Capítulo 59: Medio juego

El teléfono fijo del escritorio sonaba sin cesar, pero Leo solo miraba el número en el identificador, sin contestar pacientemente.

Reconocía el número, era Oliver.

Las sucesivas explosiones debieron de perturbar al secretario de confianza y Su Excelencia el Duque, que estaba acurrucado en su habitación, lo preocupaba tanto que, a este ritmo, irrumpiría en la puerta y trataría de llevarse a la fuerza al señorito loco fuera de la isla a pesar de los regaños que había sufrido antes.

Leo estaba esperando ese momento.

Diez minutos después, alguien llamó a la puerta. Dado que nadie respondió, la contraparte descubrió rápidamente que la puerta no estaba cerrada y giró el pomo.

Tan pronto como uno de sus brazos se asomó por el espacio de la puerta, Leo agarró ágilmente al hombre, lo arrastró al interior con tres golpes rápidos y lo inmovilizó en el suelo con los brazos enganchados hacia atrás.

Para su sorpresa, no era Oliver, sino un joven vestido como un guardaespaldas ordinario.

—¿Quién eres? ¡Qué estás haciendo aquí! —preguntó el agente federal de una manera vigilante y severa mientras aumentaba la fuerza en sus manos.

El hombre gritó de dolor y confesó sin resistencia:

—¡Allen! ¡Me llamo Allen! Fue Oliver quien me envió aquí... Dijo que, si había alguien más en la habitación del duque, que le transmitiera un mensaje.

—¡Habla!

—Dijo que con un vistazo a la situación actual supo que el club Luna estaba completamente acabado. Está dispuesto a entregarse y declarar ante el tribunal, pero le preocupa que su seguridad personal no esté garantizada. Cree que eres la única persona con la que puede contar, así que pide reunirse contigo cara a cara.

—En ese caso, haz que suba.

—No, dijo que no se atrevería a ganarse el favor de alguien frente al duque, y si crees que todavía es útil como testigo, sal tú de la casa club y reúnete con él en su escondite

Leo vaciló por un momento. Miró al joven nervioso, sudoroso y aterrorizado en el suelo y luego al panel de la puerta cerrada de la habitación de Yavre Jr. —No me iré de aquí hasta que alguien me releve —dijo tras reflexionarlo—. Anda a llama a Oliver y dile que, si realmente es sincero, vendrá a verme aquí a solas, si no, no lo escucharé. Dile que nunca podrá escapar y no admitiré que se ofreció a rendirse si cae en manos de alguien más.

Allen, quien estaba sudando como un cerdo, hizo la llamada como se le pidió. Estaba casi al borde de las lágrimas cuando colgó. —Oliver no dijo nada, solo colgó...

—Entonces, te molestaré para que te quedes aquí un rato —dijo Leo, atándole fuertemente las manos y los pies con una corbata. Después de eso, lo amordazó y arrojó al amplio armario.

—¡Carajo, ese maldito policía no se la creyó! —Daniel resopló con furia, pisando la nuca de Oliver con la suela de su zapato y llevándole la cara al suelo para desahogar su ira.

—Te lo dije. Acabamos de usar ese truco, ¿cómo podría creérselo? —dijo Sha Qing con indiferencia—. ¿Crees que su coeficiente intelectual está al mismo nivel que el tuyo?

—¡Sha Qing! ¡De qué lado estás! ¡Eres un asesino, no un policía voluntario! —refunfuñó el gánster con irritación.

El asesino en serie se encogió de hombros y no respondió.

—¿Y ahora qué? No podemos simplemente ir y matar a Yavre, es demasiado complicado... ¡No, es imposible!

Sha Qing guardó silencio. —Ciertamente, es complicado —admitió después de un momento.

