Capítulo 60: La punta del iceberg

Hasta que aseguraron las muñecas de Sha Qing a su espalda con unas esposas de metal, Rob todavía no podía creer que por fin hubieran atrapado al escurridizo asesino en serie y sintió un poco de mareo en la cabeza. —Hola, joyita —dijo con profunda conmoción y pesar mientras ponía el brazo sobre el hombro de Sha Qing en modo fraternal—. ¿Sabes que perdí casi cinco kilos en el año y tanto que llevo persiguiéndote? Y Leo, se le estropearon al menos seis citas por tu culpa. Menos mal que te atraparon hoy, si no, no sabría cuánto tiempo iba a seguir persiguiéndote ese tipo.

—Me siento sumamente honrado de ser su instructor de fitness, así como… —Sha Qing miró significativamente al sombrío detective de pelo negro— el otro entre él y su futura esposa. Y por eso, ¿puedo pedir que me aflojen un poco las esposas? Me están estrangulando las muñecas y me duele.

—Pónganle algún grillete —dijo Leo fríamente—. No quiero que se rompa los dedos y vuelva a escapar.

—¡Ja! Eso ya es personal, Leo —dijo Rob a modo de broma—. No seas demasiado duro con nuestro superasesino. Sabes, alguien en el departamento le puso “Súper Agente Extra” de apodo.

Leo mostró una expresión de "verdaderamente absurdo, simplemente irrazonable".

—Y todavía tengo muchas preguntas que estoy emocionado por que responda —Rob le dio unas palmaditas en el hombro a Sha Qing y dijo con absoluta honestidad—: De verdad que hay muchas cosas en los casos anteriores que no puedo entender, ¿qué tal si explicas algunas? Por ejemplo, ¿cómo conseguiste que cuatro retratos simulados tuvieran el mismo aspecto? ¿Usaste una máscara? ¿O el legendario y antiguo arte oriental de la transformación es real? —hincó el dedo por la mejilla del otro hombre con curiosidad, tratando de resolver el misterio que durante tanto tiempo lo había estado molestando.

Luego gritó como si hubiera descubierto un nuevo mundo: 

—¡Eh, hay una herida aquí y ni siquiera ha salido una gota de sangre! —señaló una pequeña herida de menos de dos centímetros de largo en el costado de la mandíbula de Sha Qing. Lo debieron haber cortado inadvertidamente con la hoja de un cuchillo al momento de enzarzarse con varios agentes y soldados hace un momento. La herida estaba abierta como un hilo delgado, pero extrañamente no tenía ninguna mancha de sangre y el color de la carne en el interior podía verse vagamente al toquetearla con las yemas de los dedos.

—...¿Es una máscara de alta simulación? Es demasiado realista; de no ser por la distancia a la que estoy, no se notaría. Todo, el color de la piel, los poros, las manchas e incluso los vasos sanguíneos apenas visibles bajo la piel ¡son todos realistas! —Rob casi presionó su nariz contra la cara de Sha Qing—. ¿Resina de cloruro de vinilo? ¿Qué empresa de alta tecnología hizo esto? Es casi como Misión Imposible 4.

Sha Qing inclinó ligeramente la cabeza hacia atrás para distanciarse de él. —Edición limitada no a la venta. Mantén tus ojos y tus manos lejitos. 

¡Y sigue de humor para bromear en momentos como este! Leo contuvo su ira desde el fondo de su corazón y avanzó a grandes zancadas, apartando del camino a su compañero (cuya cabeza empezaba a tener un lapsus mental) y le dijo al asesino en serie capturado: 

—¡Es hora de que te quites la máscara y me muestres quién eres en realidad, Sha Qing!

—Definitivamente no recomiendo eso —dijo el otro, inexpresivo—. Incluso si tienes que hacerlo, no lo hagas tú, Leo. Lo digo en serio.

—Lo siento, recomendación no aceptada. Creo que soy la persona más calificada para hacerlo —dijo el agente de pelo negro en voz queda—. ¿Todavía recuerdas lo que dije? “Sha Qing, me ocultas demasiadas cosas, toda tu persona parece esconderse tras una niebla”. Debo develar esta niebla con mis propias manos. No importa lo desagradable que sea lo que hay detrás, es la verdad que he estado persiguiendo durante años.

Sha Qing permaneció taciturno durante unos segundos, hasta que Leo estiró los dedos; el otro hombre declaró de repente con voz suave: 

—¡Que los demás salgan primero! Si tienes que insistir, entonces solo te pido una cosa: deja que los demás salgan primero.

