Fue un viernes. Una hora y media antes de que comience octubre terminé de dar mi última clase, luego de 50 años ininterrumpidos de docencia. Estuve a una hora y media de infringir la ley que me prohíbe ahora estar frente a estudiantes de grado. Esa ley me condena al paraíso de la jubilación, adonde no quería ir. Resistí todo lo que pude, haciendo uso de un decreto que permite presentar la renuncia condicionada a que el beneficio esté efectivamente acordado. Lo hice con la tranquilidad de sentir que nunca, en estos cincuenta años, fui mejor docente que ahora.
No me quejo. La suerte quiso que llegue al final física e intelectualmente entero. Y me dio también la oportunidad, pandemia mediante, de dejar en este sitio testimonio del principio que guio mi forma de enseñar física. Terminaré resumiéndolo de nuevo ahora, los detalles están desarrollados en el sitio:
Vienen tiempos difíciles. Debemos pensar que es probable que el futuro nos enfrente colectivamente a situaciones nunca vividas, como ya lo hizo en 2020. En algunas decenas de años la ciencia duplicará el volumen de conocimientos acumulados hasta hoy en 20.000 años de evolución cultural, y la tecnología permitirá acceder a él en forma prácticamente instantánea. Sin embargo, cada vez más estaremos también expuestos a información falsa, diseñada con la expresa intención de orientar nuestra opinión de acuerdo con los intereses de otros.
En este escenario el recurso que nos será útil será nuestra capacidad de discernir, no la de recordar. Esto fue lo que quise brindar a mis estudiantes. Y es lo que trataré de seguir haciendo, en los ámbitos en que se me sea permitido.
Ayer, 25 de diciembre, con el curso ya terminado, subí el que será el último video de este año. Probablemente no lo habría hecho si uno de ustedes no me hubiera recordado, mientras daba su coloquio final, que yo lo había prometido en el bloque anterior.
Ha sido un año muy singular, en el que todos nos hemos tenido que enfrentar a situaciones para las que no nos habíamos preparado, con los recursos con que contábamos, pensados para otros escenarios. Creo que debemos considerar que esta situación se repetirá frecuentemente en el futuro. En nuestro curso, hemos pasado el año aprendiendo a observar sistemas y hacer balances. La observación de las magnitudes puestas en juego en la evolución de nuestro planeta, tomado como sistema, arroja resultados muy contundentes:
Consumimos cada año una vez y media la cantidad de recursos que podemos renovar. Pese a ello, la tercera parte de las personas que nacen hoy en el mundo son indigentes. La tercera parte de los alimentos que producimos a escala planetaria se desperdician, alimentos que serían suficientes para alimentar a esas personas. Los recursos no alimentarios que consumimos a escalas que no podemos renovar, si no se convierten prematuramente en basura, se convierten en riquezas que se acumulan cada vez en menos personas, mientras los pobres siguen empobreciéndose. Menos de cien personas acumulan la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial. Las transformaciones que producimos en el planeta para alimentar ese consumo, producir esa basura, y generar esa riqueza están cambiando la estructura de nuestra biósfera, provocando un aumento de su temperatura que a su vez tiene como consecuencia el aumento del nivel del mar, lo cual amenaza con dejar sin hogar a cuatrocientos millones de personas en los próximos treinta años.
Hay quienes reniegan de la ciencia y la tecnología porque consideran que es por ellas que llegamos a este punto. Yo creo que solo la ciencia, la tecnología y el pensamiento racional que las alimenta nos darán una chance de revertir esta situación. Y es con esta convicción que oriento desde hace años los contenidos de este curso de termodinámica, y sobre todo la forma de plantearlos: lo verdaderamente importante es el razonamiento, no las conclusiones. Importa entender la red de conexiones lógicas que vinculan los hechos que observamos, no la mera descripción de esos hechos. Es nuestra capacidad de razonar el principal recurso que tendremos cada vez que nos enfrentemos a situaciones inéditas. Por eso me motivó que uno de ustedes haya estado esperando un video más antes de rendir un examen, porque me hizo creer que esa persona estaba esperando algo que la ayudara a entender mejor, no solo algo más que recordar.
No creo que haya alguno de los que llegó a leer hasta aquí que descrea de la ciencia y la tecnología, pero quizás muchos crean que Dios proveerá, que de su mano encontraremos el camino. Hace un mes la muerte natural de un solo hombre conmocionó al mundo y trajo a las primeras planas de todos los medios de comunicación del planeta el aforismo sobre la mano de Dios. Escribí privadamente en esos días un texto que creo está vinculado a los contenidos de los párrafos anteriores. A quién le interese la reflexión de un profesor de ciencias sobre ese hecho esencialmente emocional puede desplegar ese texto más abajo. Aquí basta decir que creo que ninguna divinidad puede eximirnos de nuestra responsabilidad como especie sobre nuestro futuro y el del planeta que habitamos.