Entonces, ¡olvídalo! Daniel estuvo a punto de escupir esas palabras cuando escuchó el débil zumbido de las hélices en el cielo lejano. Arrancó los binoculares de la cintura de Oliver y salió al exterior para ver más de cerca. No pudo evitar maldecir después de ver lo que era. —¡Mierda! ¡Viene una gran fuerza policial! Helicópteros de transporte pesado, parecen Chinooks y son dos... Maldita sea, ¡esos pueden acomodar al menos a cien personas! —giró inmediatamente la cabeza y le preguntó a Sha Qing—: ¿Ves? ¡Este plan ahora es completamente inútil! Salgamos de aquí. Si seguimos retrasándolo, no podremos irnos, ¡aunque queramos!

Sha Qing todavía guardaba silencio. Los ojos verde oscuro de Daniel pulularon y se agachó para sacar su daga del costado de su pierna y clavarla en el cuello de Oliver en un movimiento rapidísimo. El hombre amarrado ni siquiera tuvo tiempo de gritar cuando varios chorros sucesivos de sangre mezclada con espuma blanca brotaron de la herida.

—¿Qué crees que estás haciendo? —Sha Qing levantó las cejas y lo miró. Como uno de los administradores del club, aunque Oliver también era culpable, su vida no estaba en su lista. No intervino para detenerlo, pero también creía que este repentino asesinato era superfluo.

Daniel limpió casualmente la hoja con la ropa del cadáver y la devolvió a su funda. —Te limpio el campo de batalla. Merecía morir, de todos modos.

—¿Intentas cortar el camino de usar a Oliver, pensando que eso me obligará a renunciar? —preguntó bruscamente el otro.

Daniel lo miró con una sonrisa falsa, lo que era un asentimiento tácito.

Sha Qing respiró hondo y resistió el impulso de enderezar al hombre que tenía delante. No le desagradaban los motivos de Daniel e incluso creía que, además de su propia supervivencia, también tenía cierto sentido de protección por los demás. Pero aborrecía que ignorara su propia voluntad y tomara decisiones por él sin autorización. A decir verdad, si no fuera por ese pequeño motivo bien intencionado, habría estado tentado a enfrentarse al exlíder de pandilla.

Como si sintiera su ira oculta, el hombre de cabello castaño dorado retrocedió dos pasos y dijo con una cara seria:

—Estoy haciendo esto por tu propio bien, Sha Qing. Sé que los asesinos como tú se aferran a una especie de hábito mórbido, como caminar por la cuerda floja entre acantilados. No me importa si piensas que es un principio o una creencia, en realidad es un trastorno obsesivo-compulsivo que se mete con tu vida. Sabes, para una persona, nada en este mundo puede ser más importante que su propia vida. Aunque yo jamás sacrificaría mi vida solo para que puedas calificarte con un diez perfecto, tampoco quiero verte morir por tu propia terquedad, ¿entiendes?

Sha Qing lo miró fijamente. La expresión de sus ojos se asentó lentamente como una solución fría y se convirtió en una oscuridad inusualmente densa y serena cual medianoche. Parecía estar pensando en sus palabras, pero Daniel sintió que esto no se trataba de vacilación, sino una especie de luto rígido, heladísimo y carente de tristeza.

Está mirando hacia atrás y examinando su corazón. Daniel de repente tuvo una asociación extraña, como si en las espesas sombras que había detrás de aquel hombre, una escalofriante puerta secreta se hubiera abierto un poco y luego se hubiera vuelto a cerrar con más fuerza que antes.

Sha Qing se perdió en sus pensamientos durante unos breves segundos y la expresión confiada y decidida pronto volvió a sus ojos. —Es difícil, pero voy a ir de todos modos —murmuró—. Y tú, Daniel, puedes irte. Te diré la forma de salir.

—Qué... ¿Por qué? —Daniel quedó muy sorprendido y perplejo. Pensaba que el asesino loco continuaría instruyéndolo para que atravesara viento y marea, y que incluso si saltaba de un avión, lo arrastraría hasta el fondo.