Los dedos de Leo se detuvieron en el aire. "Te pido". Era la primera vez que Sha Qing le hablaba de una forma tan humilde.

Para un asesino que nunca muestra su verdadero rostro a los demás, exponer su verdadera apariencia que tanto se esforzó en ocultar es probablemente más insoportable que estar desnudo, pensó Leo para sí.

¿Quizás tenga un significado más profundo? Por primera vez, se iban a sincerar de verdad el uno con el otro (ante esta afirmación, Leo no pudo evitar pensar en la oscura cueva marina, pero aplastó inmediatamente el inoportuno ensueño como quien apaga una peligrosa llama). Sha Qing no quería a una tercera persona presente y... él tampoco.

—Salgan y espérenme —dijo Leo a los demás presentes. Los detectives se miraron unos a otros con incertidumbre y salieron de la sala a la orden.

—Rob.

—¿Yo? Yo no tengo por qué —se rio Rob secamente—. Somos como uña y mu… 

Ante la afilada mirada de Leo, encogió instintivamente el cuello y se tragó la última sílaba, marchándose.

—Bueno, Cupido sólo tiene una flecha y es tuya —dijo.

La puerta se cerró de golpe y en la sala vacía solo quedaron dos personas cara a cara. Aun así, la atmósfera era pegajosa y solidificada, como una enorme masa de arcilla envuelta en aire espeso, hundiéndose hacia el fondo.

—Te vas a arrepentir —dijo Sha Qing—, por todo lo que viene después.

La mirada de Leo se clavó en él sin vacilar. —Eres tú quien debería arrepentirse, por todos los crímenes cometidos hasta ahora —extendió la mano, comenzando por la línea del cabello y despegando poco a poco los bordes de la fina máscara parecida a una cigarra.

Hasta que los rasgos ocultos tras la máscara aparecieron por completo ante sus ojos, permaneció con la mirada perdida y sin aliento, como si se hubiera olvidado por completo de respirar…

Esta era una cara de pura ascendencia asiática, con pupilas negro azabache, piel clara color trigo y rasgos faciales erguidos y uniformes. A juzgar solo por la silueta, he ahí una especie de contorno atractivo, gentil y elegante; sin embargo, la emoción perforante que albergan sus ojos y el escaso y frío filo entre las cejas muelen esa gentileza innata hasta convertirla en una espada salvaje, como dispuesta a desenvainar para herir a la gente.

...Esta realmente debería ser la cara de Sha Qing. Leo pensó con alivio pero también aturdido. Por qué le resulta tan familiar... Si el color de la piel fuera más claro, la expresión más amable y los ojos más suaves…

¡Dio bruscamente un paso atrás!

¡Esta es claramente la cara de Li Biqing!

Se quedó rígido durante varios segundos por la inesperada conmoción y el gran pánico y de pronto comprendió el truco. La intensa cólera de haber sido descaradamente ofendido le recorrió el cuerpo.

—¿Esta es la segunda máscara que usas? ¡Usas su rostro! —Leo espetó entre dientes apretados—. ¡Cómo te atreves! ¡Tienes perfectamente claro lo puro y amable que es y que es completamente diferente a ti, pero usas su cara a propósito para matar personas, con la intención de arrastrarlo a la masacre! Sha Qing, ¡eres aún más mezquino y despiadado de lo que imaginaba!

—Él es puro y amable; yo soy mezquino y despiadado. —Las comisuras de la boca de Sha Qing se fruncieron en dos líneas oscuras y retorcidas—. Maravilloso, agente, por favor continúa.

El rostro de Leo se tornaba ceniciento mientras quería arrancarle la cara que le provocaba un doloroso escozor. Las yemas de sus dedos seguían escarbando y dejando cicatrices sanguinolentas en la frente del otro hombre, pero por más que lo intentaba, no podía encontrar los bordes de la máscara. Orejas, mandíbula... Fue tocando y descubrió que la máscara era tan irrompible como si hubiera nacido firmemente en su cara…

Un fino y sinuoso torrente de sangre bajó desde la coronilla de la frente de Sha Qing, atravesó unos ojos que no pestañaban y siguió resbalando hacia abajo, asemejándose fríamente a la mancha de una lágrima escarlata en la comisura exterior de su ojo. Sha Qing sonrió lentamente, cínico, frío y lleno de malicia. —En realidad, esto no es una máscara, es mi cara. Si no, cómo podría haberme asegurado de estar contigo día y noche sin que te dieras cuenta. Sé que te decepcioné, agente, y eso me provoca gran arrepentimiento.

