Reseñas de libros

Isabel, “peregrina del barro”

Por Javier Flores

“Ahora la rosa es el fósil extraño del poema”

Los muros perdidos

En un juego entre tinieblas y destellos de luz se logra entrever un mundo de altas torres, sombras, noches inmensas, desiertos y vistas tenebrosas donde ruge una voz que se ha entregado por completo a una sola tarea: la de hacer de la palabra el único puente posible entre nosotros y lo que llamamos ‘realidad’. De encontrar en el verbo, en el fuego y, por qué no, entre nuestras cenizas, un relato atemporal que nos abarca íntimamente sin darnos cuenta.

Así, Isabel de los Ángeles Ruano (Premio Nacional de Literatura 2001) desde pequeña descubrió esa dimensión a la que muy pocos logran acceder, tomó el riesgo de enfrentarlo todo desde su condición como mujer en un contexto que se especializa en opacar la voz femenina. Sólo hace falta dirigir la mirada hacia antologías, revistas literarias, ensayos críticos y demás para encontrar ese gran vacío bajo las sombras de los mismos escritores de siempre. No se habla de María Cruz ni de Margarita Carrera, Luz Méndez de la Vega, Carmen Matute, Cristina Camacho o Alaíde Foppa, por mencionar a unas cuantas. Encima, si existe uno que otro diálogo, éste es protagonizado por escritores y críticos hombres, algunos que incluso utilizan aún términos como ‘poetisa’.

Teniendo esto en cuenta, me acerqué a la recopilación de textos hecha por Catafixia en el volumen Los Muros Perdidos (2018) con profundo respeto por la trayectoria tan basta y comprometida que ha tenido la poeta con su profesión. Más allá de las anécdotas y el mito que se ha creado alrededor de su figura, me acerqué al texto para encontrarme con su canto.

En este libro encontramos el hastío que desgarra el velo de los días, encontramos una ciudad invadida de bocas humeantes. Encontramos una furia contenida y ruina. Pero, sobre todo, hallaremos un hilo amargo que une todo fragmento, visión, diálogo e imagen dentro de su voz que, al mismo tiempo, le canta al absoluto y se yergue sobre nuestros horrores. La poeta nos dice yo sólo tengo mi hora y su furia es suficiente, probándolo verso a verso, hasta el final.

Desde el misterio que es el poema, Isabel o “ángel rebelde” como nos dice que le han llamado, prueba que la entrega absoluta por el quehacer literario y poético no es ningún juego. Hay hambre, pesadillas, paisajes oscuros y un dolor inevitable por estar aquí y compartir la misma realidad muchas veces horrorosa. Un ejercicio muy exhausto para la imaginación y sensibilidad de cualquiera.

La apuesta de Los Muros Perdidos va mucho más allá que nuestro contexto social pero también constituye una parte importante de su cartografía fantasmal. Lo mencioné antes, las historias sobran. De cómo se le observa por las calles con su boina y camisones holgados, deambulando por las calles de la ciudad vendiendo producto. De que siempre anda como perdida y muchas otras que ahora no son relevantes. Escenarios de un país sin conmiseración alguna sobre su sensibilidad y su importancia dentro de la historia. Con esto tampoco pretendo realizar un retrato lastimero más y de entrar en ese juego morboso que consiste en exponer miserias sin ningún objetivo. Hoy, en cambio, quisiera invitarles a encontrarse con una obra inmensa, digna de cualquier alma sedienta de belleza. Pueden empezar por el libro que ocupa este artículo o bien por Versos Dorados (2006) o Torres y Tatuajes (1988). Sea cual sea la forma o el título, desde que conocemos la obra de una artista empezamos a luchar contra su olvido. Ella nos dice:

Así surgí

Y esto que es soplo, verbo, fuego,

no se sabe,

me trajo

hacia la vida delirante

y mía.

Porque ha vivido para la palabra y le ha entregado sus noches y sus recorridos largos por la ciudad. Y en su canto vibra un dolor al que se sobrepone una energía llena de vida y de ternura que irradia luz hacia nuestras miradas. Nos regala lo que ha encontrado, lo que no pudimos ver, lo y lo que quizá fuimos en algún momento. Escribe:

Mendigaré en los parques la luz y los colores,

mendigaré la risa de los niños,

y el sobresalto y el júbilo de tu corazón.

Un sacrificio muy tierno y valiente que ofrece desde hace años y que seguirá haciendo por un tiempo más. Por eso, lean a Isabel de los Ángeles Ruano, encuéntrense a ustedes mismos en su voz, recuerden algo que creían perdido y sientan su palabra para que se siga multiplicando, para que siga creciendo en nuestra memoria. Lean a más mujeres poetas, cuentistas, ensayistas, novelistas con seriedad y sin pretensiones porque más que necesario.

Ahora, con la iniciativa para una Pensión Vitalicia propuesta por el diputado Alberto Sánchez Guzmán de la bancada Semilla, es fundamental visibilizar el trabajo y recorrido de las artistas mujeres que merecen reconocimiento. Para quienes hemos volteado la mirada por décadas, ahora toca exigir por lo que les corresponde.

#PensiónParaIsabel

La luz entre las cosas de Pamela Rahn Sánchez

Por Manuel Rodas

“Naciste roto, es tu privilegio, y ahora llenaras tu vida de proyectos, tus libros, tus películas y tus noviecillas, pero nada de eso te llenara, eres Bojack Horseman, no hay cura para eso” Beatriz Horseman

Quise iniciar con este epígrafe por una obvia razón, el poemario de Pamela empieza con un texto inspirado en la serie de Bojack Horseman, y tal vez sea un prologo para lo que en realidad es el libro, si lo comparamos con la serie, llena de metáforas, imágenes, historias, soledad, sobre todo de soledad y vacío, abandono, un barco, el mar. El mar que sirve para miles de metáforas, como el paso sábado 30 de mayo, en medio del coronavirus, una ballena descansa a la orilla de las playas del Tulate, una metáfora de la muerte o de la vida, una metáfora de la soledad.

La luz entre las cosas es un libro que nos ve y vemos, no esperamos que el libro nos de una declaración o un sermón, más bien, es un reflejo, que, en cada poema, veremos de nosotros. Por ejemplo, el poema “Solo en el desierto” y cito “Soy la noche cantándole al sol. Corro. Quiero obtenerlo todo. Soy la noche buscando la inmensidad en cada uno de ustedes”.

Hoy en este contexto virtual, nos damos cuenta de las similitudes que tenemos, aun estando en diferentes regiones, aun atravesando por una crisis en todos los sentidos. Nos cuenta que el arte fue, es y será, el lenguaje que nos hará ver, la luz entre las cosas.