—¡Porque no quiero volver a ver tu cara astuta y estúpida y todo tipo de miradas sucias! —dijo Sha Qing con impaciencia—. Considéralo tu recompensa por unos días de trabajo y desaparece de mi presencia inmediatamente después de tomarlo.

La autoestima de Daniel quedó destrozada por los calificativos de "estúpido" y "sucio". La imagen tan mala que el otro tenía de él lo enojó y deprimió tanto que no sintió la alegría de conseguir lo que quería por un tiempo. —Yo me voy, ¿y tú? —preguntó inconscientemente.

—Mis asuntos no son de tu incumbencia. —Sha Qing arqueó las cejas—. ¿Aún quieres saber cómo escapar? Tómalo o déjalo.

—¡Sí! ¡Por supuesto!

—¿Recuerdas esa cueva marina? Ahora la marea está baja. Llega hasta el final de la cueva, salta y sumérgete unos tres metros por el acantilado. Hay una bolsa impermeable en una grieta de la roca con un teléfono satelital dentro. Marca el primer número en la libreta, dile a la persona tu ubicación exacta y un hidroplano vendrá a buscarte en media hora.

Daniel memorizó toda la información. Después de pensarlo un poco, preguntó:

—¿Cuál es el código secreto? Estoy seguro de que, con el carácter que tienes, tienes ese as escondido, ¿no es así?

Este tipo no es tan estúpido, pensó Sha Qing mientras lo miraba. —"El ágil zorro marrón salta sobre el perro policía". Solo dile eso al piloto —respondió.

—Entendido —dijo Daniel. Se dio la vuelta para marcharse, dudó un momento y se volvió—. ¿Puedo... abrazarte? O sea, hemos sido camaradas durante tres días, es normal que nos demos un abrazo de despedida...

Miró el aspecto profundo y tranquilo del otro hombre e inmediatamente cambió sus palabras:

—Está bien, hablé sin pensar. Olvídalo...

—Ven aquí —dijo Sha Qing mientras su dedo dentro del guante negro lo señalaba.

La mente de Daniel se quedó en blanco por un momento y se acercó flotando a él para recibir un abrazo de cortesía. Sin embargo, cuando Sha Qing le dio dos suaves palmaditas en la espalda, dio vuelta la cabeza y trató de darle un beso, olvidando por completo que la fuerza de combate del otro superaba con creces a la suya.

Inmutado, Sha Qing golpeó directamente su boca y nariz con su mano, mientras que la otra sacó una cadena de metal de su solapa.

Era una cadena corta de color gris plateado con una placa de metal colgando de ella, algo similar a la placa de identificación de un soldado. La diferencia era que la placa cuadrada de cinco centímetros no tenía ningún nombre grabado y sus bordes exteriores estaban delineados con patrones extraños. En el centro había un hoyo hundido de color escarlata, como gotas de sangre sobre la superficie de un espejo, y el borde estaba salpicado con un contorno radial como el sol.

Recordaba este patrón. La mañana después de que ambos se quitaron la ropa y durmieron en una casa del árbol temporal, había visto un tatuaje negro en el robusto pecho de Daniel: era una calavera demoníaca en un montón de llamas, con este patrón incrustado en las profundas cuencas de sus ojos.

—Dame esto como recuerdo de habernos conocido —dijo Sha Qing.

Daniel quiso negarse por reflejo, pero se retractó a mitad de la frase. "Recuerdo de habernos conocido". Estas palabras aparecieron dentro la indiferencia habitual de Sha Qing como diminutos brotes abriéndose paso entre las rocas con una calidez oculta, para luego convertirse en un rayo de alegría nacido de su corazón.

Supo que no podía negarse. Nunca podía, independientemente de si era forzoso o suave. Y no solo porque el asesino en serie era más fuerte que él.

—Tómalo —susurró Daniel—. Pero está mejor guardado. No quiero que te cause inconvenientes inesperados.

