sueños pandémicos

Los sueños nos acompañan en nuestras noches, imágenes que algunos quieren interpretar y otros solo prefieren contar. En nuestros sueños vemos las vivencias, los pensamientos y las experiencias que tal vez anhelamos, extrañamos u olvidamos. En este espacio compartimos algunos de los sueños que hemos tenido durante la pandemia, sueños que van desde pedas en la biblioteca, a guerras, reencuentros, muertes y superhéroes. ¿Qué soñaste durante la pandemia?

QUEMARLO TODO

Iba a mi pueblo de visita. Cuando estaba llegando observaba que convocan al centro. Era de noche y la gente se alumbraba con antorchas. No entendía qué pasaba ni cuál el era el problema. Entre la multitud una mujer me aventó al centro de la discusión. Enseguida hacían toque de queda y todxs se iban, pero quienes estábamos adentro del círculo ya no podíamos salir.

Unos sujetos se acercaban con palos, armas, cascos. Yo corría, pero sabía que en ese cuadrante no había muchos lugares a los cues huír o en donde pudiera esconderme. Volvía al centro, tenía mucho miedo e incertidumbre. Pero entendía que no iba a salir de ahí.

Entonces comenzaba a hacer barricadas y fuego. Aventaba mi mochila para que pudiera incendiar mejor. Recuerdo sentir perfectamente cómo me vibraba la piel y en mi diálogo interno pasaba el recordatorio de que eso era poner el cuerpo para hacer la revolución (aunque no tenía ni idea de cuál era la lucha).


Así, entre el humo, el naranja del fuego y de las paredes uniformadas del mismo color, aceptaba mi destino de entregar mi vida por esa causa.

Eri Ro


Nueva ubicación

Mi sueño más recurrente el último año, es en el que estoy suspendida en el universo y puedo contemplar las razones del todo, de mis tiempos, mis experiencias de vida y de la vida en nuestro planeta. Supongo que tienen mucho que ver las sesiones de meditación que he adoptado, con el tiempo de sobra que me regaló la pandemia, me gusta visualizarme en un cubo translúcido enorme que hace de biblioteca del tiempo. Ahí todo lo que duele y lo que no puedo controlar tiene una razón de ser. Les comparto una ilustración que hice hace algunos meses durante el confinamiento duro.

Karen De Ávila

Apocalipsis y esperanza

Al ver los sueños en archivos pienso que cada quien tiene su forma de representar desde lo inconsciente el dolor, la angustia y la esperanza.

Generalmente no recuerdo lo que sueño, pero sé que es recurrente despertar con la sensación de que solo por un día mas, el fin del mundo aún no ha llegado. Las primeras veces con sueños violentos o desoladores despertaba asustada. Pero poco a poco abracé la idea de tener una oportunidad para existir en un lugar en el que eso no es real.

Giovanna Contreras


Peda destructiva en la biblioteca

El 29 de mayo de 2020 tuve un sueño bastante peculiar: la pandemia había terminado y los estudiantes de la UAM-C decidimos festejar dentro de las instalaciones para liberar el estrés, desahogar pérdidas y entregarnos al frenesí absoluto. Al día siguiente, publiqué mi sueño (el tema) en redes sociales. Entre los comentarios y reacciones, mantuve un interesante hilo de conversación con un amigo:

-Anoche soñé una peda masiva en la Biblioteca de la UAM Cuajimalpa

-Continúe…

-La fiesta duraba toda la noche. Música, alcohol y sensualidad llenaron la biblioteca. Yo terminé dormido en la entrada, antes del puente de cristal, junto a una desconocida. Los estantes tirados, botellas vacías y varios en el piso, aún alcoholizados.

-¿Y qué cree que significa? Responda libremente, sin presiones [adjunta foto de Freud]

-Tal vez una expresión de mi subconsciente, deseos de terminar el confinamiento. Una pequeña crisis al saber que mis momentos de estudiante no serán eternos, dándome la necesidad de una plena satisfacción dionisíaca

-Te urge al menos una chela… definitivamente. Que sea leve… ya queda menos

Javier Muñoz

Isla de sacrificios

Soñé con esta isla que está en el puerto de Veracruz, se llama la Isla de los Sacrificios.

En mi sueño yo intentaba ganar una competencia que consistía en ir de la orilla del puerto hasta la isla nadando, el primero en llegar ganaba.

