Capítulo 12: Rosas sangrientas

Diez minutos después, llegó una mala noticia Serena: no se pudo rastrear la ubicación del teléfono móvil, tal vez porque el teléfono estaba completamente dañado o la batería fue retirada.

La cara de Rob se volvió solemne ante la noticia, pero para su sorpresa, Leo no mostró ninguna expresión de frustración o dolor, lo que le hizo sentir que su compañero era como una cuerda de arco tirante, un pedazo de roca calentado a temperatura extrema que permanecería en este estado crítico hasta que se aplicara el último rastro de fuerza de tracción o se vertiera un balde de agua helada. Se sintió preocupado de que cuando llegara ese momento, Leo se viera abrumado por la excesiva carga.

Leo y Rob llegaron a un departamento alquilado vacío, por lo que descendieron por el ascensor del piso diecisiete y corrieron directamente a la Universidad Estatal de Portland.

El instructor del curso de capacitación de idiomas de hoy resultó ser Wayne. Quedó un poco nervioso cuando Leo lo interrogó. —¿Biqing? Sí, sí, vino a clase hoy. Aunque llegó un poco tarde, pero ayer pidió permiso, así que pensé que no vendría... ¿Ahora mismo? No lo sé... Todos, ¿alguno sabe a dónde fue su compañero de clase Li Biqing? —Se giró y le preguntó a una docena de estudiantes que murmuraban en clase.

Un momento después, un tipo chino levantó la mano perezosamente. —Lo vi responder una llamada antes, luego sacó su bolso.

—¿Cuando? —preguntó Leo.

—Hace aproximadamente una hora, no puedo recordar con exactitud.

—¿Escuchaste lo que dijo por teléfono?

—Oye, ¿cómo lo sabría? ¿Me veo como alguien que fisgonea todo el día en la privacidad de otras personas? —El chico gritó con descontento.

—¿No lo eres acaso, chismosito? —Su compañero de pupitre aprovechó la oportunidad para criticar y el aula de repente se llenó de risotadas.

Leo se fue sin dejar siquiera algunas palabras educadas para Wayne. El gran hombre blanco agitó torpemente la mano a sus espaldas. —De nada...

—¿Ahora qué? —Rob persiguió a Leo.

Leo obligó a su palpitante cerebro a tranquilizarse, y ordenó sus caóticos pensamientos. —Supongamos que fue Reggie quien llamó a Biqing, ¿qué diría? ¿Especialmente después de que su identidad como sospechoso de asesinato hubiera sido revelada? Biqing no es el tipo de persona que hace las cosas a la ligera. Reggie debió tener una excusa muy fuerte que lo hiciera salir en lugar de llamar de inmediato a la policía.

—Uh... "De verdad soy inocente, el asesino es otra persona", ¿o algo así? —Rob trató de pensar—. No, toda la evidencia del caso es sólida, y el propio Biqing lo tiene muy claro. No se creería esa declaración. Entonces, qué sería... ¿Una confesión sincera antes de un suicidio falso? ¿Eso lo conmovió tanto que fue a ver a Reggie por última vez, independientemente del peligro?

Rayos, ¡¿y esa especulación?! —El extraño estallido de lenguaje soez de Leo.

—Es bastante posible, ¿no? No me digas que no puedes ver que el tipo latino está interesado en Biqing.

—¡Patrañas, por eso es que es un objetivo!

—No, no, no estoy hablando solo de ese deseo anormal, sino de algún tipo de cariño... ¿sincero y oculto? Quizás, en su opinión, Biqing es el más distintivo entre sus objetivos elegidos... —Tanto como se le fue posible, Rob expresó sus puntos de vista de una manera que no incitara a Leo.

Pero, aun así, inevitablemente incitó a su compañero de cabello negro, quien lo fulminó ferozmente con la mirada como lo hacía con los criminales violentos. —¿Cómo es distinto? ¡Solo lo explayaste más! ¡Maldición, si vuelves a decir eso, te daré una buena paliza, lo juro!

—¡Me equivoqué! —Rob levantó inmediatamente las manos en señal de rendición—. Volvamos al punto. ¿A dónde va a llevar a Biqing?