—Gracias. —Sha Qing colgó la cadena de metal alrededor de su cuello e introdujo la plaga colgante dentro de su solapa.

El pecho de Daniel se entibió inexplicablemente al imaginarse su collar infectado con el calor corporal del otro hombre, como un beso indirecto. Respiró hondo y dijo "Ojalá nos volvamos a ver" en un tono severo, para entonces darse la vuelta sin mirar atrás.

Sha Qing también se fue directamente, sin darle la más mínima mirada a la espalda del otro.

Esta fue una ganancia inesperada. Sha Qing tocó con los dedos el nuevo objeto duro en su pecho a través de la tela de su ropa, pensando en silencio que tal vez le sería útil en algún momento en el futuro. Estuvo dispuesto a dejar vivir a Daniel por este collar y le dio una vía de escape como pago por su compra.

Dos helicópteros de transporte pesado CH-47F llenos de soldados especiales armados aterrizaron en el aeropuerto de la isla Luna. La operación policial fue tan rápida y eficaz como un maremoto: los militantes sin jefe de la isla soltaron sus armas y se rindieron sin mucha resistencia y las escaramuzas se resolvieron en media hora. Veintisiete de los humanos-animales del campamento de la isla del sur fueron rescatados, la mayoría con heridas de diversos grados. Los guardias y guardaespaldas del club, así como los trabajadores contratados, quedaron detenidos en el vestíbulo del campamento y la casa club para su posterior traslado al barco para comprobar su identidad uno a uno.

Cuando vio los rostros familiares de sus colegas entrar en el dormitorio, Leo dejó caer el brazo que blandía el arma y exhaló un largo suspiro de alivio. Sus nervios por fin se relajaron tras días de tensión.

Rob se acercó ansiosamente a darle un gran abrazo a Leo, palmeándole la espalda mientras reía. —Bien hecho, guapetón. ¡Eso fue genial! —exclamó—. Solo tomó unos días acabar con el club Luna, atrapar al hijo del duque y salvar a la mayoría de las víctimas. ¡Debo decir que eres sorprendentemente competente! ¡El departamento definitivamente te dará un gran reconocimiento esta vez!

Leo soportó el dolor de la dura estrangulación de la herida de su brazo izquierdo. —Guarda esas palabras para cuando la misión esté completamente terminada —dijo con una sonrisa.

Rob le restó importancia:

—Ya pasó lo peor. Tenemos las islas del norte y del sur bajo control, y apenas lleguen los destructores, recogeremos a los cautivos y los enviaremos de vuelta a casa. En cuanto al jefe supremo —señaló despectivamente con el dedo hacia el interior de la habitación—. Ese niñito bonito que está paralizado en la cama como si hubiera tenido una sobredosis, ¿qué más crees que puede hacer?

—Pídele a alguien que lo lleve al helicóptero en una camilla y que envíe un escuadrón para vigilarlo —ordenó su compañero estricto y riguroso.

—Claro.

Un agente salió de la habitación de Yavre Jr. —Puede que haya algo mal con la condición del hijo del duque... Está inconsciente —dijo solemnemente

Al escuchar el informe, el rostro de Leo se hundió. —Hace un momento, observé que sus signos seguían muy normales y se encontraba en el período de recuperación del metabolismo de las drogas psicotrópicas. ¿Por qué de repente cayó inconsciente?

El agente se mostró un poco avergonzado e inconscientemente evitó su mirada agresiva. —Cuando estábamos listos para controlarlo, de repente sacó un arma de debajo de la almohada y se resistió violentamente. Mi compañero lo golpeó sin querer en la cabeza al arrebatarle el arma... Es un joven que lleva solo dos años en el trabajo y todavía no es, eh, muy confiable... ¡Amigo! ¡Ven a explicarte con el jefe del equipo, carajo!

