Isidora Zegers (1803-1869) nació en Madrid en 1803 al interior de una familia de origen flamenco. Fue educada bajo los paradigmas de la cultura franco-hispana con los cuales llegó a Chile gracias a la contratación de su padre por parte del gobierno chileno, estableciéndose en 1823. Zegers estudió canto con Federico Massimino pero también se formó en arpa, guitarra y piano, instrumentos que luego utilizaría para las artes vocales que la harían conocida en el medio nacional. En términos generales, su nivel técnico no era equivalente al de un profesional, sin embargo, sus competencias eran superiores al promedio de los músicos aficionados de la época en Chile, aspecto que le permitió dar rienda suelta a su pasión por el arte lírico italiano, especialmente de Gioacchino Rossini (1792-1868), a quien cultivó y promovió de manera sistemática. Esta impronta bel cantista ejercerá una notable influencia sobre el repertorio de salón del siglo XIX, que tenderá a ser de melodía fluida, liviana y afectiva, con funciones armónicas sencillas y un espacio para el lucimiento de la pureza estética de la voz. La semilla de sus contribuciones servirá para impulsar la difusión y posterior establecimiento de la ópera en Chile durante el siglo XIX.
Según lo que nos señala Eugenio Pereira Salas, la primera compañía de ópera que actuó en Chile fue la de Pezzoni-Bettali, que estrenó en Valparaíso El engaño feliz, ópera semibufa de Rossini. El cultivo de la música de Rossini por parte de Zegers tuvo aceptación en la aristocracia chilena, que comenzará luego a frecuentar estos actos instalando una actividad operística que estaba circunscrita a conciertos de arias más que a funciones completas de óperas. En los últimos años la musicología chilena actual se ha adentrado en este tipo de formatos de concierto no sólo por la impronta italianizante de su repertorio (considerada una traba para el surgimiento de la ópera “nacional”) sino también por los testimonios materiales que álbumes y partituras dejaron en la historia del siglo XIX. Este tipo de eventos, a la larga, contribuyó a la expansión de las “veladas musicales” en la ciudad, las cuales se integrarán al -ya conocido- sistema de sociabilidad burguesa en el que piano, política, género y bel canto se integrarán virtuosamente en el espacio living room de las clases acomodadas.
Isidora Zegers representa la artista plena del salón romántico en el que la cultura burguesa de la época tuvo un espacio para desarrollarse. Los salones servían también para el encuentro de diversos tipos de artistas, intelectuales, músicos y visitantes extranjeros, entre los cuales estuvieron Sarmiento, Rugendas, Monvoisin, Marín del Solar, Bello, Jotabeche, Gottschalk, Mitre y el propio Federico Guzmán (1827-1885), insigne representante de la música de esta época y primer compositor conocido de una zamacueca popular con aire popular. En esta línea, Zegers contribuyó a la fundación de la Sociedad Filarmónica (1827) junto a Carlos Drewetcke, y entró en contacto con los músicos chilenos más relevantes de la época, como Aquinas Ried (1815-1869), Guillermo Frick (1813-1905), Francisco Oliva, José Bernardo Alzedo (1788-1878) y José Zapiola (1802-1874), estos últimos con quienes colaboró diligentemente en la realización de la primera publicación periódica chilena sobre música, El Semanario Musical, que el sitio Memoria Chilena ha generosamente publicado.
Ahora bien, además del cultivo de la sociabilidad, la Zegers practicó la composición de obras para canto (solo o acompañado) y una serie de obras instrumentales, todas ellas de factura sobria escritas en Francia en la década del veinte (especialmente sus contradanzas, aquí registradas). Estas habilidades la sitúan más allá del salón y más próxima a la cultura del conservatorio, dentro de la cual se convertirá en la primera Presidenta de la Academia Superior de Música, en 1852, institución colaboradora del mismo conservatorio y de la cual se irá distanciando hasta su muerte, acaecida en Santiago el 14 de Julio de 1869.
Christian Spencer, CIAH Universidad Mayor
Este proyecto nace de la idea de realizar un concierto temático acerca de la vida y obra de Isidora Zegers, repasando algunas de sus obras para piano, explicando además los acontecimientos más relevantes de su vida y dejando en claro su gran aporte musical a la cultura y las artes de nuestro país en el siglo XIX.
La recopilación de las obras para piano de Isidora Zegers son un trabajo de investigación de dos destacadas académicas de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, Cecilia Margaño y Patricia Castro, quienes han dejado plasmado su trabajo en un compilado de 14 obras para piano en un libro titulado “Descubriendo partituras para piano de Isidora Zegers”.
De esta publicación yo he escogido 8 obras que para mí son las preferidas. Además, incluyo al final una obra de Federico Guzmán titulada “Une Larme” (Una lágrima). Esta obra es muy especial para mí porque fue un gran aporte como avance pianístico a mi formación. Cuando tuve que enfrentar el estudio de la pieza, fue un trabajo muy duro junto a mi profesora debido a que es una obra inédita de la cual existen muy pocas referencias, por lo tanto, se debe tener una gran comprensión musical para entender e introducirse dentro de la obra y descubrir su mensaje.
A continuación, los invito a sumergirse en estas preciosas obras para piano de Isidora Zegers donde podremos encontrar líneas melódicas que derrochan femineidad y elegancia, elementos característicos de la música de salón, que es la música de nuestro pasado musical chileno y por qué no imaginar que podemos revivir a través de estas obras la experiencia de estar y ser partícipe de una tertulia.
Vicente Baeza, titulado Pedagogía en Artes Musicales, Universidad Mayor