La familia y la escuela deben ir siempre encaminadas, posibilitando el desarrollo de habilidades físicas, cognitivas y emocionales en los niños y niñas. El papel que juega la escuela en la contribución de mejoras en las prácticas sociales y las relaciones entre los sujetos, va mediado desde lo que los niños y niñas construyen en sus espacios de socialización teniendo como referente sus familias. La familia ayuda en el desarrollo de actitudes y valores para fomentar la igualdad de género, la aceptación y respeto hacia las mismas; poder conversar entre ellas mismas sobre la diversidad sexual y de género como un tema que permea el escenario escolar y social.
Desde hace tiempo atrás la sexualidad ha sido un tema complicado de mencionar y desarrollar dentro de las instituciones educativas, los diferentes contextos han ido creando un sinfín de prejuicios sociales que aumentan desigualdad de género dentro de las aulas de clase. Es necesario disminuir estas brechas desde la escuela e iniciar desde temprana edad con la enseñanza, conocimiento y aceptación de las diferencias, logrando que las futuras generaciones sean más equitativas e incluyentes.
La escuela cómo segundo contexto en el cual los niños aprenden y se forman no debe ser ajena a las realidades de sus estudiantes, por ende debe fomentar espacios de integración y participación en los cuales los niños manifiesten aspectos fundamentales de su vida(gustos,preferencias, habilidades) siendo de gran importancia el tomar como punto de partida las concepciones que ellos manifiesten frente a temas cotidianos y de su interés en el aula de clase.
A partir de la comprensión de categorías como roles y estereotipos de género y otras emergentes en la investigación puede ser el insumo para proponer estrategias de intervención desde una mirada más amplia al concepto de género, posibilitando la construcción de una sociedad más equitativa e incluyente.