Oraciones

#Oremosjuntos

Viraliza gestos de esperanza y amor

Una iniciativa con la que es posible responder en las redes sociales al llamamiento del Papa Francisco.

Muchísimas personas se encuentran hoy confinadas en casa a causa del coronavirus. Sin embargo, hay algo que la cuarentena no puede encerrar: nuestra capacidad para compartir en las redes sociales gestos de amor y esperanza. Así ha nacido #OremosJuntos.

Desde aquí queremos unirnos al Papa Francisco y a los medios de comunicación de la Santa Sede (vaticannews.va) alrededor del hashtag #OremosJuntos para viralizar en redes imágenes y testimonios capaces de dar inspiración y esperanza a quienes más lo necesitan.

#OremosJuntos puede convertirse, para cada uno de nosotros, en una respuesta a la invitación del Papa “a vivir este momento difícil con la fuerza de la fe, la certeza de la esperanza y el ardor de la caridad”.

Puede ser el ejemplo de un médico o enfermero, de un empleado de supermercado, la sonrisa de una persona anciana, la infinita paciencia de un papá, una oración o un momento de felicidad a pesar de la cuarentena, un sacerdote que celebra la misa en Internet…

Únete a esta cadena lanzada por el Papa Francisco ofreciendo tu testimonio u oración. ¡No olvides de añadir el hashtag #OremosJuntos.



santuario de fátima

Corazón de Jesucristo, médico de las almas, Hijo amado y rostro de la misericordia del Padre, la Iglesia que peregrina sobre la tierra en Portugal y España -naciones que son tuyas- mira para tu costado abierto, que es su fuente de salvación, y te suplica: En esta singular hora de sufrimiento, asiste a Tu Iglesia, inspira a los gobernantes de las naciones, escucha a los pobres y a los afligidos, enaltece a los humildes y a los oprimidos, sana a los enfermos y a los pecadores, levanta a los abatidos y a los desanimados, libera a los cautivos y prisionerosy líbranos de la pandemia que nos afecta.

Corazón de Jesucristo, médico de las almas, elevado en lo alto de la Cruz y palpado por los dedos del discípulo en la intimidad del cenáculo, la Iglesia que peregrina sobre la tierra en Portugal y España -naciones que son tuyas- te contempla como imagen del abrazo del Padre a la humanidad,ese abrazo que, en el Espíritu del Amor, queremos darnos unos a otros según tu mandato en el lavatorio de los pies, y te suplica: En esta singular hora de sufrimiento, ampara a los niños, a los ancianos y a los más vulnerables,conforta a los médicos, a los enfermeros, a los profesionales de la salud y a los voluntarios cuidadores, fortalece a las familias y refuérzanos en la ciudadanía y en la solidaridad, sé la luz de los moribundos, acoge en Tu reino a los difuntos, aleja de nosotros todo maly líbranos de la pandemia que nos afecta.

Corazón de Jesucristo, médico de las almas eHijo de Santa María Virgen, por medio del Corazón de tu Madre,a quien se entrega la Iglesia que peregrina sobre la tierra en Portugal y España -naciones que desde hace siglos son suyas- y en tanto otros países,acepta la consagración de tu Iglesia. Al consagrarse a tu Sagrado Corazón, la Iglesia se entrega a la protección del Corazón Inmaculado de María, configurado por la luz de tu pascua y aquí revelado a tres niñoscomo refugio y camino que conduce a tu Corazón. Sea Santa María Virgen, Nuestra Señoradel Rosario de Fátima, la Salud de los Enfermos y el Refugio de tus discípulos nacidos junto a la Cruz de Tu amor. Sea el Inmaculado Corazón de María, a quien nos entregamos, quien diga con nosotros: En esta singular hora de sufrimiento,acoge a los que perecen,da aliento a los que a Ti se consagrany renueva el universo y la humanidad.

Amén

VOY COMO UN CIEGO QUE VE...

Porque, Señor, yo te he visto

y quiero volverte a ver,

quiero creer.

Te vi, sí, cuando era niño

y en agua me bauticé,

y, limpio de culpa vieja,

sin velos te pude ver.

Devuélveme aquellas puras

transparencias de aire fiel,

devuélveme aquellas niñas

de aquellos ojos de ayer.

Están mis ojos cansados

de tanto ver luz sin ver;

por la oscuridad del mundo,

voy como un ciego que ve.