Yo comenzaba a nadar sin descanso hasta el faro de la isla pero llegaba un momento en donde tenía que descansar , así que me detenía. Me subía a un peñasco para que las olas me dejaran respirar, llegaban otros competidores al mismo peñasco y cuando yo ya había descansado lo suficiente, me aventaba al mar para continuar con el reto. En ese momento se me olvidaba nadar, no recordaba como nadar, en el sueño comenzaba a hundirme, aunque luchaba con todas mis fuerzas para recordar cómo nadar no podía salir de la profundidad y me hundía cada vez más.

Justo cuando me quedaba sin aire, me desperté, la angustia me duró muchos días, sueño frecuentemente con el mar y siempre me ahogo o naufrago y nunca me encuentran, sigo descubriendo que me quiere decir el agua.

Nallely Cruz


Sueño de un anochecer en otoño

Soñé la oscuridad, el vacío y la adversidad... en un entorno el cual solo tenía una diminuta luz que parpadeaba encima de mí como un ligero palpitar, el cual se podía sentir con una delicada calidez que iba acompañado de un tintineo con fulgor; entre un discreto viento el cual me acompañaba como si fuese mi sombra. Los parpadeos de luz parecían atravesar mis pensamientos y eran llevados entre ellos, como ligeras olas de un mar que acaricia las rocas mientras las desgasta con el paso del tiempo.

Entre mi caminar se comenzaba a sentir la lluvia como deslizaba en mis mejillas como si fueran lágrimas, un tanto frías e intensas y llenas de instante.

Era como estar en todos lados y a la vez no estar en ninguno, como viajar y al mismo tiempo quedarme estática, era estar rodeada de todo y en el mismo instante encontrarme en el absorto de la quietud. Lo que podría ser y dejar de ser...

Adriana González

Un pase a la realidad

Es extremadamente raro que yo sueñe y que recuerde los pocos que tengo, pero, unos meses después de comenzado el confinamiento tuve un sueño que me marcó mucho y que hasta la fecha recuerdo con claridad.

Comenzó siendo como un recuento de mi vida antes de la pandemia; veía a mis amigos, a mi ex novio, algunos miembros de mi familia y a personas que en este momento ya no estàn. El sueño me mostró muchísimos momentos felices que vivía cotidianamente, pero, también me hizo caer en mi realidad actual, esa noche observé la forma en que algunas de esas personas se iban alejando y poco a poco su rostro perdía claridad, eran personas que en ese momento ya no estaban a mi lado, pero me negaba un tanto a aceptarlo. Solamente mis amigos, mis gatos, perros y mis papás permanecieron conmigo. Me mostré dentro de mi sueño muy vulnerable y eso me dio valor para mostrarme tan vulnerable como me sentía en mi realidad.

Ese sueño me hizo entender que no podía reprimir mi sentir solamente para que mi entorno me viera como alguien fuerte así que, a partir de ahí me dediqué a sanar todo aquello que me había afectado el inicio de la pandemia y me costaba trabajo asimilar.

Lety López G.

Sueño de una noche extraña en la playa

A principios de pandemia tuve un sueño en el que viajaba con mi mejor amiga a una playa virgen, era de noche, al principio yo tenía un poco de inseguridad porque estaba muy lejos y no había nadie más en la playa. Cuando llegamos era un lugar muy bello, el agua era cristalina y se podían ver toda clase de peces y animales. Después de un rato de estar nadando en la playa nos sentamos en la arena y me di cuenta de que había un chico sentado en una roca adentro del mar, me asusté mucho y le dije a mi amiga que había alguien más en la playa y cuando se dió cuenta de que lo habíamos visto se echó un clavado al agua y pudimos ver su gran aleta turquesa llena de escamas, era un sireno.

Mi amiga y yo nos morimos de risa.

Priscila Madrigal

Sellos oníricos

Estaba en una playa, hacía dentro había un campo de juego y era parte de las jugadoras. El juego no era tan visible, nos alegramos porque hacía que el equipo tuviese un punto a favor en ese momento. Nos emocionamos. Subía a las gradas donde estaba el público, ahí encontraba a un espectador, un chico que no conocía y por la emoción nos besábamos. Tenía que continuar como si tuviese ya un itinerario y él entendía de forma que me bajaba por las escaleras cargando. Nos despedimos y al caminar hacia otra parte de la playa donde se encontraban las recamaras personales y departamentos tenía la impresión como si hubiésemos intercambiado teléfonos. En la habitación contigua a la mía había una especie de local con cristal por al frente, era una ambientación de café turco, para tomar el té desde el medio oriente: había cristalería para servir el té en distintos tonos, bebidas a base de infusiones, con aromas cálidos, fuertes con hierbas y especias. Ahí, se encontraba mi “prima-hermana” Nesdith, quien era la propietaria de esa locación. Estaba vestida con telas confeccionadas a la forma de la indumentaria femenina del otro lado del mundo. Nos sentamos en los cojines sobre el piso y ella me mostraba junto a alguien más unos nuevos sellos que había elaborado, los cuales significaban o prometían abundancia o felicidad. La otra chica se llenaba la cara con el sello de figura de un infante en distintos colores: azul, rojo y amarillo. La regañaba por abusar del uso excesivo y del lugar donde los colocaba. Se los retiraba con agua tibia y se desvanecían. En ese momento, pensaba que quería los sellos en cada uno de los dedos para ser prolífica en las lecciones de piano y para todo lo que se ocupase hacer con los dedos.