Leo se refregó fuertemente la cara con la palma de la mano, reprimiendo una momentánea oleada de irritación. Miró con frialdad al joven nervioso de expresión angustiada y ansiosa frente a él. —¿Hay médicos acompañantes? —preguntó con voz profunda.

—...¡Sí, sí! ¡Deberían estar tratando las heridas de las víctimas ahora! ¡Los llamaré de inmediato! —El joven agente que no podía creer que había escapado de la calamidad se puso a trabajar.

—Olvídalo, los médicos militares no tienen mucho personal y las víctimas son suficientes para mantenerlos ocupados. Yavre Jr. tiene un equipo médico privado. Ya tuve contacto con ellos y deberían ser relativamente inocentes. Anda a buscarlos —Leo pensó por un momento y agregó—: ¡Deja un escuadrón aquí para monitorear la situación! ¡No se permiten más errores!

Poco después, tres médicos de bata blanca y varias enfermeras empujando carritos con medicina se apresuraron al lugar bajo la escolta de soldados, quienes solicitaron a los agentes en el lugar que verificaran sus identidades uno por uno, para luego realizar inmediatamente un examen físico al Yavre Jr. inconsciente. El anciano de cabello blanco que encabezaba el grupo preguntó sobre la composición del suero que Leo había usado, y cuando se dio cuenta de que algunos medicamentos necesarios no estaban preparados, envió a un enfermero a la farmacia a buscarlos.

Poco después, el enfermero con mascarilla regresó con una bandeja de medicamentos e inyectó la solución correspondiente en la intravenosa de acuerdo con lo prescrito por el médico.

Leo se encontraba en la puerta de la habitación hablando con Rob y prestando atención a los movimientos de los médicos y el paciente de vez en cuando. Una sensación de crisis de repente surgió en su corazón, como si algo anduviera mal...

Sus ojos escrutadores recorrieron a los médicos uno por uno, antes de dirigirse a las enfermeras. ¿De dónde venía esta sensación indescriptible de desliz, cuando estaba claro que habían verificado las identidades de todos antes?

Sus ojos finalmente se posaron en la espalda de un enfermero, quien estaba inclinado y empujaba la solución dentro de la jeringa en la intravenosa. Fue el único que desapareció de la vista del público durante varios minutos y regresó con una mascarilla quirúrgica. Debido a la noción preconcebida y las primeras impresiones, nadie sospechó, ¡pero Leo de repente se dio cuenta de que podría haber sido reemplazado por alguien en esos minutos desconocidos!

Y la persona que tenía la motivación y la capacidad para hacer eso... ¡Sha Qing!

Tan pronto como Leo reaccionó, sacó su arma y apuntó al enfermero. —¡Deténganlo! ¡Rápido! ¡Deténganlo! —gritó.

Los agentes que escucharon la orden cerca de la cama se abalanzaron reflexivamente hacia el objetivo, tratando de agarrar la inyección y someter a la contraparte.

Pero la solución ya había sido introducida en el paciente. Aunque todavía estaba inconsciente, el cuerpo bajo el efecto de la droga tuvo una respuesta de estrés: el cuerpo de Yavre Jr. se sacudió violentamente y el espasmo de los músculos de su espalda hizo que se inclinara hacia atrás, estirándolo en una extraña forma arqueada.

—¡Opistótonos! ¡Convulsión tónica, apliquen una inyección intramuscular de paraldehído al 5%! —gritó un médico.

Mientras el resto del personal revolvía la canasta de medicamentos, el enfermero ya había derribado a los tres o cuatro agentes que lo asediaban y rápidamente se acercó a la ventana.

—¡Bloqueen las ventanas! —Leo ordenó como si hubiera estado preparado—. ¡No compitan con él, rodéenlo!

Y dirigiéndose a los soldados especiales que se acercaban corriendo, gritó:

—¡Soldados, sin munición real! ¡Usen armas antidisturbios!