Leo se quedó mirándolo estupefacto, como si estuviera digiriendo el significado más profundo de las palabras. Una espantosa conjetura brotó desde lo más profundo de su corazón, pero se negó a aceptar el hecho que era cada vez más claro, como si tratara de aislar una tormenta invernal. Era inusualmente fuerte su deseo de volver a encauzar el rumbo de los acontecimientos, de reprimirlos dentro de su control. —¡Es una coincidencia! —dijo con voz enérgica, más para convencerse a sí mismo que para refutar al otro—. Hay tantas personas en el mundo que se parecen un poco... Quizás tienes una relación de sangre desconocida con él...

—No te mientas, agente. —Sha Qing perforó cruelmente su deseo—. Si él y yo fuéramos dos personas distintas, no sabría que el primer libro del que conversamos fue Susurros junto a la cama, el primer plato que te preparé fue berenjena con salsa de ajo y sabor a pescado, la primera vez que me regañaste fue por culpa de tres estúpidos asaltantes, la primera vez que compartimos una cama fue en el hotel de un pueblito en vacaciones, la primera vez que nos besamos fue porque comenzaste a delirar después de enfermar. Oh, ¿la RCP después de ahogarse cuenta?

La cara de Leo palidecía con cada palabra que decía, y para cuando pronunció la última, ya estaba tan pálido que daba pena.

—Esto no puede ser… 

El detective de pelo negro hizo todo lo posible por calmar sus emociones traumáticas y confusas; sus labios tiritaban de forma incontrolable. Agarró al otro por el cuello y lo empujó con fuerza contra la pared. 

—Cómo puedes ser la misma persona que él... Es el novio de Molly. Llegó a Estados Unidos hace apenas tres meses y revisé su pasaporte y todo tipo de documentos, son auténticos... ¡Li Biqing no puede ser Sha Qing!

El otro hombre soportó el dolor de sus hombros al chocar contra la pared y mostró una sonrisa sarcástica. Sus ojos negrísimos parecían un cielo nocturno aniquilado que no dejaba entrar ni una pizca de luz. Con una entonación como si estuviera bromeando entre amigos, pronunció una frase que hizo que Leo perdiera por completo toda esperanza. —Querido, ¿nadie te enseñó que la puntualidad es un buen hábito, sobre todo cuando tienes que recoger a alguien en el aeropuerto?

Leo se quedó pasmado.

Por fin se dio cuenta de que las cosas habían ido mal desde el principio, antes de que se conocieran. Era como un tren en la vía equivocada, avanzando hacia un callejón sin salida, y él no tenía ni idea...

De las profundidades de su mente surgieron innumerables fragmentos de memoria. Empezando por la primera pieza, peleándose por encajar, un enorme rompecabezas de piezas planificadas desde hacía mucho tiempo, enmarañadas y entrelazadas, tomó forma poco a poco…

“—Mi querido hermanito, no me digas que se te olvidó recoger a mi novio del aeropuerto. El avión aterrizó a las diez y media. ¿Me podrías decir qué hora es?

—Claro que no lo olvidé. Todavía tengo algo de tiempo antes de tener que irme al aeropuerto. La hora de recogerlo... —Leo levantó la muñeca y respondió con torpeza—: fue hace cincuenta minutos…”

Llegó al aeropuerto una hora y cincuenta minutos más tarde de la hora prevista, tiempo suficiente para completar el intercambio del verdadero Li Biqing y luego disfrazarse de él para fingir estar dormido en la terminal, esperándolo.

—El Li Biqing que se presentó ante mí no era en absoluto el verdadero Li Biqing… —murmuró el agente de pelo negro.

—Correcto. A ese tipo me lo llevé en volandas en cuanto bajó del avión. Oh, por cierto, mi nombre era Leo Lawrence en ese momento. Una identificación del FBI de 300 dólares no engaña a los ojos profesionales, pero es más que suficiente para engañar a un simple mortal. Cuando se dio cuenta de que había algo raro, ya había entrado en el apartamento que le tenía preparado. No te preocupes, alguien lo está cuidando. No se va a morir de hambre.

—Y después volviste y te disfrazaste de él para engañarme.

