EL OJO QUE LLORA: LA RECONSTRUCCIÓN DE LA UNIDAD POR MEDIO DE LA MEMORIA.
¿Qué ocurre cuando un país intenta recordar un conflicto que nunca cerró del todo sus heridas? En el caso de Perú, la desigualdad estructural, el abandono y la exclusión que vivieron principalmente campesinos, indígenas y habitantes de las regiones más pobres durante el conflicto armado interno, motivaron años más tarde iniciativas de memoria que buscaron visibilizar su sufrimiento. Entre estas, El Ojo que Llora, inaugurado en 2005, destaca como un espacio de homenaje, pero también de reconciliación, reflexión y justicia simbólica.
¿Por qué fue colocado en Lima, epicentro del poder político y económico? Precisamente para interpelar a la capital, que durante años permaneció indiferente al sufrimiento de quienes estaban fuera del centro. Su ubicación no es neutral: busca reconectar a una sociedad fragmentada por brechas culturales, territoriales y sociales que aún hoy dividen al país.
¿Puede un monumento unir lo que la violencia separó?
Aunque su creadora, Lika Mutal, lo concibió como un tributo sin distinción ideológica, el memorial se transformó en un campo de disputa simbólica. Investigadores como Kristel Best Urday (2022) y Paulo Drinot (2007) han señalado que El Ojo que Llora generó tensiones cuando se incluyeron nombres de exmiembros del Sendero Luminoso o de víctimas consideradas “menos legítimas” por ciertos sectores. Esto planteó una pregunta incómoda pero necesaria: ¿quién merece ser recordado como víctima?
“Si usted pasa por Lima, trate de ver El Ojo que Llora […] Es uno de los monumentos más bellos que luce la ciudad y, además, hay en él algo que perturba y conmueve”, Mario Vargas Llosa, El País, 17 de septiembre de 2006.
¿La memoria es un territorio neutro? Evidentemente no. El vandalismo sufrido por el monumento y los debates que ha generado evidencian que la memoria colectiva en Perú sigue atravesada por fronteras: no solo de interpretación del pasado, sino de clase, etnicidad y poder. Así, El Ojo que Llora no solo conmemora; también revela qué vidas siguen siendo invisibilizadas, y cómo la disputa por la memoria refleja la permanencia de las fronteras interiores del país.
Este memorial fue elegido en nuestro análisis precisamente por eso: no solo honra a las víctimas, sino que pone en evidencia las tensiones y divisiones aún presentes en la forma en que Perú recuerda su historia. ¿Quién es escuchado, llorado, reconocido? La respuesta sigue en disputa.
AUDIOVISUAL (MARÍA)