Al día siguiente, Pablo y sus amigos le preguntaron a su padre qué pasó la pasada noche. El padre de Pablo contestó diciendo que nada, muy nervioso, y su padre se quiso ir, pero los niños no le dejaron porque aún tenían que hacer más preguntas, ya que les parecía muy extraño que estuvieran su padre y la madre de Manuel solos y por la noche dado que el padre de Pablo estaba casado. Los niños le hicieron muchas más preguntas, pero el padre de Pablo las negó todas. Les dijo que se lo podía explicar, les contó que fueron los dos al cementerio a dejarle flores al padre de Manuel. A los niños les pareció extraño por las horas en que lo hicieron, pero al final se lo acabaron creyendo y no le volvieron a preguntar en todo lo que quedaba de verano.