¡Encuesta breve y simple!
Si te interesa la Astrología, seguro habrás notado que Acuario es uno de los signos más mencionados en los últimos tiempos, especialmente refiriéndose a la Era de Acuario. Sin embargo, ¡no estaremos aquí para cuando la era comience!
Cada era está señalada por el signo que transita el Sol en su órbita a lo largo del Zodíaco. Y el astro recién ingresará al signo de Acuario dentro de varios siglos, cuando abandone Piscis (de Piscis a Acuario).
Cada tránsito dura aproximadamente 2.200 años, y aún seguimos en la era de Piscis, regida por Neptuno. En Occidente, la era de Leo suele ser la primera que se menciona para describir la aparición mítica del ser humano, hacia el 10.000 a.C., por lo que en los próximos siglos la humanidad estará dando un giro de 180º respecto de aquellos tiempos, ya que Acuario es el signo opuesto a Leo.
Pero ese punto de partida en la narración histórica fue precedido por la era de Virgo, la que habría finalizado con el famoso diluvio universal que cuenta la prehistoria, luego del cual comenzó la era de Leo.
Cuenta la leyenda que, en aquella era de Virgo, regida por Mercurio, se habrían desarrollado poderosas prácticas relacionadas con el uso de energías de todo tipo. Y que el mal uso provocó una gran catástrofe, con lluvias y hundimientos de vastos territorios y complejos urbanos. Desde allí partió Noé, el héroe de la leyenda que lideró la huida y preservó la vida de seres humanos y animales reuniéndolos a todos en un arca, la que halló tierra nuevamente cuando encalló en el monte Ararat (se cree que estaba en la actual Turquía). Salvando la propia vida y tratando de conservarla, comenzaba entonces la era astrológica de Leo regida por el Sol.
Hacia el 8.000 a. C. siguió la era de Cáncer, regida por la Luna, en la que la humanidad volvió a formar grupos, tribus y comunidades, en las diferentes regiones a las que las personas se habían dirigido durante la era anterior. Así se reorganizaron y volvieron a instalar particulares modos de vida, adquiriendo y adoptando costumbres y tradiciones particulares a lo largo de los siglos posteriores.
Hacia el 6.000 a.C. comenzó la era de Géminis, regida por Mercurio, con grandes avances en la comunicación, especialmente con la aparición de un nuevo lenguaje, lo que marcó el inicio de lo que se llama la historia propiamente dicha. Pictogramas y otras grafías similares se plasmaron al interior de cuevas y en varios artefactos de utilidad para la época, lo que permitió transmitir la experiencia más allá del tiempo vivido. Así comenzó el uso del símbolo en lo mediato, un nuevo lenguaje que sería desarrollado y multiplicado durante los siguientes 2.000 años.
Ya hacia el 4.000 a.C. comenzó la era de Tauro, regida por Venus, con sus construcciones físicamente imponentes, como lo fueron las pirámides de Egipto. Pero lo físico no sólo fue importante en relación a los objetos sino también para la vida diaria de las personas, ya que hubo grandes avances en el estudio, tratamiento y conservación de sus cuerpos.
Luego, con la era de Aries hacia el 2.000 a.C., comenzó una época de desarrollo armamentístico, especialmente a través del uso de los metales. Grandes guerras y conquistas se aprecian en la historia de antiguos imperios y reinos, en afán de expandirse mediante el uso de ejércitos e invasiones.
El año 0 occidental suele indicar el inicio de la era de Piscis, regida por Neptuno, con el surgimiento de religiones de tipo masivo, y la incorporación de ritos y costumbres de origen místico o mistérico en la vida diaria. La era ha mostrado el borramiento progresivo de fronteras de todo tipo, ya sea en la combinación de dialectos e ideas muy disímiles, en el comercio y economía globalizadas, y hasta en la chance de que dos personas que viven en puntos opuestos del globo puedan reunirse en un mismo lugar físico con mediana facilidad.
La era aún está lejos para la humanidad, ya que seguimos al Sol mientras el sistema se despide de Piscis. No se entiende muy bien por qué el signo está tan presente en medios de comunicación y entre las personas, excepto por el reciente ingreso de Plutón por tránsito, el que de todas formas no será el último antes de que comience la nueva era...
Al respecto, Plutón en Acuario: el karma de una generación fue un artículo del 2023 que señala la importancia kármica de este tránsito para una franja etaria muy específica (los nacimientos entre julio y diciembre de ese año), ya que el planeta aspectará a los nodos lunares del karma en tres oportunidades: ¡al inicio, en la etapa intermedia y al final de su progresión en el signo! Que el aspecto se produzca tres veces abarcando al signo en su totalidad, y en relación con los nodos, y además durante el período de vida que agota el karma natal, no suele suceder muy a menudo, por lo que ese tránsito fue y será una chance increíble para agotar el karma Aries-Acuario de las cartas natales de quienes hayan nacido durante esos meses.
Pero no parece haber otra gran razón para destacar a Acuario, excepto si se desea comparar eventos actuales con los del tránsito previo en el mismo signo, aunque esto también interesa con Urano y Neptuno, los otros planetas de ciclos extensos.
