La combinación con influencias educativas-

  3. La utilización de la angustia en los sentimientos de culpa para una mayor apego al psicoanalista.

  4. La no utilización de la técnica de juego.

En este simposium mencionó en primer lugar el escaso desarrollo que hasta entonces había tenido el psicoanálisis de niños, imputando esta situación al hecho de no haber sido encargado nunca con un verdadero espíritu científico y libre, sino lleno de prejuicios. Uno de ellos fue el temor a analizar el complejo de Edipo. Refiriéndose a esta incapacidad mencionó el dicho de "es el espíritu con el que construye el cuerpo" para hacer notar la cortedad de espíritu que había presidido hasta entonces los estudios infantiles. Mencionó también el hecho de que todos los medios que para un adulto se considerarían incorrectos en su análisis, eran considerados como valiosos por Ana Freud en el análisis de los niños. Critica lo que Ana Freud llama "entrada", después de la cual piensa Melanie Klein que ya es difícil establecer una situación verdaderamente analítica los. No está conforme santoral en que los niños sean considerados de distinta manera que los adultos, y piensa que el error de Ana Freud radica en que coloca el consciente, tanto en el niño como del adulto, en un primer plano, pareciendo olvidar que el trabajo psicoanalítico transcurre en otro plano; aunque indudablemente se consideran toda clase de respetos al yo de analizado. Así pues, rechaza de plano los dos primeros puntos en que se asienta el trabajo de Ana Freud.

En cuanto al problema de la movilización de la angustia también hay disensiones, pues si bien tanto los sentimientos de angustia como los de culpabilidad son importantísimos para la posibilidad de un tratamiento, también considera muy importante el manejo que se haga de ellos. El que se prepare un niño para que tenga conciencia de enfermedad o de "portarse mal" lleva implícito el que desde ese mismo momento se cuente con la angustia y la culpa y según opinión de Melanie Klein es cruel y perturba la transferencia si desde ese mismo momento precisamente no se trabaja con esos sentimientos.

Indudablemente y enfocado el tratamiento desde este punto de vista quiere decir que hay que abordar la transferencia negativa desde un principio. Esto parece difícil, pero a medida que vayamos comprendiendo las teorías de Melanie Klein veremos como su método de interpretación es muy útil, pues en el hace que confluyan tres aspectos claves; el sentimiento de angustia o transferencia negativa, el material que el niño está produciendo en ese momento, mientras que se retrotrae el problema hacia su objeto original (la madre).

Esta conducta psicoanalítica, si bien hay que reconocer que exige conocimientos y viveza, además de una gran libertad, tiene la ventaja de que da por resultado el comienzo de una transferencia positiva. Los aquí presentes, aunque no hayais tratado a niños y si sólo adultos, también habréis observado en estos, que la interpretación hecha en estos términos da una respuesta muy positiva en nuestro trabajo, el paciente confía en nosotros, deja de vernos como charlatanes y empiezan a percibir la seriedad y profundidad de los conocimientos puestos en juego. Quizás puede que no seamos excesivamente simpáticos, pero si somos fiables. Además de que hay que tener en cuenta que el paciente puede estar un tanto perturbado, pero rara vez es tonto y es el primero que percibe si es tratado con el respeto que se merece y percibe muy bien la diferencia que hay entre la verdad y el intento de manejo y aplacamiento. Pues con los niños pasa algo semejante. Y esto es lo que defiende Melanie Klein. La diferencia entre ambas autoras desde el punto de vista de Melanie Klein y refiriéndose a la angustia y la culpa, es que Ana Freud utiliza esos sentimientos para que el niño se apegue a ella, mientras que Melanie Klein los utiliza ya desde el mismo momento de ponerse en contacto con el niño para el trabajo analítico. Tanto la forma de provocar angustia en algunos casos, como lograr por todos los medios una transferencia positiva en otros, son, dos errores analíticos. Las dos transferencias son manejadas por Melanie Klein con la técnica de interpretación que mencioné anteriormente, la cual repito, pues es muy importante: poner en conexión el contenido del juego, con la transferencia y con el significado habido con el primer objeto.

Decíamos también que Ana Freud presentaba una serie de argumentos teóricos en contra de la técnica de juego ideada por Melanie Klein. No pone objeciones a que se aplique el juego como observación, pero si las pone en cuanto se trata de su utilización para tratamiento. Considera sin embargo Melanie Klein al juego como una gran ventaja, piensa que éste permite una conexión directa con el inconsciente del niño, aunque como es natural, lo mismo que en el adulto se observan resistencias que en los niños se manifiestan frecuentemente por la aparición de la angustia (cambios de juego, abandono, pateo de juguetes, o bien directamente sobreviene una crisis de angustia). Indudablemente todos estos fenómenos han de ser interpretados continuamente. Sólo a través de la interpretación que es la que va liberando y aliviando la angustia, se va ganando el acceso progresivo al inconsciente del niño, lo cual le permite seguir fantaseando y creando nuevos focos de angustia en los que se puede ir penetrando. Si a veces el niño no utiliza la palabra no es por que no sabe, sino porque le produce un monto excesivo de angustia, mientras que el juego, al estar en este la representación simbólica un poco más alejada del mismo niño que la propia palabra, las asociaciones pueden aparecer con mayor soltura y con menos temor a los de algún modo expresado. Lo que es evidente es que si lo que se teme por parte del terapeuta es movilizar el complejo de Edipo, no deben emplearse la técnica de juego, pero que si se emplea se va a hacer parte ineludible tener que penetrar en este, a partir de lo cual no se pueden poner límites al análisis en ningún sentido

Otro aspecto que separan notablemente a estas dos autoras, es su distinto concepto de la transferencia. Opina Ana Freud que los niños no existe una verdadera neurosis de transferencia, como existe en los adultos. Aduce el argumento teórico de que los niños no están capacitados para ello, por tener a los padres todavía, como objetos de la realidad. Sin embargo Melanie Klein piensa que de hecho existen esas transferencias puesto que los padres, objetos originarios hace mucho que dejaron de serlo porque se fueron transformando en imagos.