Leo permaneció en silencio con los dientes apretados, y sus siguientes acciones cayeron en un difícil punto muerto.

Hola Leo, ¿adivinas a dónde fui? Un muchacho chino con pijama estaba sentado con las piernas cruzadas en el sofá, pies descalzos. Tenía un cuaderno en una mano, y el extremo del lápiz que sostenía en la otra estaba siendo mordido juguetonamente en su boca. Oh, no me mires así. Bien, reduzcamos la dificultad. Te daré una pista.

Leo cerró los ojos, permitiendo que la figura ilusoria en su mente riera. Trató de imaginárselo tan real como pudo. ¿Qué tipo de pista me vas a dar, Biqing?

Abrió bruscamente los ojos y corrió de regreso al aula. Se apresuró hacia el asiento de Li Biqing y revisó de arriba abajo tanto su pupitre como su silla. Solo un poco después de eso, Wayne finalmente pudo ordenar el aula.

—¡Lo encontré! —El dedo de Leo se detuvo ante la garabateada letra de una persona en el cajón, donde una línea de palabras en inglés fue escrita con un bolígrafo negro: "Gran nogal negro".

Leo salió del aula cual ráfaga de viento. Wayne, quien había sido completamente ignorado una vez más, solo pudo mirar sin palabras a la figura en retroceso. —De nada... otra vez.

La costa oeste de los Estados Unidos era originalmente rica en nogales negros, pero el número se había desplomado hasta el punto de que requirieron un nivel de protección debido a los años de tala exhaustiva. Hay algunos en la Universidad Estatal, la mayoría de los cuales se encuentran en el lado este de los terrenos de la universidad, cerca del Parque Forestal.

Dos hombres con trajes oscuros se apresuraron al campus. Fueron bastante llamativos en el camino y atrajeron susurros de todos aquellos que los habían visto. —Oye, he visto a esos dos tipos justo al lado de la cinta de advertencia en la escena del crimen, ¡son del FBI!

—¿Pasó algo malo en nuestra universidad otra vez?

Minutos después, Leo y Rob encontraron el alto nogal negro, aún jadeantes. No les sorprendió que no hubiera nadie debajo del árbol, pues este era solo el lugar de reunión, Biqing y Reggie deben haber hablado aquí. Leo esperaba que Biqing dejara algunas pistas por precaución, así que caminó alrededor del árbol y buscó minuciosamente.

—¡Oye, encontré algo! —La suela de Rob pisó un objeto duro en la hierba y vio un teléfono móvil nuevo y roto, mientras que su tapa trasera y batería yacían cerca. Se puso en cuclillas en el suelo, miró el denso follaje y especuló—. Debió haber metido el teléfono entre las ramas y luego se cayó. Tal vez Reggie comenzó a usar medios correosos para controlar sus comunicaciones externas, por lo que Biqing desvió la atención del otro para ocultar en secreto su teléfono móvil.

—Eso tiene sentido —dijo Leo en tanto armaba el teléfono e intentaba encenderlo. Afortunadamente, el BlackBerry era bastante resistente. Navegó por el teléfono y encontró una grabación registrada hace una hora y veinticinco minutos, la cual solo duraba noventa segundos. Leo presionó el botón de reproducción sin vacilación.

"...Escucha, no quiero lastimarte, solo quiero hablar contigo".

"Puedes decirlo ahora".

"¿Aquí? No, no quiero que nadie nos interrumpa. Vayamos a un lugar tranquilo y hermoso".

"Reggie, no quiero ir a ningún lado contigo, y después de recibir tu llamada, quise llamar a la policía. ¡Si no me hubieras amenazado con dejar caer a la chica inconsciente desde el último piso del edificio de la universidad, la policía habría estado aquí!".

"Solo estaba bromeando, tranquilo... Por supuesto que no lo haría. Nunca te lastimaré... lo juro. Mi mente está hecha un desastre, parece que hay numerosos cuchillos de acero revolviéndose dentro de mi cabeza y me siento miserable... ¡A excepción de ti, no puedo pensar en nadie más a quien pueda pedirle ayuda y evitar que me vuelva completamente loco!".

"Puedes llamar a la policía".