—En realidad, no hubo necesidad de disfrazarse, ya se parecía algo a mí y las fotos de las identificaciones suelen estar tan distorsionadas que todo lo que tuve que hacer fue teñirme el pelo, tapar mi tono de piel, adaptar mis modales y puedo convertirme fácilmente en alguien que nunca conociste, ¿no?

—...¿Qué hay de las llamadas telefónicas con Molly? Puedes imitar su acento, pero ¿cómo sabes las cosas íntimas entre los dos?

—Caray, eso sí que fue todo un reto. Tu hermana no es un personaje fácil de engañar, así que cada vez que hacía una llamada me preocupaba que pudiera haber algún error. —Sha Qing puso una falsa y dramática expresión de angustia—. Así que lo único que podía hacer era que la llamada fuera lo más breve posible o interrumpirla con algún pequeño accidente y así logré sobrevivir hasta ahora. Esto fue gracias al verdadero Li Biqing; una sola dosis de drogas alucinógenas y desembuchó todos sus asuntos privados, como sus poses favoritas. Por supuesto, con quien más agradecido debería estar es contigo. Con tu colaboración y tus reportes, aunque Molly sospechara, jamás dudaría de que la persona que está con su hermano no es su novio. A lo mucho, solo creería que su incomodidad con el entorno desconocido había provocado algunos cambios en él.

Leo apretó los dientes. —¿El novio de Molly, el verdadero Li Biqing, sigue vivo en este momento? —preguntó. 

—No deberías ni preguntar eso. No soy alguien que mata indiscriminadamente a personas inocentes, sabes. —Sha Qing le miró con un deje de agravio.

Leo resistió el fuerte deseo de golpear al hombre que tenía delante. Aún tenía muchas preguntas e incertidumbres y estaba ansioso por averiguarlas.

—¿Por qué? ¿Por qué haces esto? ¿Qué ganas con tenderme una emboscada? ¿Información? En efecto, has conseguido bastante información sobre asesinos seriales gracias a la credencial que te di para entrar y salir libremente del edificio de oficinas del FBI, no es así, y esos detalles que no están a disposición del público te ayudan a estar un paso más cerca de encontrarlos y matarlos, verdad.

—Eso fue solo una ganancia circunstancial. No te necesito para encontrarlos y matarlos, eso es solo cuestión de tiempo —dijo Sha Qing con displicencia.

—Entonces —dijo fríamente Leo—, ¿qué es lo que quieres exactamente? ¡Debe haber un motivo para cometer el crimen!

—¿"Motivo"? Oh, no nos pongamos duros. Al principio solo intentaba encontrar una oportunidad para acercarme a ti. 

Sha Qing le miró con una sonrisa. Aquella sonrisa parecía un girasol nacido de la gélida tundra de una noche polar, portador de una calidez que desentonaba en todo el entorno, lo que provocó que un escalofrío recorriera la espalda de Leo. 

—Leo Lawrence, el agente federal que lleva persiguiéndome más tiempo que ningún policía, que ha estado más cerca de mí que ningún policía y que incluso me ha llegado a rozar en varias ocasiones. Estoy muy, muy interesado en ti... Quiero saber si eres tan honrado, valiente e indestructible como aparentas ser. Ya sabes, hasta el sol tiene sus manchas negras, así que no debería ser muy difícil sacar a relucir tu lado oscuro y encontrar algún trapo sucio sobre ti, como negligencia en el cumplimiento del deber, abuso de cargo público, sobornos y cosas así, ¿verdad? Pero lo que no me esperaba es que incluso tu vida privada fuera tan escrupulosa; ¡eres un completo adicto al trabajo! Joder, ¡de los que ni siquiera se toman vacaciones!

Al hablar de esto, Sha Qing sorprendentemente pareció un poco agraviado. —¡Mierda, aunque realmente seas la Constitución de los EE. UU., te convertiré en un numerito de Playboy! La gente como tú, con TOC por la justicia y fanática del control, no ayuda a los débiles, sino que muere de insomnio. Así pues, el tipo que mejor se ajusta a tus criterios para elegir pareja debería ser el tipo de ángel que es amable y tranquilo, bondadoso pero no la Virgen María, sencillo pero sabio, capaz de cuidarte en la vida y ayudarte en el trabajo, ¿verdad? Bueno, te daré un ángel ¡y verás qué fácil es hacerte gay! —se encogió de hombros con malicia— ¿Qué se siente no poder evitar enamorarte de tu futuro cuñado y entregarte al placer mientras te pajeas con autodesprecio viendo al durmiente Li Biqing, agente?

