Capítulo 58: Poseído por un demonio

Se besaron hasta quedar sin aliento y se separaron con gran dificultad.

Sha Qing puso el mentón en la cuenca del hombro de Leo, todavía jadeando. —La razón me recuerda que es hora de irse, antes de que tu sentido de profesionalismo vuelva a la normalidad... y me claves una aguja en el cuello. Todavía tienes una jeringa escondida bajo la manga, ¿verdad?

El agente sostuvo la nuca del asesino en serie, cuyo cabello azabache repetidamente teñido y la suave y hermosa piel trigal clara parecían tener una especie de magia que hacía que sus dedos se hundieran en ellos. —¿Tienes miedo de que te atrape y te envíe a prisión? Entonces, detente para siempre.

—¿Si me detengo ahora, no iré a prisión?

—Irás, pero la rendición se puede permutar por una conmutación. —Leo dejó caer un beso en su frente y dijo suave y resolutamente—: Y entonces, esperaré a que salgas.

Los hombros de Sha Qing temblaron bajo las palmas de Leo, acompañados de una incontrolable risa sombría, la que luego se convirtió en una carcajada estentórea. Levantó la cara para que la contraparte pudiera ver claramente su expresión llena de burla, la que enmascaraba la profunda decepción en su corazón. —Agente, el gobierno federal te debería otorgar una medalla en reconocimiento a tu persistente dedicación bajo estas circunstancias.

—Sé que esto es difícil de aceptar para ti, pero...

—Pero no quiero agregar gloria a tu currículum como uno de los logros representados por esa medalla. —Sha Qing empujó a Leo y retrocedió paso a paso hasta que la parte superior de sus muslos tocó la ventana abierta—. Parece que nuestra cooperación ha llegado a su fin. Por cierto, permíteme recordarte que los cinco miembros restantes todavía no se van de la casa club porque la locura y la paranoia de Yavre Jr. han llegado al punto de la imprudencia. Sospecha que además de ti, hay otros policías encubiertos entre esa gente. Los tiene bajo arresto domiciliario y escondidos. ¿Compitamos para ver si puedes encontrarlos antes de que yo los masacre primero?

La última silaba todavía no había llegado cuando retrocedió y su figura cayó instantáneamente por la ventana del quinto piso.

—¡Maldita sea! —maldijo Leo mientras se precipitaba hacia adelante. Se agarró al marco de la ventana y miró hacia abajo, solo para ver al otro moverse y saltar como un gecko a través de las grietas de piedra de la pared exterior y desaparecer ágilmente de su campo de visión.

El agente de cabello negro se quitó inmediatamente la chaqueta. Sacó un cuchillo y sin dudarlo cortó a lo largo de la pequeña herida aparentemente recién curada en la parte interna de su brazo derecho. Sacó un diminuto transmisor sanguinolento (que era del tamaño de la yema de un dedo) con la punta del cuchillo. Este transmisor solía esconderse dentro del cuerpo para evitar en la mayor medida posible el riesgo de ser encontrado durante un registro corporal.

Dos minutos después, la unidad de fuerzas especiales del FBI, cuyo nombre clave era "Reserva de Caza", recibió una señal de satélite GPS en una isla del Pacífico a cientos de kilómetros de distancia. Al desencriptarla, se identificó que provenía de un transmisor en manos de un agente encubierto.

—El objetivo se encuentra a 8°S, 33 minutos, 161°O, 10 minutos. ¡Unidad de comando, proceda!

Por orden del agente a cargo de los refuerzos, tres cazas AV-8B Harrier, dos helicópteros de peso pesado CH-47F Chinook llenos con más de un centenar de soldados armados y un destructor clase Burke secundado desde la base naval partieron inmediatamente hacia el objetivo.

Cuando Sha Qing salió por la pared de la casa club y rápidamente brincó a los arbustos cercanos, escuchó dos sonidos de "¡Pss, pss!" desde las profundidades de la vegetación. Sacó inmediatamente su arma, y al apuntar en la dirección de donde provenía el ruido, vio a Daniel asomando la mitad de la cabeza y susurrando:

—¡Oye, soy yo, soy yo!

—¿Todavía no te vas?

Creía que hacía mucho que este tipo (que tendía a ser un acomodadizo) se había escondido en algún rincón oscuro o simplemente se ocultaba cerca del aeropuerto o del muelle para esperar la oportunidad de escapar.

—Tendría que haber encontrado un medio de transporte para eso, no crees. —Daniel miró a su alrededor y se regocijó en secreto—. ¿Y el policía? ¿Lo atraparon? ¿Lo colgaron?

