Capítulo 39: Reencarnación II

Una mancha de sangre apareció en el brazo derecho de la monja. El impacto la empujó al suelo mientras gritaba y cubría la herida. El radio y la ulna de su brazo fueron destrozados por la bala, haciendo que su brazo mostrara una curvatura torcida y extraña, el dolor severo llenándole los nervios. Se enroscó en el suelo y gimió en voz alta, como si eso pudiera aliviar el dolor físico.

Leo se quedó mirando el arma en su mano, con el olor a quemado todavía perviviendo en su nariz. ¡A pesar de que se disparó el tiro y escuchó el sonido del arma, aún no lograba creer que pudo disparar el arma con tanta facilidad!

¡Esas pesadillas que lo persiguieron durante mucho tiempo y las barreras psicológicas impenetrables que habían estado agitando sus emociones en un remolino, fueron aplastadas por esa bala al mismo tiempo!

Al comienzo pensaba que deshacerse de esas cosas sería un proceso extremadamente largo y doloroso. De hecho, eso casi lo desesperaba, así que tragaba cada vez más pastillas con una actitud contraproducente, obligándose a hacer nada más que mantenerse ocupado en su intenso trabajo para no tener tiempo de pensar en esas cosas horribles.

En ese momento, después de cinco años, finalmente pudo disparar esa bala en la dirección correcta. ¡Retiró con éxito la trayectoria una vez desviada!

Esta vez, no falló, y nunca volverá a fallar.

Debbie cayó al suelo, aturdida. Miró a la monja manchada de sangre y huyó horrorizada, pero la densa oscuridad a su alrededor detuvo sus pasos. El bosque en medio de la noche estaba oscuro, y solo los focos delanteros del auto iluminaban una pequeña zona. Miró la alta figura del hombre de cabello negro a la luz de fondo, y de repente recordó que era un policía.

Créele a la policía, los adultos siempre dicen eso. Estiró sus bracitos, ansiosa por conseguir un refugio cálido y seguro, y trastabilló en su dirección.

Leo dejó caer su arma, se arrodilló en el suelo lodoso cubierto de hojas muertas y abrazó con fuerza a la niñita que se arrojó sobre él. Enterró su rostro en el largo y rizado cabello rubio claro del angelito.

Nadie sabía que Leo se había largado a llorar.

—Lo siento, lo siento... —dijo repetidamente el agente de cabello negro, la voz ahogada, derramando la culpa, el remordimiento y la disculpa que se habían acumulado durante cinco años—. Debbie, perdón....

La niña no pudo entender el significado de lo que dijo, pero simple y sagazmente, abrazó su cuello y respondió con los modales aprendidos:

—No importa.

—Te ha perdonado. —Li Biqing susurró a su lado—. Leo, ¿crees en la reencarnación?

—...¿Reencarnación?

—Sí. Hace cinco años, una vida murió, pero otra nació. Ahora, regresó a ti con la misma apariencia y la misma situación, y le has dado un nuevo final. Ella quiso usar esta forma para decirte que ganaste su perdón con tus propios esfuerzos.

Leo levantó la vista, asombrado. Mirando fijamente la cara de la niñita, preguntó con recelo, y al mismo tiempo, expectación:

—¿Eso es cierto, Debbie?

La niñita también lo miró fijamente. Recordó lo que le había enseñado la maestra, que debería estar agradecida después de recibir ayuda de otros, así que murmuró:

—Gracias.

El agente federal la volvió a abrazar y dijo entre lágrimas:

—No, Debbie, yo debería agradecerte a ti...

El rugido de las sirenas sonó desde la distancia y un gran número de policías estatales y del condado llegaron, encargándose de la escena. Controlar a los sospechosos, apaciguar a los rehenes, tomar fotografías y recoger evidencia... Todo el trabajo posterior se llevó a cabo de manera ordenada.

Leo abandonó a la multitud y caminó a un rincón oscuro un poco más lejos. Necesitaba algo de tiempo para calmarse y ordenar sus pensamientos.

Todo lo que sucedió antes rodó en su cabeza como una película, y pronto, encontró algo extraño...

Le preguntó al joven a su lado:

—¿Sabes cómo usar un arma?

El joven chino sonrió. —Cómo así, nuestro país no permite las armas personales. Sin embargo, visité clubes de tiro y participé en algunos juegos.

—Sostuviste mi brazo en una pose muy profesional.

El agente lo observó inquisitivamente con sus ojos azul oscuro.

—Eso es porque te temblaba el brazo como una persona que nunca ha sostenido un arma. Así que, en ese momento, en contraste, yo tenía más experiencia que tú. —Li Biqing escupió con facilidad.

Leo sonrió con un poco de incomodidad. Recordó ese sueño asombrosamente consistente con la realidad, pero no sabía cómo mencionárselo a la otra persona. ¿Qué debería decir? ¿Preguntarle "Cómo es que tus palabras y acciones se parecen tanto ese asesino en serie de mi sueño"? No, eso era demasiado inexplicable. No se había vuelto lo suficientemente loco hasta el punto de dudar repentinamente del otro solo por un sueño absurdo.

Aunque sentía vagamente que algo no estaba bien, eran solo unas nociones sutiles. Ni siquiera podía explicar por qué se sentía así, como si escondiéndose detrás de ese chico amable y pulcro, hubiera una sombra vaga y etérea...

¡Diablos, cómo pudo tener una idea así! Estas dudas infundadas son como una blasfemia contra su amor.

Justo cuando decidió dejar atrás esas dudas desordenadas, su teléfono sonó repentinamente en su bolsillo.

Después de que Leo contestara, colgó sin decir muchas palabras y, tristemente, le dijo a Li Biqing:

—Lo siento, mis vacaciones se van a volver a interrumpir.

