Capítulo 37: Ángel congelado II

—Caballeros, irrumpir en la habitación de alguien y robar cosas sin permiso no es algo sensato y legal, ¿no? —El padre de túnica negra estaba fuera de la puerta, una expresión de desagrado en tanto les predicaba con severidad a los dos hombres.

—Bajó la premisa de que la persona no sea un sospechoso de los homicidios investigados por la policía. —El agente federal sacó el arma de debajo de sus costillas, diciendo con frialdad—. Me pregunto cómo pudo venir aquí. ¿Fue porque estuvo alerta todo este tiempo y fue lo suficientemente cauteloso, que no inhaló el isoflurano?

—¿Isoflurano? —El padre Smith se sorprendió un poco—. ¿Quieres decir que te colaste en mi habitación y me drogaste? No es de extrañar que me despertara y notara que la llave alrededor de mi cuello no estaba... Bueno, es una lástima que naciera con una alta tolerancia a la mayoría de las drogas. Si quieres que permanezca inconsciente durante un período de tiempo prolongado, me temo que tendrás que aumentar varias veces la dosis normal.

Este es otro rasgo de esos asesinos en serie, la insensibilidad mental. ¡Hizo cosas tan indescriptibles, pero no mostraba ni una pizca de culpa! Leo pensó enojosamente. ¡El padre fue atrapado con las manos en la masa justo en la escena del crimen, en la sala llena de los cuerpos de sus víctimas, mas no parecía para nada preocupado, como si esto fuera solo su colección privada vista por extraños!

—Ahora que apareció aquí, las cosas serán mucho más sencillas —señaló al padre con el cañón del arma—. Ponga las manos arriba de la cabeza, gire lentamente y mire hacia la pared. Está bajo arresto, padre Smith, por los cargos de homicidio doloso y profanación.

El padre abrió de par en par sus ojos azul grisáceo, su rostro lleno de sorpresa e incomprensión, como quien fue acusado injustamente. Sus palabras se llenaron de ansiedad y justificación, —¿Homicidio doloso? No, no, el asesinato es uno de los pecados más grandes, va en contra de los Diez Mandamientos del Señor. El Señor dijo: "No matarás" y "Todo aquel que mate no vivirá con él para siempre". ¡Debemos obedecer los mandamientos del Señor!

—¿Cómo explicas los cuerpos de estos niños? ¿Quieres decirnos que todas estas estatuas de angelitos solo están hechas de yeso?

—No, no son estatuas, sino ángeles dormidos. —Las emociones del padre se calmaron rápidamente—. Sus almas solo abandonaron temporalmente el mundo mortal y se elevaron al cielo, donde está el Padre Dios. Solo puedo conservar sus cuerpos tan completos como sea posible hasta el día en que sus almas regresen.

—¿Planea engañar al tribunal y al jurado con este tipo de tono mágico? ¡Genial, espero que pueda cosechar más seso religioso en ese momento!

—No, no mentí. "Los labios mentirosos son abominación a Jehová, pero se deleita en los que dicen la verdad". —El padre le dijo sinceramente al agente, quien mostraba un semblante de enfado y repulsa—. Escúchame, hijo. Sé que en tu opinión esto es un poco impersonal y no cumple con la ley vigente, pero debo hacerlo. Esta es mi misión desde que recibí esa "revelación" hace veinte años.

Li Biqing, que había estado observando con ojos fríos, preguntó:

—¿Revelación? Podría explicarlo más, padre.

—Por supuesto. —El padre Smith respondió amigablemente.

—Hace veinte años, yo era un joven superficial e ignorante. Quería servir al Señor y escuchar su voluntad, pero nunca entré al clero. Hasta que un día, cuando viajé a Sicilia, Italia, vi a un ángel dormido en las catacumbas de los monjes en Palermo. —El padre miró ese pequeño cuerpo en la vitrina, sus ojos cálidos y llenos de anhelo, como si hubiera entrado en el santuario de la memoria.

—Su alma había dejado el mundo hace más de setenta años, pero todavía mantenía la misma apariencia antes de la muerte. Su cabello brillante, pestañas rizadas, piel suave y labios frescos, como una flor recién arrancada. En el momento en que la vi, un relámpago partió mi tonta cabeza. ¡Yo era como un cordero perdido que al fin encontraba el camino, y la tan esperada voz del Señor al fin llegó a mi cabeza! El Señor me dijo: "Quien cuida el cuerpo de un ángel sobre su propia carne y sangre terminará bien y deleitará al Señor".

—¡Eso fue una revelación! ¡No pude imaginar que sería tan afortunado de ser el destinatario de semejante honor, que sería un elegido! Después de eso, me di cuenta del sentido de la vida: estoy viviendo en este mundo porque tengo la responsabilidad de proteger tanto como pueda la carne de estos angelitos...

Mirando al padre inmerso en el mundo espiritual, Leo y Li Biqing intercambiaron una inexplicable mirada de "qué diablos es esta situación" y desconcierto.

—Entonces comencé a seguir las pistas para encontrar al antiguo guardián, un doctor llamado Alfredo Salafia. Solo él había dominado la mejor técnica. ¿Pueden creer que hizo eso hace casi un siglo? ¡El conocimiento humano no era tan avanzado y la tecnología no se había desarrollado mucho en ese momento y, aun así, creó semejante milagro! ¡Debe ser la sabiduría dada por el Señor! Pasé un año entero tratando de encontrar sus estudios, y finalmente encontré sus notas en manos de sus familiares, las que registraban la perfecta tecnología de anticorrosión...

—¿Alfredo Salafia? —susurró Li Biqing—. ¿Quién es este doctor que el padre consideró profeta?