Sha Qing lo miró y no respondió.

—De todos modos, ya se separaron, cierto —dijo diplomáticamente el otro—. Deberíamos irnos de aquí lo antes posible. Tengo un mal presentimiento... Estas dos islas van a traer mala suerte.

Sha Qing tocó inconscientemente la protuberancia en el bolsillo de su pantalón y vaciló.

—¿Por qué estás dudando? —instó Daniel—. Mira, ya te divertiste lo suficiente y mi dinero está... Eh, dinero... el dinero se puede ganar de nuevo en el futuro. ¡Ahora lo importante es proteger tu vida, hermano!

—Todavía me falta eliminar a cinco personas de mi lista.

Daniel hizo un gesto de súplica y lo miró con una cara santa y sincera. —Por favor, dales a esos cinco corderos perdidos la oportunidad de redimirse, ¿bueno? Por el padre nuestro que está en el cielo.

Sha Qing le dio una palmada en la nuca. —No pongas esa cara que da repelús. ¡No te sienta nada bien! —sacó del bolsillo del pantalón un teléfono móvil violeta lautamente decorado (que pertenecía a Yavre Jr. y se había metido en el bolsillo después de engañar a Oliver) y mostró una mirada de pesar y arrepentimiento—. Quería darles un final más acorde con sus crímenes...

—Eso es demasiado problemático, ¿qué tal si le dejas este trabajo agotador a Dios? —propuso Daniel en un susurro.

El asesino suspiró. —Lástima que el tiempo no lo permitió. Es como manchar un dibujo bonito. Nunca me he calificado por debajo de un diez en mi desempeño y ahora me bajará a un cinco por esta metida de pata.

—Una calificación que apruebe es suficiente —consoló débilmente Daniel.

—Ya sabes mi estilo: "ojo por ojo, diente por diente". Si no fuera necesario, realmente no querría hacer una excepción con estos cinco escorias.

—¡Ahora es el momento necesario!

Sha Qing se encogió de hombros con impotencia y marcó a Oliver con el teléfono móvil de Yavre Jr.

Más de veinte minutos después, tres aviones de combate Harrier fueron los primeros en llegar a la isla Luna. El centro de comando terrestre del aeropuerto de la isla del norte emitió una advertencia luego de que un radar escaneara objetos voladores anormales, solo para que dos misiles Maverick lo explotaran directamente al cielo.

Una violenta explosión sacudió toda la isla y los guardias de la casa club salieron en tropel del edificio para mirar con pánico hacia el aeropuerto.

Leo aprovechó la oportunidad para salir de la habitación de Yavre Jr. y meterse en su estudio para ponerse en contacto con el centro de refuerzos. Como era la línea personal del máximo líder del club, confiaba en que nadie se atrevería a monitorear o manipular el teléfono.

—Hola, viejo, ¿todo bien? —su compañero Rob dijo al otro lado de la línea—. ¡Felicitaciones por haber completado con éxito la misión! Un helicóptero Chinook y un destructor también están en camino. Solo tienes que mantenerte a salvo hasta que te veamos... Espera, tenemos un situación según el piloto de combate: hay un helicóptero despegando en el pequeño aeropuerto de la isla del sur... ¿Será nuestro objetivo tratando de escapar?

—No, Yavre Jr. todavía está en mi poder.

Leo miró hacia la puerta cerrada del dormitorio y el objetivo final de la misión yacía en la cama, atontado. La droga que se le había inyectado no mataría a una persona, pero era inevitable experimentar efectos secundarios como pérdida del conocimiento, mareos y vómitos durante un rato.

—Qué raro... Enviaré un Harrier para que lo revis... ¡Es un helicóptero del club Luna! ¡El personal de alto rango debe estar preparándose para huir! Haré que el caza realice un aterrizaje forzoso...

La voz de Rob acababa de caer cuando se escuchó una explosión amortiguada procedente del cielo distante. Leo dejó el micrófono y corrió a la terraza, solo para ver un resplandor abrasador caer del cielo sureste.

¿Es un helicóptero del club? Leo frunció el ceño, volvió a la habitación y tomó el micrófono. —¿Lo derribaste?

—¡No, el piloto no hizo nada! —explicó Rob apresuradamente—. ¡Explotó por sí solo y casi llega a nuestro avión!

Leo se quedó en silencio por unos segundos y finalmente dijo:

—Revisa bien al personal del helicóptero. Sospecho que...

—¿Qué?