Ya se había administrado un sedante anticonvulsivo, pero las convulsiones aún no cesaban. Después de una contorsión y salto de su cuerpo, los movimientos de Yavre Jr. se detuvieron repentinamente y se derrumbó directamente sobre la cama. Un color rojo brillante emergió vagamente de su piel pálida y sus labios se enrojecieron tanto que quedaron como sangre.

—Sin pulso, paro respiratorio. ¡Electroshock de 400w! —gritó un médico.

Otro médico olió la aguja extraída de la intravenosa y frunció el ceño. —Olor a almendra amarga... —se puso la mascarilla, se inclinó y recogió la jeringa del suelo con su mano enguantada de goma, la metió con cuidado en una bolsa sellada y se la entregó a la enfermera que estaba a su lado—. Revisa si es cianuro de potasio. Ten cuidado con los residuos y remójalos en abundante agua y lejía durante veinticuatro horas o más cuando hayas terminado.

En el otro extremo de la habitación, el enfermero que se encontraba rodeado de agentes federales y soldados especiales dio vuelta la cabeza para mirar la muerte que había creado en la cama y dijo en un tono tan distendido como si hablara del clima:

Es cianuro de potasio. Ya está en el infierno, no hace falta desperdiciar electricidad.

Leo cerró los ojos con tristeza y angustia mientras una frase de odio y frustración salía de entre sus dientes apretados:

—¡Sha Qing!

El enfermero se quitó la mascarilla y el gorro quirúrgico para revelar un rostro que provocó en Leo sentimientos encontrados. Tras escuchar el nombre, el leve movimiento del perpetrador hizo que los agentes apretaran sus armas como si se enfrentaran a un gran enemigo.

—¡¿Él es Sha Qing?! —Rob exclamó con sorpresa y emoción—. ¡No lo puedo creer! No puedo creer que lo hayamos atrapado aquí... Por qué está en esta isla... ¡Oh, maldito Leo! Pensé que me estabas ocultando algo, ¡pero nunca me imaginé que era algo tan importante! Dónde me pones como compañero... Aguarda, ¿sabías que estaba aquí? ¿Esto es una trampa que tendiste para atraparlo?

—No, ¡esto es lo que le pasa por no cumplir su palabra! ¡Él mismo se lo buscó! —Leo dijo con una mirada sombría—. ¡Si al final hubiera podido controlar su deseo de matar, no habría sido tan imprudente y no lo hubieran capturado!

—¿Imprudente? Qué clase de adjetivo es ese, suena a arrepentimiento —murmuró Rob—. Como sea, atrapamos a un asesino en serie, un pez gordo no menor al hijo del duque... Oh, no, ¡creo que, en términos de habilidad, está muy por encima de la gran mayoría de los tipos de la lista de los más buscados! En fin, qué bueno que le diste al águila y aplastaste al zorro, pero ¿por qué demonios te ves como si te hubieran robado la tarjeta de crédito a lo loco? —El agente de cabello castaño y ojos verdes le preguntó desconcertado a su compañero.

Leo rechinó los dientes traseros, ignoró a su compañero que sonaba como alguien que necesitaba una paliza y miró fríamente a la presa inescrupulosa con sus ojos zafiro. —¿Y vas a seguir resistiéndote? Si tienes más trucos bajo la manga, siéntete libre de mostrárnoslos.

Sha Qing permaneció completamente impasible, como si ninguna emoción pudiera llegar a ese rostro ornamentado y elegante. Inclinó la cabeza, observando a los hombres que lo rodeaban con una actitud tan soberbia e innecesaria que resultaba exasperante, y levantó lentamente las manos.

Los agentes federales, con los nervios a flor de piel por su reputación, contuvieron la respiración mientras esperaban que contratacara.

Pero entonces...

—Me rindo —dijo Sha Qing.

Sobre el título (中局), es referido al medio juego en el ajedrez, o sea, la fase que empieza tras la apertura y donde cada jugador mueve sus piezas para conseguir dar mate al rey contrario o llegar a un final ventajoso.