—¿Por qué?

—Aviso de emergencia de la sede central, me dicen que regrese de inmediato a Washington DC.

Preocupado, Li Biqing preguntó:

—¿Por la noche? ¿Por qué es tan urgente? ¿Sucedió algo?

—No dieron más detalles por teléfono. Simplemente nos dijeron a Rob ya mí que regresáramos primero. —Leo miró a la otra persona con inquietud—. Puede que no sea conveniente llevarte en este viaje. Puedes ir a otro lugar para continuar tus vacaciones o volver a Nueva York, te daré la llave del apartamento... ¿Cuáles son tus planes?

—...Es demasiado repentino. Aún no lo he decidido —respondió honestamente Li Biqing.

—Bueno. Regresemos primero al hotel y dejemos que la policía estatal y del condado terminen el trabajo.

Li Biqing lo siguió unos pasos y volvió a preguntar:

—La hermana Emma será condenada por homicidio. ¿Y el padre Smith? ¿Será condenado?

—Es difícil de saber, ya que se trata de asuntos religiosos. Será un poco problemático tratar con esto, ya que sus acciones se basaron en algunas costumbres antiguas. Hace cien años, muchos creyentes habrían estado orgullosos si sus cadáveres fueran colocados en las catacumbas de la iglesia. —El agente se encogió de hombros—. Si la iglesia interviene en este caso, es posible que el padre escape de la pena, pero ciertamente no podrá quedarse más tiempo en este lugar. Tal vez sea despedido de su cargo y se le ordene permanecer cerca del cementerio de la iglesia para cuidar las tumbas.

—Eso está bien. Creo que al padre le gustará este nuevo trabajo —dijo Li Biqing.

El agente de cabello negro vaciló un poco. —Estoy más preocupado por otra cosa más que esto... ¡Ese tipo no intervino esta vez! Es un poco raro, sabiendo que ha estado siguiendo nuestros casos durante los últimos años. Ocho de cada diez de esos asesinos en serie fueron derribados primero por él. Ha sido abrumador hasta el punto en que comenzamos a dudar de si tenía un infiltrado entre nosotros. Inesperadamente, esta vez no hubo ningún movimiento de su parte. Debo decir que la hermana Emma es muy afortunada de poder ir viva a los tribunales.

—¿Te refieres a Sha Qing?

—Ese mismo tipo. Ha pasado un mes sin noticias de él revolviendo el gallinero. En serio no estoy acostumbrado.

—Tal vez también esté de vacaciones. —Li Biqing se rio con una leve sorna—. Con su novia. También debe estar disfrutando la vida de una persona normal.

—O con su novio —añadió indiferentemente el agente de cabello negro.

—¿Qué? Dices que es... —dijo el otro, sorprendido.

—No. —El agente cambió de inmediato el tono—. Solo bromeo.

Li Biqing le echó un vistazo, una mirada compleja e incomprensible revoloteó por su expresión.

Para cuando lograron regresar al hotel en el pueblo de River Gorge, el cielo ya brillaba. Ninguno tenía sueño, así que desayunaron un poco de pan y café.

Después de comer, el teléfono de Li Biqing sonó en su bolsillo. Lo sacó para ver el nombre de la persona que llamaba y le sonrió a Leo, avergonzado. —Saldré a contestar el teléfono.

—¿Molly te llama? Oh, no tienes que contestar a mis espaldas siempre. —Su cuñado trató de animarlo y bromeó—. No escucharé tus conversaciones privadas.

Cuando el joven escapó rápidamente, Leo, sagaz, discernió rubor en ese rostro.

El agente sonrió y tomó un sorbo del café amargo ya frío.

Li Biqing regresó poco después, con una expresión de entusiasmo en su cara y pareciendo bastante contento. —¡Sabes, Leo, Molly regresará el próximo mes!

—¿El próximo mes? —Leo se sorprendió un poco—. ¿No dijiste que volvería a finales de año?

—Su trabajo va mejor de lo esperado. Se va a tomar unas vacaciones y regresará para quedarse con nosotros medio mes.

—Oh, bien —dijo Leo, medio feliz y medio pesaroso, sintiéndose tan complicado cual cóctel de diecisiete u ocho sabores—. Por fin pueden pasar tiempo juntos.

—Dijo que planeaba discutir el compromiso conmigo. —Li Biqing prosiguió en voz baja, como si analizara las verdaderas emociones en el corazón de la otra persona a través de las vagas expresiones en su rostro—. ¡Compromiso! En nuestro país, eso significa que no está muy lejos del día de la boda, ¿es lo mismo en el tuyo?

—Oh, debería. —Leo respondió desapasionadamente.

Li Biqing sonrió y preguntó con un indicio de malas intenciones:

—Entonces, ¿quieres ser padrino para el compromiso? Espero que no estés demasiado ocupado trabajando el próximo mes.

Leo trató de mostrar su expresión su "disposición". —Voy a analizar la situación, si estoy libre en ese momento, lo seré.

Se levantó y regresó a su habitación, empacó un equipaje sencillo y le dijo a Li Biqing:

—Acabo de reservar un boleto y ahora voy a tomar el avión. ¿Puedes regresar a Nueva York por tu cuenta?

—No hay problema, no te preocupes. —Li Biqing lo despidió felizmente, agitando la mano—. Buen viaje en el cami... Oh no, volarás, ¡buen viaje en el aire entonces!

El agente federal se fue a toda prisa sin mirar atrás, como si huyera de algún tipo de tortura.

Li Biqing se quedó solo, mirando la espalda distante de Leo por el alféizar.

—¿El próximo mes...? —murmuró—. Realmente tengo que apurarme.