Los niños expresan sus sentimientos y reacciones de manera distinta a como lo hacen en su casa y además las reacciones afectivas se modifican según la forma en el momento en que se encuentran. Tampoco está de acuerdo con Ana Freud en atraer hacia sí la transferencia positiva y alejar la negativa, ya que ésta, no elaborada, irá dirigida contra las personas con las que el niño está vinculado en la vida diaria.

También siguen estando en desacuerdo en lo que se refiere al superyo. Para Ana Freud en superyo infantil es casi idéntico a las exigencias de los padres, para ello se basa en los presupuestos evolutivos del superyo expuestos por Sigmund Freud. No piensa lo mismo Melanie Klein para quien, si bien el yo del niño no es comparable al del adulto, no ocurre lo mismo con el superyo, el cual está más próximo al individuo más crecido. Para modificar este tremendo superyo infantil (cuyo origen estudiaremos más tarde) es necesaria una verdadera investigación en todo el complejo edípico.

Todavía siguen las diferencias en cuanto a cómo hay que actuar cuando las tendencias inconscientes del niño se han hecho conscientes. Cree Ana Freud que no se puede esperar a que el niño asuma por sí mismo la total dirección y y que ha de ser el analista el que guíe al niño en este aspecto tan importante. Melanie Klein lo que piensa es que el análisis debe seguir avanzando.

En realidad cuando comparamos a las dos autoras donde parece verse la mayor diferencia es que Ana Freud no parece intentar un análisis tan profundo, evitando intervenir entre el niño y sus padres para que no peligre la educación del hogar. Y es éste no ahondar en el complejo de Edipo lo que marca las diferencias de las dos y sus respectivos métodos de trabajo.

Esta vieja disputa del año 27 tuvo su colofón por parte de Ana Freud con la publicación en el año 1947 de un nuevo libro, donde en el prefacio y en la tercera parte presenta varias modificaciones, declarando que, en lo que concierne a la parte educativa ya no es necesaria. Acepta también, por lo menos en parte, la técnica de juego. También disminuyó la edad del poder aplicar la técnica de análisis admitió también que se podían analizar niños con perturbaciones psicóticas. Y finalmente reconsideró la fase introductoria, considerando que es innecesaria, sobre todo para aquellos casos que directamente se pueda penetrar en las primeras resistencias con medios analíticos. A pesar de la aproximación de Ana Freud a los puntos de vista kleinianos, se piensa Melanie Klein de que nunca ha querido comprender que aparte de la interpretación simbólica del juego, también trabaja con el lenguaje, los sueños diurnos, los sueños, relaciones emocionales con el mundo exterior, etc. Por otra parte, esta discordia empujó a Melanie Klein a sistematizar sus conocimientos, publicado su libro "El Psicoanálisis de Niños" en el año 1932.

En un principio, las aportaciones de Melanie Klein fueron bien acogidos en Londres, en parte porque rompía las aportaciones estereotipadas de los primeros analistas, además, porque era apoyada por E. Jones y también por sus originales puntos de vista. Llegó a haber tres subgrupos en la sociedad psicoanalítica inglesa; los que apoyaban a Melanie Klein, los que eran partidarios de una mayor ortodoxia y finalmente los que querían ser más eclécticos y pensar con mayor libertad, participando de toda clase de conocimientos. Se decidió, entre los años 43 y 44, tener una serie de discusiones en cuanto a la controversia que kleiniana, si bien el resultado no fue concluyente. Con los años, los grupos puramente kleinianos o puramente freudianos han decaído siendo el grupo intermedio o el que tiene mayor vigencia. Quien dirigió la batalla contra Melanie Klein fue Edward Glover, lugarteniente de Jones y quien todavía cuando ya había acabado la batalla escribía… "el grupo de Klein sigue a Rank al atribuir el desarrollo mental y todas las variaciones del trastorno mental a una situación traumática ocurrida no en el nacimiento sino poco después de este; sigue a Jung al atribuir poder dinámico y de desarrollo a las fantasías arcaicas".

En esta disputa ocupó lugar prominente la hija de Melanie Klein Melitta Schmideberg, médico y analista, la cual se entrevistó con su madre mientras estuvo en tratamiento con Edward Glover. Madre e hija se criticaron mutuamente el público y parece ser que la señora Klein sufrió mucho por esta circunstancia posteriormente Melitta fue alejándose de psicoanálisis por el cual se había enfrentado con su madre. K.

También sufrió Melanie Klein la muerte de su hijo mayor, Hans, a los 17 años en un accidente de montaña y que según la manera de pensar de su madre fue la expresión de un suicidio.

En general, han sido del grupo intermedio inglés donde han surgido los psicoanalistas más originales, como Balint y Winnicott.

Pero volviendo a Melanie Klein y para terminar esta introducción antes de penetrar en su obra podemos decir que esta autora tuvo y apreció más los sentimientos religiosos que Freud y en la forma de comprender muchos aspectos de su obra vemos el hincapié que hizo en teorizar sobre el hecho de que cuando somos buenos nos sentimos mejor.