Ensayos

La voz perdida de Nicolás Guillén: exégenesis del negrismo en su producción literaria

Por Nahún Hernandéz

En nuestro país, al hablar sobre literatura latinoamericana, se dejan de lado, en la mayoría de casos, elementos sumamente importantes para terminar de completar el inmenso panorama que compone la literatura en esta latitud, ya por desconocimiento o por el simple hecho de pasar por desapercibida esa vastedad de escritos, que si bien no son del todo reconocidos, gozan de gran calidad y riqueza cultural, me refiero a la literatura del Caribe, y en esencia, la que ahora nos ocupa, la cubana, al ritmo y trazo de Nicolás Guillén, quien se encarga de matizar de diversas maneras la cuestión racial dentro del discurso en Cuba. Para comprender mejor toda esta debacle de conceptos e ideas vertidos con anticipación, a modo de introducción del tema, desarrollaré cautelosamente los aspectos necesarios a tratar.

Si bien es cierto, la obra de Guillén no ha tenido mucha difusión en el territorio salvadoreño, aunque en otros países se le proclame como un héroe, dándole incluso, el título de Poeta Nacional Cubano en su país de nacimiento, y esto es por la encarecida lucha que libró en contra de patrones raciales que estaban arraigados dentro de la cultura cubana del momento, mismo en el que imperaba con más vigor el proceso de transculturación y el de mestizaje por el sentido dinámico que experimentaba la población cubana en ese lapso en donde a raíz del golpe militar del jefe del ejército, Coronel Fulgencio Batista Zaldívar, la situación política y económica del país es decreciente, se vuelve necesaria la intervención de Estados Unidos, y es así que Guillén, difundiendo en sus escritos el valor de igualdad sin considerar el color de piel, hace emanar lo que es conocido ahora como color cubano (Guillén, 1967)

Todas estas ideas plasmadas sobre la igualdad dejando de lado el color de la piel, el desvanecimiento de constructos imperantes sobre los negros, y la revalorización de la raza negra están recogidas en la definición de negrismo, que según Ortiz (1972) es una corriente vanguardista propia del Caribe que se desarrolló a comienzos del siglo XX, y se caracterizó por el énfasis en la cultura y problemáticas de la sociedad negra. En casi toda su producción literaria Guillén trata este tipo de problemáticas de la raza negra de diferente forma, con matices más o menos trabajados por distintas líneas de esteticidad, en las que también incorpora el ritmo, el son como elemento popular, el uso de jitanjáforas, y metáforas excelentemente construidas para evidenciar el fin de su discurso.

La finalidad de dicho discurso es también recogida en las palabras de René Despreste (1985) “El mejor homenaje que podemos rendir al negrismo americano es el afirmar que contribuyó con su poesía a reducir el campo de la inhumanidad del hombre.” Era la Cuba de ese momento la que necesitaba deshacerse de esa inhumanidad a la que había estado sujeta durante varios siglos anteriormente, y contra la que Guillén, a toda costa, lucha desde sus escritos.

En ese devenir que experimenta Cuba al colisionar con todas estas situaciones es evidente la desvalorización a la que se enfrenta la raza negra, por el poder que se la ha concedido a los estadounidenses dentro del territorio cubano. Muestra de esto es el poema Caña que dentro de Sóngoro Consongo Guillén destaca:

El negro

junto al cañaveral.

El yanqui

sobre el cañaveral.

La tierra

bajo el cañaveral.

¡Sangre

que se nos va!

Pero más allá de exponer la situación en la que se encuentran como país en ese período, Guillén también destaca esa misma desvalorización de la raza negra incluso desde la época de la colonia, cuando miles de africanos, provenientes de diversas esferas, son traídos a América con el fin de que se rinda más en la producción, y esto se deja en evidencia en el poema Voz esperanzada del poemario España. Poema en cuatro angustias y una esperanza en donde Guillén expresa:

Yo,

hijo de América,

hijo de ti y de África,

esclavo ayer de blancos mayorales

dueños de látigos coléricos;

hoy esclavo de rojos yanquis azucareros y voraces.

Más allá de abordar esta patente desvalorización, Guillén también propone una revalorización de la cultura negra, de la raza negra, y, lo que es visible en muchos casos, la mujer negra, como muestra de ello en los primeros versos de Madrigal Guillén expone:

Tu vientre sabe más que tu cabeza

y tanto como tus muslos.

ésa

es la fuerte gracia negra

de tu cuerpo desnudo.

Tamba, tamba, tamba, tamba,

tamba del negro que tumba;

tumba del negro, caramba,

caramba, que el negro tumba:

¡yamba, yambó, yambambé!

Misma revalorización que plantea desde el ámbito fónico, y el rescate de la cultura negra, con el sentido popular del son en sus escritos, y la incorporación de jitanjáforas que plasmen este importante aspecto para la raza negra. Como muestra unos versos de Canto Negro:

Traemos el humo en la mañana,

y el fuego sobre la noche,

y el cuchillo, como un duro pedazo de luna,

apto para las pieles bárbaras;

traemos los caimanes en el fango,

y el arco que dispara nuestras ansias,

y el cinturón del trópico,

y el espíritu limpio.

Traemos

nuestro rasgo al perfil definitivo de América.

Como se ha evidenciado con anterioridad, hay una mezcla de elementos en cuanto a forma, aunque el contenido sea siempre el mismo. Vemos, por ejemplo, el uso de imágenes en disposición de representar el afán de Guillén por irrumpir dentro de todas las injusticias sociales para la raza negra, y también se puede ver el uso de lenguaje más sencillo, así como la cuestión rítmica que se ha mencionado en líneas anteriores, y se ha evidenciado en las muestras. Para conectarnos con este aspecto de creación de imágenes, recurrimos a un poema muy representativo del autor, titulado Llegada:

Tenemos en esos versos un amplio conjunto de imágenes para referir esas mismas situaciones sociales que para entonces Guillén defendió, y la propuesta de mejorar esas condiciones a través de diversas técnicas, tales como la revalorización de la que ya hemos revisado un poco, y también la reivindicación de la raza negra, en cuanto a cultura y posición social, además de la difundida ruptura de los cánones de belleza clásica, provenientes de Grecia, a través del canto a la mujer negra, y todas las características que desde su perspectiva hacen de ella, de la mujer negra, una mejor elección.

Guillén, en su producción literaria, nos permite encaminarnos hacia una sola dirección: la raza negra, y la proclama de una sociedad más equitativa al momento de tratar aspectos raciales, con o sin rima, estructura de verso libre, son, verso clásico (los madrigales), o simplemente diálogos que nos hacen adentrarnos al meollo del asunto. Es casi una exigencia relacionar en las últimas líneas de este recorrido dos elementos imprescindibles e indisolubles: Guillén y negrismo, ya que con estas breves ideas expuestas se termina de comprender que no puede hablarse del negrismo sin hablar de Nicolás Guillén, y no puede hablarse de Nicolás Guillén sin mencionar al negrismo, constituyéndose como una perenne relación que se difuminó, se difumina y se seguirá difuminando a lo largo de la historia literaria latinoamericana.

Bibliografía

GARCÍA RONDA, Denia. ¡Aquí estamos! Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 2008.

GUILLÉN, Nicolás. Sóngoro Cosongo. Editorial Losada, S.A. Buenos Aires. 1967.

MÜLLER-BERGH, Klaus. Vanguardia Latinoamericana Historia crítica y documentos. Iberoamericana. Madrid. 2002

SCHWARTZ, J. Las vanguardias latinoamericanas: textos programáticos y críticos. Ediciones Cátedra. Madrid. 1991.