Leo se obligó a borrar un rubor de vergüenza y cólera de su rostro mortalmente blanco. No pudo aguantar y golpeó la espalda y la cabeza del otro contra la pared antes de arrojarlo al suelo. —¡Así es como te burlas de mí, verdad, puta madre! Seduciéndome actuando todo inocente y descuidado mientras te regodeas en mi dolor e incapacidad para liberarme de ti. ¡¿Qué demonios consigues haciendo esto?!

Las manos y los pies atados no podían mantener el equilibrio en absoluto, por lo que solo podía ser objeto del violento tratamiento. El dolor y el mareo en la nuca hicieron que Sha Qing no pudiera resistirse a tener arcadas violentas. Cuando disminuyó el malestar, se incorporó con gran dificultad y se mofó: 

—¿Que qué gano? Satisfacción. Claro, yo siempre he encontrado satisfacción en mi trabajo, pero no soy tú. El trabajo es solo una parte de la vida y no puedo tener nada más que cuerpos mutilados y gente muerta en ella, tengo que encontrar algo de diversión y entretenimiento, ¿no? Y cuando estaba muerto de aburrimiento, puf~~ caíste del cielo y aterrizaste delante de mí. Si me rehusara a cambiar un poco el juego, ¿no fracasaría en estar a la altura de los meticulosos designios de Dios?

—Y tú, Leo Lawrence, ¡eres una auténtica obra maestra! Mentalmente, jugué contigo; te tenía en la palma de mi mano, no podías hacer nada más que intentar contenerte. No tienes ni idea de lo patético que te veías; físicamente, no podías escapar de tu atracción hacia mí. ¿Por qué piensas que querría follarte en una pocilga fría, húmeda y oscura? Para que no vieras mi cara sin máscara y un cuerpo que ya habías visto antes; ¿por qué malgastaría mi energía cuando estaba plenamente consciente de los peligros de la isla? Porque no iba a poder encontrar un mejor momento, porque Molly regresaba el mes que siguiente, tres meses antes de lo previsto, ¡y la falsa identidad de Li Biqing definitivamente ya no iba a servir para ese entonces! Si hubiera tenido tiempo suficiente, no hubiera hecho que solo te sintieras culpable por Li Biqing porque tuviste una aventura con Sha Qing, ¡sino que te hubiera hecho enamorarte de dos personas al mismo tiempo y te hubiera hecho sentir tan confundido, avergonzado y culpable que te hubieras vuelto loco! Ah, y dejar que estuvieras arriba también fue para aumentar esa culpa y creo que funcionó bastante bien, ¿no crees?

Le respondieron con una tormenta de puñetazos y patadas de parte del agente de pelo negro.

Leo le golpeó con toda la fuerza que pudo, tan frenético como podía. La sensación de sus puños golpeando carne evitó que su corazón, que había sido tan violentamente lastimado, deformado e hinchado por la infusión venenosa del otro hombre, estallara en pedazos en ese momento.

Era como una persona bajo los efectos de la morfina en la última fase del cáncer, que no escatima esfuerzos para aprovechar un momento de euforia lejos del dolor. No tuvo tiempo de tener en cuenta las normas profesionales ni los derechos humanos de los sospechosos; lo único que sabía era que, si no hacía esto, la pena se lo comería vivo. 

El hombre que estaba en el suelo no tenía forma de resistir sus puñetazos y patadas y lo único que podía hacer era encorvar el cuerpo para proteger sus órganos vitales en la medida de lo posible. Entonces, en medio del dolor y la congoja, pronunció palabras quebradizas: 

—Te ves muy feo, agente, patético... ¿El arma que llevas en la cintura está de adorno? ¿O es que aún sientes algo por mí? Oh, por esa naturaleza afectuosa tuya debería dejar que me folles unas cuantas veces más…

Su desenfrenada provocación encendió por completo la iracundia del otro hombre, lo suficiente como para calcinar su racionalidad en un instante.

Leo sacó el arma de la funda y retiró el seguro. De no ser porque alguien le agarró el brazo por detrás y lo arrastró con fuerza, la bala habría sido disparada.

—¡No dispares! ¡Cálmate! ¡Leo! ¡Leo! —Rob, que había entrado corriendo en la sala al oír la conmoción, gritó mientras le detenía—: ¡Un disparo así y tu carrera queda completamente arruinada!