—Nada. Es demasiado pronto para sacar conclusiones.

—Leo, ¿me estás ocultando algo? —le dijo con sospecha su compañero sagaz—. Dime tu ubicación actual y enviaré a alguien para que te recoja de inmediato.

—No hay prisa. ¿No has escuchado el dicho: "viento y marea en calma"? Quiero quedarme aquí y esperar para atrapar a algún testigo que sepa más sobre la historia interna. —Leo terminó y colgó la llamada.

Sha Qing y Daniel se encontraban en el borde del denso bosque mientras miraban al cielo sureste, donde acababan de florecer unos rugientes fuertes fuegos artificiales.

—¡Gracias! —murmuró Daniel—. Imitar la voz de ese marica del duque para pedirle a su secretario que envíe a los cinco miembros al helicóptero y después hacerlo explotar... Pensé que realmente planeabas dejarlos ir.

Giró la cabeza para mirar al hombre de aspecto apático a su lado y un escalofrío surgió en su corazón. —Nunca pensaste en dejarlos ir, ¿verdad?

—A los objetivos fijos, no —susurró Sha Qing—. No tendré piedad.

Daniel lo miró como si fuera un monstruo, pero al final se encogió de hombros como si reconociera los hechos. —Bueno, ¿qué tan compasivo puedo esperar que sea un asesino en serie? Tu único remordimiento es probablemente no haberlos matado de la manera en que planeaste. En realidad, me gusta ver este tipo de cosas: un hombre buscado que mató a un grupo de asesinos y testigos corruptos justo debajo de las narices de la policía... Cuán furiosos estarían si supieran.

Sha Qing se imaginó la expresión de Leo después de escuchar la noticia y no pudo evitar estirar las comisuras de la boca... ¿Cómo reaccionaría si daba un paso más allá y mataba al culpable?

De todos modos, este era el verdadero propósito de su viaje: decapitar al lacayo y finalmente al señor. En cuanto a la no interferencia que habían acordado o incluso la alianza temporal...

Perdón por engañarte de nuevo. Sonrió mientras pensaba en el agente de cabello negro. En ese momento, creo que estarás muy, muy enojado, ¡así que haz lo mejor que puedas para atraparme!

—Bueno, ahora es el momento de revelar tu plan de evacuación. ¿Cómo nos vamos a ir? —preguntó Daniel con un sentimiento de premura.

—¿De qué te preocupas? —respondió Sha Qing de un modo intrascendente—. Puedes regresar a la isla del sur, cambiarte y ponerte un uniforme naranja de humano-animal y esperar el rescate de la policía. ¿No que ahora eres un ciudadano respetuoso de la ley?

¿Después de que usé la información de un agente encubierto para extorsionarle cien millones a Yavre Jr.? ¡Esos policías me volverán a meter a la cárcel! Daniel se enfureció y se apresuró a explicar:

—Oh, no quiero que me lleven al departamento para tomar una declaración. Después de salir de la cárcel, me duele la cabeza cada vez que veo a la policía. Y en cuanto a ti, no les vas a decir casualmente: "Soy Sha Qing, déjenme volar en primera clase" ¿verdad?

Sha Qing se rio. —Bueno, ya que insistes, puedo llevarte, pero todavía no.

—¿Qué? —gritó Daniel con exasperación—. Ay, Dios, ya jugaste tanto con el club Luna que está como una prostituta medio muerta que ni siquiera puede ponerse la ropa. ¡Qué carajo quieres hacer!

Cuando comenzó a quebrarse, Daniel se abalanzó sobre Sha Qing y trató de poner sus manos alrededor de su cuello, adoptando una postura de querer llevárselo a la tumba. —¿Me estás tomando el puto pelo? Escucha, no me importa lo perfecto que quieres que sean tus malditos planes como un paciente con TOC. ¡Yo me largo de aquí! ¡Ahora ya!

Sha Qing, a quien estaba estrangulando, rodó dos veces y apartó el brazo de Daniel de su cuello. —Solo tienes dos formas de irte: déjame y encuentra tu propia salida o sígueme y obedece mis planes. Haz lo que estimes conveniente.

Daniel estaba a punto de llorar. Atacó imprudentemente a Sha Qing con sus puños y pies. —¡Te voy a matar, desgraciado! —maldijo ferozmente.

Sha Qing lo derribó fácilmente en unos pocos movimientos. Le agarró la garganta con los dedos y le aplastó el abdomen bajo con la rodilla. —¿Quieres morder, mi pequeño lubican? —dijo en un tono burlón.