Tú que diste vista al ciego

y a Nicodemo también,

filtra en mis secas pupilas

dos gotas frescas de fe.

ORACIÓN ANTE EL COVID-19

  • Que los estantes vacíos del supermercado ​me ayuden a pensar en quienes la escasez es el no-pan suyo de cada día.

  • Que la falta de mascarillas o de hidroalcohol me haga reflexionar ante quien vive a la intemperie desde que nace, sin tarjeta médica, ni hospitales, ni medicinas…

  • Que la incertidumbre de a quién le tocará, ​me ayude a intuir los sentimientos de los que oyen el silbido de las bombas y los disparos hoy.

  • Que el posible aislamiento ​me sirva para padecer-con los refugiados bloqueados en Turquía.

  • Que las posibles complicaciones logísticas laborales​, educativas​ y familiares​ me ayuden a comprender una pequeña parte de lo que sienten los padres que no tienen ni abrigo, ni casa, ni cuadernos, ni respuestas, ni esperanza para sus hijos.

  • Que el caos económico que amenaza nuestro privilegiado bienestar nos sirva para abrir los ojos ​ante quien busca simplemente futuro atravesando el océano​, el desierto, el campo helado o las alambradas.

Bendito quien confía en el Señor

y pone en el Señor su confianza.

Será un árbol plantado junto al agua,

que alarga a la corriente sus raíces;

no teme la llegada del estío,

su follaje siempre está verde;

en año de sequía no se inquieta,

ni dejará por eso de dar fruto.

​(Jeremías 17, 7-8.​)

Amén​


CONVERSAORACIONES FAMILIARES

Os dejamos estos pasos para conversar y orar en familia.

ORACIÓN #YOMEQUEDOENCASA

¡YO ME QUEDO EN CASA, SEÑOR!

Y caigo en la cuenta de que, también esto,

me lo enseñaste Tú viviendo, obediente al Padre,

durante treinta años en la casa de Nazaret esperando la gran misión.

¡YO ME QUEDO EN CASA, SEÑOR!

Y en la carpintería de José, tu custodio y el mío,

aprendo a trabajar, a obedecer,

para lijar las asperezas de mi vida

y preparar una obra de arte para Ti.

¡YO ME QUEDO EN CASA, SEÑOR!

Y sé que no estoy solo

porque María, como cada madre,

está ahí detrás haciendo las tareas de casa

y preparando la comida para nosotros, todos familia de Dios.

¡YO ME QUEDO EN CASA, SEÑOR!

Y responsablemente lo hago por mi bien,

por la salud de mi ciudad, de mis seres queridos,

y por el bien de mi hermano, el que Tú has puesto a mi lado

pidiéndome que vele por él en el jardín de la vida.

¡YO ME QUEDO EN CASA, SEÑOR!

Y, en el silencio de Nazaret, trato de orar, de leer,

de estudiar, de meditar, y ser útil con pequeños trabajos

para hacer más bella y acogedora nuestra casa.

¡YO ME QUEDO EN CASA, SEÑOR!

Y por la mañana Te doy gracias por el nuevo día que me concedes,

tratando de no estropearlo, de acogerlo con asombro

como un regalo y una sorpresa de Pascua.

¡YO ME QUEDO EN CASA, SEÑOR!

Y a mediodía recibiré de nuevo

el saludo del Ángel, me haré siervo por amor,

en comunión Contigo que te hiciste carne para habitar en medio de nosotros;

y, cansado por el viaje, Te encontraré sediento junto al pozo de Jacob,

y ávido de amor sobre la Cruz.

¡YO ME QUEDO EN CASA, SEÑOR!

Y si al atardecer me atenaza un poco de melancolía,

te invocaré como los discípulos de Emaús:

Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.

¡YO ME QUEDO EN CASA, SEÑOR!

Y en la noche, en comunión orante con tantos enfermos y personas solas,

esperaré la aurora para volver a cantar tu misericordia

y decir a todos que, en las tempestades, Tú eres mi refugio.

¡YO ME QUEDO EN CASA, SEÑOR!

Y no me siento solo y abandonado,

porque Tú me dijiste: Yo estoy con vosotros todos los días.

Sí, y sobre todo en estos días de desamparo, Señor,

en los que, si mi presencia no será necesaria,

alcanzaré a todos con las únicas alas de la plegaria.

Amén.

+ Giuseppe, Obispo (Nocera Inferiore – Sarno, ITALIA)