—¡Ya estoy en la ruina! —Leo rugió en respuesta con una voz más fuerte—. ¿No lo ves? Este hijo de puta me dejó en la completa ruina —soltó el arma y abrazó a Rob, sollozando como si se estuviera desmoronando.

Era la primera vez que Rob lo escuchaba llorar. Era luctuoso y desesperado, como una bestia herida abandonada por todo el grupo, lloriqueando de rabia, resentimiento y pena.

Desbordado por la curiosidad, había despachado a todo el mundo y se había quedado escuchando en un rincón a solas. A pesar de que todo el proceso de desarrollo no le quedó del todo claro, entendió que Sha Qing y Li Biqing eran la misma persona. Entre emociones incomprensibles y aflicción, miró al hombre acurrucado en el suelo con una expresión perpleja...

Sha Qing se reía. Aunque su cuerpo estaba hecho papilla, no podía detener su risa. Una risa lúgubre y ahogada.

Qué mundo más loco... pensó Rob en blanco. Sin embargo, policías y asesinos, agentes y homicidas; este desenlace no es demasiado sorprendente para dos identidades completamente opuestas, verdad…

Es que el chico de ojos serenos y amables y sonrisa limpia y suave, el chico que a hurtadillas tiró toda la verdura y la volvió a freír porque accidentalmente dijo en voz alta que estaba "demasiado salada", el chico que estaba tan concentrado en ayudar a Kenson con sus perfiles criminales que siempre prescindía de su tiempo de descanso... No se creía que aquel chico fuera solo un disfraz falso.

Aunque solo fuera una pequeña y delgada sombra, sintió que Li Biqing realmente había existido en este mundo.

Al menos eso esperaba con todo su corazón, no solo por Leo, sino también por la débil pero inextinguible luz que siempre existe en la oscuridad.

Daniel esperó durante media hora a la entrada de la cueva que conducía a la superficie del mar hasta estar seguro de que Sha Qing realmente no iba a llegar por detrás. Eso fue hasta que el deseo de sobrevivir golpeó su corazón tan fuerte como un martillo. Al final, renunció a la poca esperanza que tenía, saltó a las olas, se sumergió por el acantilado, encontró el teléfono satelital en su bolsa impermeable y marcó el número de la camioneta.

Le dijeron que nadara casi dos kilómetros hacia el sur, donde un hidroavión estaría esperándolo. Daniel calibró la dirección con la brújula de su bolsa impermeable y nadó entre las olas durante casi una hora. Finalmente, vio el avión aparcado en la superficie y subió a bordo, sumamente exhausto.

El piloto era un hombre de mediana edad con el pelo rizado, al parecer de ascendencia de Oriente Medio. Cuando lo vio arrastrarse hasta la cabina y recuperar el aliento lo suficiente para apurar el despegue, no pudo evitar preguntar: 

—¿Dónde está el tipo amarillo que me contrató? Dijo que me pagaría la otra mitad cuando acabara.

—No va a llegar —dijo fríamente Daniel—. Yo te pagaré el resto, ¡así que date prisa y despega!

El hombre, desconociendo si era por profesionalidad o por su apego a la mitad restante del pago, titubeó: 

—¿Por qué no esperamos un rato más?

—¡Esperar mi culo! —Daniel estalló de furia de súbito—. ¡Si los cazas de la isla nos encuentran, nadie va a escapar!

Sacó su daga del costado de su pierna y la apretó contra la cintura del otro. —Un cuchillo o diez mil dólares, ¡tu decisión!

Sin decir una palabra, el hombre tiró inmediatamente de la palanca.

El avión carreteó durante un tramo y despegó poco a poco. Daniel retiró su daga y miró por el ventanuco el inmenso azul del océano Pacífico, así como las verdes islas que parecían estrellas gemelas. Murmuró una plegaria olvidada y besó el dedo índice doblado de su puño.

Ojalá volvamos a encontrarnos, Sha Qing. Espero poder volver a verte algún día. Pensó en silencio y levantó la cabeza para contemplar las densas nubes que se extendían por el lejano horizonte.

Sabía que pronto regresaría a aquella ciudad del poder, al lugar donde había sido prominente en los viejos tiempos, con grandes sumas de dinero, la sangre de sus enemigos, deseos desmesurados, implacabilidad y un corazón que se había vuelto cálido y suave durante unos breves días, para luego enfriarse por completo y endurecerse hasta convertirse en piedra.