"¡No! No... Sí, sí, me rendiré, después de que hablemos... Biqing, por favor, dame la oportunidad para hablar, ¡no me cierres la última puerta, por favor, por favor!".

Un momento de silencio.

"¿A dónde?".

"Solo vayamos allá... ¿No dijiste que querías ir con alguien y echar un vistazo, pero nunca sucedió? Hoy te acompañaré, vamos".

La grabación llegó a un abrupto final.

Rob respiró hondo y preguntó con ansiedad:

—¿Dónde es? ¡Maldita sea, la oración más importante no salió!

—Ya sé dónde. Anteriormente, varias veces me pidió que lo acompañara, pero desafortunadamente siempre estaba ocupado. —Leo se guardó el teléfono móvil en el bolsillo y fue velozmente al estacionamiento. ¡El International Rose Test Garden!

Como es un día de semana, el International Rose Test Garden en el distrito suroeste de Portland tiene pocos visitantes. Bañado por el cielo azul claro, las hileras de innumerables flores emanaban una fragancia lustre y cálida, lo que podía hacer que la gente se sintiera débil.

Pero en este momento, la variedad de rosas, sin importar a qué familia pertenecieran, a los ojos de Leo eran solo arbustos densos y una molestia. Él y Rob trotaron por las colinas, valles y bosques que las rodeaban mientras esperaban los refuerzos policiales. Cuando pasaron por un arroyo de montaña escondido, un vago olor nauseabundo envuelto en un omnipresente aroma floral flotó en el aire.

—¡Sangre! —Rob gritó estridentemente como un gato estrangulado. Leo se estremeció, atravesando las densas y espinosas paredes de rosas con sus brazos desnudos, completamente ajeno a la sangre en su rostro y cuello que se filtraba por las pequeñas heridas.

En las profundidades de un gran matorral de rosas multiflora, un cuerpo humano desnudo y ensangrentado, atravesado por una docena de tallos de rosas recién rotos yacía boca abajo. El charco rojo que ondeaba debajo de este se extendía hasta el suelo fértil, el cual absorbió la sangre con avidez y solo dejó una oscura mancha marrón en el suelo.

Leo se tropezó con sus pies y cayó sobre los arbustos frente a ellos. Afortunadamente, Rob lo agarró del brazo, pero fue apartado por él al siguiente segundo.

Se arrojó al cadáver y lo dio vuelta desesperadamente...

Gracias a Dios, no era su chico...

—¡Es Reggie! ¡¿Está muerto?! —Rob se apresuró—. Esta clase de muerte... Ojo por ojo, diente por diente. El cuerpo todavía está caliente, así que quizás solo murió hace media hora... ¡Tal vez Sha Qing no ha llegado muy lejos! ¡Debemos apurarnos e informar al equipo SWAT para buscar a ese tipo!

—Biqing todavía debería estar por aquí... ¡Encuéntralo! —Leo, como si no escuchara nada, miró a Rob con los ojos rojos.

El agente federal de cabello castaño y ojos verdes pareció darse cuenta repentinamente de que, en este momento, en el corazón de su compañero, el deseo de perseguir a Sha Qing era mucho menos importante que el joven desaparecido. Si no podían encontrar a Biqing, o peor aún, lo encontraban con un cuerpo frío, ¡el nervio de Leo, que había sido apretado hasta un punto crítico, definitivamente se rompería y se quebraría por completo! Rob no estaba seguro de hasta qué punto la situación evolucionaría cuando eso sucediera. Esta vez solo pudo ir con Leo, registrando el área en un patrón radial con la escena de muerte de Reggie como punto central.

Unos cuantos minutos más tarde, detrás de los arbustos no muy lejanos, finalmente vieron una figura debajo del árbol.

—¡Biqing! ¡Biqing! —Leo se adelantó y se arrodilló junto al cuerpo tendido. Sus dedos tiritando mientras trataba de tocar la arteria del cuello del hombre. ¡Latía! ¡Sigue vivo, solo inconsciente! Leo levantó con cuidado la parte superior del cuerpo, la abrazó y les gritó a los policías que estaban corriendo desde la distancia—. ¡Llamen a una ambulancia! ¡Deprisa, llamen a una ambulancia!