Daniel yacía jadeante en la hierba. Apretó el brazo de Sha Qing con ambas manos y habló en un tono casi suplicante:

—¡Vámonos ahora! Mi señor, mi rey, vámonos ahora... Te daré diez millones de esos billetes verdes.

—No me falta dinero —respondió Sha Qing con una jerga digna de un gánster—. Podría usarlos para divertirme.

—¡Puedes divertirte tanto como quieras cuando salgas de este maldito lugar! —Daniel extrajo su sinceridad inédita y se la tragó por la garganta—. No existe eso de "demasiado dinero", ¿verdad? Veinte millones, no, ¡treinta! ¡Hasta te daré la mitad de mi alma si me llevas a tierra sano y salvo!

—¿Por qué querría esa cosa inmunda? —Sha Qing lo soltó y le dio un puntapié en el trasero—. Quiero la vida de Yavre Jr.

Daniel se llevó el brazo a los ojos con dolor y se consoló en silencio: Piensa en matar a Yavre como un medio para silenciarlo y así no pueda decirle a nadie que le vendí información sobre un agente encubierto... Diablos, si hubiera sabido que esto sucedería hoy, no habría hablado con este asesino loco. Esto no es ningún romance, es toda una tragedia...

Sha Qing se inclinó, lo agarró por el cuello y lo levantó. —Si aún quieres irte sin problemas, deja de perder el tiempo. ¿Escuchaste las dos explosiones recién? La policía comenzó la redada en el aeropuerto de la isla del norte. No pasará mucho tiempo antes de que lleguen sus fuerzas aerotransportadas.

—De seguro atraparán al líder primero. ¿Cómo planeas arrebatarle la comida a un grupo de tropas fuertemente armadas? —preguntó Daniel con desesperación.

Sha Qing lo pensó por un momento. —¿Qué tal capturar a un rehén? ¿Quién más crees que es el testigo más importante en este caso que conoce los detalles de la historia, además de Yavre y los once cazadores muertos?

—¿Ese pequeño secretario personal? —preguntó Daniel.

Sha Qing chasqueó los dedos. —Él mismo. Capturaremos a Oliver como moneda de cambio para hacer un trato con la policía. Tú intervienes para negociar con ellos mientras yo encuentro una oportunidad para ocuparme del objetivo.

Daniel recurrió a sus últimos recursos. —Incluso si tú no te deshaces de Yavre Jr., la policía lo hará.

—No, no lo condenarán a muerte por maximizar los intereses políticos —dijo fríamente el asesino—. Solo crearán opinión pública, promocionarán cuán brillantes y rápidos fueron para resolver el caso y cómo salvaron las vidas de los ciudadanos que estaban en peligro. Después de robar suficiente prestigio, extraditaran a Yavre Jr. a Gran Bretaña con la condición de que no sea condenado a muerte. De esa manera, ambas partes involucradas quedan felices y no dañan las relaciones diplomáticas entre los dos países.

Daniel frunció el ceño. —¿Sin pena de muerte? Incluso yo creo que es irrazonable...

—¡Piensa en los dos terroristas iraquíes que atentaron el aeropuerto! Una de las condiciones en las que Estados Unidos acordó extraditarlos a su país de origen fue que no se permitiera la pena de muerte. Como el otro país no aceptó, los dos desafortunados fantasmas todavía están encerrados en cárceles federales. No los juzgan ni sentencian, los dejan en una prisión cualquiera hasta que mueran. Y también está Issei Sagawa, el caníbal de Kobe. No solo no fue a la cárcel después de que lo extraditaran, sino que también publicó un libro sobre sus actos de canibalismo. —Sha Qing resopló y continuó—: ¿Crees que el duque Yavre permitirá que su hijo mayor pase toda su vida en prisión?

Daniel quedó estupefacto.

—Ya te lo dije, la ley es una zorra. Aunque está envuelta en una túnica ajustada de la cabeza a los pies, sigue siendo una zorra.

Sha Qing miró las palmas de sus manos; sangre invisible y pegajosa fluía lentamente sobre ellas. Apretó los dedos como si estuviera sosteniendo una hoja oscura y afilada, cercenándose la carne a modo de castigo.

—Hago lo que creo que debería hacer y nadie puede detenerme —dijo con una voz tan fría y dura cual cuchillo.

Y en ese momento, Daniel sintió que, mientras estuviera con él, no tendría miedo.

No fue hasta varios segundos después que se liberó de esta ilusión de estar hechizado y se regañó a sí mismo con un sudor frío: ¡Un demonio me está poseyendo!