—¿Has oído hablar de "La Bella Durmiente de Sicilia"? —preguntó Leo.

—...Ah, ¿la niña de dos años en las catacumbas de Palermo? He visto fotos en internet y, de hecho, eso podría considerarse un milagro en la historia de la preservación de cadáveres —respondió Li Biqing, pero de repente agregó—. Pero lo que es aún más extraño es que cada año, miles de turistas visitan ese lugar, ¿cómo es que solo el padre Smith recibió la "revelación de Dios"?

El agente de cabello negro lo ponderó por un momento, y le respondió concisamente con una línea de un drama televisivo:

—"Le hablas tú a Dios, eres religioso; Dios te habla a ti, estás loco[1]".

Al mirar al padre que estaba de pie cerca, el joven chino casi se echó a reír. —Pero parece un paciente devoto e inofensivo, ¿no? Sigo pensando que no es alguien que mata gente, y esos niños podrían haber sido embalsamados después de sus muertes.

Leo frunció el ceño, refutando con desaprobación:

—¿Un pequeño orfanato, trece muertes naturales o accidentales en dos décadas? ¿La tasa de mortalidad infantil es tan alta hoy en día?

—Posiblemente, ¿o quizás realmente haya un asesino, pero es alguien más?

—Y entre los sospechosos, no podemos descartar que el propio padre sea un enfermo mental disfrazado.

—Bueno, intentemos preguntar y ver si podemos sacar algo de su boca. —Después de que los dos terminaran de susurrar, descubrieron que el padre había inclinado la cabeza, las manos juntas frente a su pecho mientras se paraba junto a su angelito. Murmuraba unas oraciones y parecía que su espíritu había entrado en un reino sagrado y etéreo, inalcanzable para los mortales.

Leo decidió ir directo al grano. —¿Cómo murieron estos niños, padre? Para unirse al coro celestial, ¿les extinguió el aliento de sus cuerpos vivos?

El padre Smith dejó de rezar y se giró para mirar al agente. No había ira en sus ojos, solo tolerancia y compasión por la otra persona por vivir en este mundo tonto. —Matar está mal, hijo, y tu cerebro está lleno de pensamientos relacionados con la matanza. Eso es peligroso —estiró las manos hacia la vitrina en modo de alabanza—. La muerte siempre llega de formas que no te puedes imaginar, enfermedades, todo tipo de accidentes, pero no tienes que resistirte a ella. Estos son los planes del Señor, solo está recuperando a sus siervos, para que así dejen su carne mortal y regresen al cielo. Eso es todo.

Li Biqing le susurró a Leo:

—Añade eso. Es totalmente como un paciente devoto, inofensivo e ingenuo que necesita ayuda psicológica. Nunca dudaría ni investigaría la causa de la muerte de los niños, porque piensa que todo es el "arreglo" de Dios.

El agente pensó por un momento y suspiró, impotente. Entonces, le preguntó al padre:

—¿Quién se ocupa de la vida diaria de los niños?

—Monjas, las hermanas de la iglesia se turnan su cuidado.

—¿Quién está de turno hoy?

—Emma. Oh, la viste hoy, cuando nos vimos antes.

Las dos personas lo recordaron repentinamente. Fue en ese momento cuando el padre y un niño negro conversaban sobre su dibujo de ballenas delgadas, y después el niño fue persuadido y alejado por una monja rolliza. "¿Quieres comer pescado, pequeño Matt? Está bien, haré pescado frito esta noche", dijo.

Extraído de su memoria olvidada, la joven monja les dirigió un vistazo frío antes de que se fueran, como si estuviera siendo manipulada por la cuerda de seda de un titiritero. La forma en que miró no fue algo impulsado por la curiosidad y la exploración en el sentido ordinario: sus ojos permanecieron en ellos durante más de dos segundos, excediendo con creces el vistazo normal a los extraños. Rememorándolo ahora, después de que Leo mostrara su credencial del FBI, una emoción se escapó de sus ojos verde oscuro, claramente pánico que no tenía ningún lugar para esconderse.

—La monja llamada Emma, ¿dónde está ahora? —preguntó Leo.

—¿A esta hora? Es de noche, así que probablemente esté comprobando si los niños han mojado la cama, tienen pesadillas o alguna molestia física —respondió el padre.

Leo agarró la muñeca del padre Smith y lo jaló bruscamente a las escaleras. Con rapidez, puso un par de esposas de acero en la barandilla y sujetó sus dos muñecas. —Lo siento, padre. No hay evidencia directa que demuestre que estos niños no fueron asesinados por usted. Por favor, quédese aquí por un rato y la policía vendrá a buscarlo.

El padre jaló de la cadena en su muñeca, lo que emitió ruidos metálicos. Dijo, fastidiado:

—No puedo rezar así.

—Oh, puede intentar recostarte sobre el pasamanos de las escaleras —dijo con desaprobación el agente—. Es el alma lo que importa de todos modos, no la forma, ¿verdad?

Como si las densas nubes se hubieran despejado, el padre sonrió felizmente. —¡Tienes razón! Adora al Señor con espíritu y honestidad, y el Señor ciertamente lo aceptará. La oración no está limitada por el tiempo y el espacio, siempre que la hagas con todo el corazón y la actitud correcta mientras se lo dices al Padre —trató de ponerse cómodo mientras se apoyaba en la barandilla, juntó las manos y comenzó a recitar sus oraciones con devoción.

Ni siquiera les preguntó a los huéspedes inesperados que se fueron, la importante pregunta de "¿Para qué buscan a la hermana Emma?", ya que estas cosas no son más importantes que la oración, ¿verdad?

[1] "You talk to God, you are religious; God talks to you, you are psychotic". Esta es un cita de Gregory House de la serie Dr. House (2012).