De aquí hasta que comience la era del signo, estaremos despidiéndonos de todo tipo de masividades que tiendan a borrar diferencias, detalles y particularidades. Y, ya con Acuario, todo saldrá progresivamente a la superficie, con el impulso de una creatividad casi eléctrica. Habrá muchos menos idealismos, y todo llevará a desarrollar aún más las condiciones concretas, transformando los potenciales en realidades tangibles.
Si estás leyendo esta nota, seguramente querrás saber algo más del signo, por lo que aquí menciono sus características más importantes a través de los diferentes regentes que le asignan la Astrología tradicional y la Astrología esotérica.
El regente actualmente más conocido es Urano, el planeta de la electricidad y la innovación, las que en estos tiempos están más reflejadas en los desarrollos tecnológicos de última generación. Antiguamente, así era designado el padre de los dioses griegos, el creador que emite rayos, también celoso de Gea la Tierra, de la que no se despegaba. Con su magnetismo la rodeaba y no dejaba espacio para nada más, lo que fue uno de los motivos para que posteriormente uno de sus hijos lo castrase.
Una de sus famosas hijas, Venus, nació cuando su esperma fue desparramado en el océano. Acuario también es un signo asociado a la diseminación, con la clásica representación del aguatero que vierte el flujo de su cántaro, desde lo alto hacia la humanidad. Así, es un signo proveedor pero sin ser específico: algo llega pero no se sabe de dónde. Son las redes, las conexiones sin nombre, la transmisión que recorre el espacio porque ella misma es liviana, porque no hay obstáculos que la detengan, ni en la mente ni en las emociones ni en el cuerpo. Cuando encontramos estas características en situaciones, objetos, seres y personas, entonces estamos viviendo la energía de Acuario.
El signo también es un salto hacia otra escala, así como cuando la electricidad a veces anima la materia inerte y esta responde sin resistir. Es muy difícil sustraerse a su influencia, y una vez que entramos en contacto con ella casi no hay manera de evitarla. Acuario llama nuestra atención y, cuando se presenta, no deja que nos desviemos de él. Pero el signo no es personalista sino que nos hace saber su intención a través de su presencia: demanda, señala, empuja hacia (a veces sin preguntar…).
Además, lo hace sin muchas explicaciones. Parece que tiene algo atractivo que ofrecer, y nos lo vende despertando nuestro interés. El atractivo está en el aire, se lo respira, y huye de las palabras que lo nombrarían porque, justamente, el signo se expresa en un magnetismo muy físico, uno de los más carnales del Zodíaco. Aunque también es muy hábil con las palabras, y por lo general tendrá el adjetivo justo para despertar lo que quiera intentar, provocar o inducir… ¡Acuario sabe!
Y la experiencia que así nos trae, continúa. Siempre parece tener más, como si sus reservas no se agotasen. Hay algo que descubrir con él, y así encontramos nuevas áreas e intereses que hasta incluso podrían reorganizar el diseño de nuestras vidas. Otro de los regentes del signo es Júpiter, el dador de vida, el que nos hará saber en el corazón si un nuevo rumbo u horizonte es adecuado o no.
Acuario es uno de los signos menos dependientes y más autodefinidos. Por lo general, no esconde ni escatima, ya que todo él aparece mayormente a través de despertares (a veces al modo del dios de los rayos), tras los cuales luego se encuentran fluidez y recursos de diverso tipo, internos y externos. Si algo no surge, simplemente no surge. Si algo no se halla, no ha sido retirado ni sustraído... Esto se aplica tanto en cuestiones concretas materiales como en asuntos privados y sentimentales. De ahí surge cierto grado de desprendimiento y también un tono de aparente frialdad.
El destello es una de las formas que adquiere en nuestras vidas personales. Un destello cuya intensidad deja huellas. Además, su tendencia es continuar en aquello que despierta, llevarlo a la expresión, por lo que no hay retornos con la energía de Acuario: las raíces pasan a estar en cada nueva cumbre, en cada cima o pico alcanzado.
Allí está lo singular y personal del signo, y no se desvía de ello, contra viento y marea, tarde o temprano, con o sin vueltas. Siempre vuelve a la cumbre que ha alcanzado. Otros regentes del signo son Marte, que aporta voluntad férrea y guerrera, y Saturno, que aporta estos rasgos de sanción inexorable y obligación o deuda consigo mismo, con la verdad interna que el tiempo muestra como innegable.
De hecho, Saturno rigió el signo hasta que se descubrió Urano en el s. XVIII. En el relato mítico, el dios de los anillos destronó a su padre del cielo y tomó su lugar, creando así su propio karma ya que, más tarde, uno de sus hijos haría lo mismo con él. Saturno suele estar asociado a la espera paciente a lo largo del tiempo, a los frutos del trabajo de desarrollo, al camino de ascenso hasta la cima (Urano está por sobre la cima). Y así, Acuario también expresa su particular karma: lo diseminado, lo que llega, es lo que corresponde. Lo que se provee es karma (Saturno, Urano). Lo que se provee es el karma del propio deseo (Marte).
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