A menudo me pregunto si no será demasiado pretenciosa mi esperanza de ejercer alguna influencia positiva en temas tan trascendentes como el futuro de nuestra civilización, desde una materia que quizás los demás vinculen solo con el aire acondicionado y los motores. Una y otra vez me respondo que es preferible que ustedes mismo lo juzguen a que yo me autocensure.
Mientras tanto en el límite menor del rango de mis pretensiones, espero que al menos este curso les haya servido para entender cómo funcionan el aire acondicionado y los motores. En cualquier caso, les agradezco la presencia, el interés y el esfuerzo en adaptarse a mi modo de ver la materia que demostraron a lo largo del año.
Los seres humanos lo concebimos a nuestra imagen y semejanza, postulamos su existencia, y le asignamos entre otros, tres atributos que nuestros padres biológicos pierden ante nuestra mirada una vez que dejamos la niñez:
“Tomados de su mano nada malo nos puede ocurrir”
“Él define el bien y el mal, y administra justicia sobre nosotros.”
“Él tiene entre sus manos nuestra realidad, todo lo que nos ocurre, ocurre porque Él lo permite. Lo que planeamos a futuro, lo haremos si el quiere”
Lo llamamos Dios Padre Todopoderoso, sin ambages, eufemismos, ni metáforas. Recursos que aparecen profusamente en cambio para tratar de relativizar la aplastante evidencia empírica en contra de la idea de que Él está haciendo uso efectivo de esos atributos:
“La mano de Dios escribe con letra torcida”
“La mano de Dios aprieta, pero no ahorca”
Para cubrir la insuficiencia de estos y otros aforismos concebimos también la vida eterna después de la muerte, el paraíso, el infierno, y la reencarnación. Sin embargo, la idea de la justicia divina en la vida terrenal subsiste. No es extraño que ocurra entre los privilegiados que tenemos una vida digna, porque de esa forma Dios justifica nuestros privilegios, pero notablemente, ocurre especialmente entre los más débiles y desposeídos, los que más padecen la injusticia de la realidad. Probablemente porque esa realidad sea tolerable solo por la esperanza de que Dios padre todopoderoso pueda elegir alguna vez tomarlos de la mano y salvarlos de la miseria a la que de otro modo están inexorablemente destinados.
Desde la mirada de los más débiles y desposeídos, no hace mucho ocurrió. Dios padre todo poderoso eligió a un niño de entre ellos, lo tomó de la mano, y le otorgó la mas extraordinaria habilidad para jugar el deporte en el que más frecuentemente los débiles logran vencer a los poderosos, por eso quizás también el más popular de todos los deportes. Y no solo eso, lo puso a ser el líder de equipos débiles. Y no solo eso, los equipos débiles en los que jugó, liderados por él, lograron vencer a los poderosos.
Pero una vez hizo trampa, y cuando los débiles hacen trampa los poderosos son muy severos. Ellos consideran ser los únicos con derecho a legitimar sus propias trampas, simplemente negándolas obscenamente. Esta no fue una trampa obscena, fue lo suficientemente sutil como para que una confesión no fuera innecesaria o inevitable, y fueron a buscarla. Entonces, de la cabeza de quién ya era el jugador mas famoso del mundo por lo que hacía con sus pies, surgió el eufemismo sobre aquella mano tramposa, para convertirse, a partir de ese día, en la persona mas famosa del mundo:
“lo hice un poco con la cabeza, y un poco con la mano de Dios”
Y los poderosos ya no pudieron descargar su arsenal de admoniciones sobre la honestidad, el bien, y el mal. La mano de Dios había escrito con letra torcida, había dejado de apretar, había permitido que ocurrieran esa trampa, e inmediatamente después la más bella y extraordinaria jugada, para que los débiles y desposeídos del mundo fueran felices por un rato, y siguieran creyendo que Dios padre todopoderoso existe, e imparte, aunque sea de vez en cuando, un poco de justicia.
Finalmente, la relación causa efecto mostraba su verdadero sentido, era la existencia de ese jugador imposible la que nos permitía sostener la ilusión de la existencia de Dios padre todopoderoso. El niño prodigio le había dado una mano a nuestra idea de Dios. Por eso quizás uno de los diarios mas importantes del mundo tituló la portada de su edición del 25 de noviembre de 2020
“Dios ha muerto”