Alejandra Jácome Cortés


Sueños varios y una tragedia

En mis sueños puedo crear mundos increíbles, puedo hacer un sinfín de cosas y he tenido muchas vidas en mis sueños, durante la pandemia mis sueños no cambiaron mucho. Sin embargo hubo un sueño que alteró mis sentidos…

Melisa Yáñez


¿Un sueño?

Abrí la puerta de un ático, en una casa que no era la mía, con una mano que no era la mía, en un tiempo que no me pertenece. El lugar, una casa que recuerdo, palmo a palmo sin notar en realidad que no son mis ojos los que miran ese espacio, no es mi piel la que siente calor, no es mi nariz la que percibe el olor a moho cuando entra al ático. Todo se volvió negro, jamás recordaré lo que sucedió después, ¿con ella? ¿conmigo? Da igual, en realidad siempre ha sido así. Al día siguiente intenté no pensar en eso, las cosas cambiaron, nadie me supo decir pues solo yo lo percibía. Dormí. Mi cabeza tocó la almohada y aquellos recuerdos o visiones, vapores de un tiempo extraño con el espacio revuelto tomaron mi realidad desprevenida. ¿Quién soy? ¿Qué soy? No estoy segura, nunca lo estaré, ¿una estudiante? no recuerdo mi edad, no recuerdo mi nombre, tengo que llegar a la puerta del tren... salto... una zanja de poco menos de un metro me separa del vagón. La luz azul, fría y húmeda no ilumina por completo el ambiente, tonos grises y aceituna se manifiestan en las esquinas. De un momento a otro estoy sentada, reviso el mapa en mi teléfono y la ruta me muestra una curva con la forma de una letra gamma minúscula.

¿Dónde estoy? Tengo que bajar... salgo pero esto no está bien. Un cerro enorme con casas pequeñas no me dejan ver más allá. Vuelvo a regresar a una larga fila para tomar el transporte. Una sensación extraña me recuerda que no debo estar aquí. Aunque... por otro lado, voy hacia mi casa, que raro, tengo mucha hambre hace poco que comí. La fila avanza, una combi se detiene enfrente. La gente sube, espero de verdad que me toque una ventana. Mi cabello se peina con el aire, que lastima que dura tan poco. ¡En la esquina por favor! Subir media cuadra en una pendiente es demasiado... desde este lugar la ciudad permanece estática, me gustaría vivir ahí. ¿Dónde está la llave? ¿Dónde está el timbre? Algo no esta bien. Yo no debo estar aquí. (Como un torbellino toda mi vida se proyecta detrás de mis ojos, los grillos se detienen, yo de verdad no debo estar aquí. Tengo miedo. Estoy mareada. Una fuerza descomunal me sostiene desde el hombro y me levanta.) Abro los ojos... Cual brea, las sensaciones y olores a tierra mojada permanecen en las cobijas. Un abrazo tierno y cálido, una piel diferente... Me sigo cocinando entre las cobijas esperando que ese mundo y esa vida, que tanto pude como podré vivir, espere a que vuelva a cerrar los ojos y me permita encontrar las llaves. Sé que hay algo que me faltó ver, tengo que abrir la puerta de la casa

Suallely Rosas

Día de muertos

Omar

Un sueño que soy Superman

Casi siempre sueño que vuelo como Peter Pan o como si fuera Superman. Me gusta la sensación que siento al volar, pero siento que necesito controlar ese poder.

Cuando vuelvo siento las nube como topes que atrasan , y estoy impaciente por llegar a un lugar que no sabía si era mi casa o la escuela. Pero por tener esa prisa como que perdía el poder de volar e iba en picada hasta que despierto y lo siento muy real.


Isaac Rodríguez Zavala


AVISANDO EN UN SUEÑO

De donde soy, los sueños tienen un gran peso, tienen significados y se interpretan, en su gran mayoría, como predicciones, siempre me ha sorprendido lo atinados que son estos augurios, y no sé si pensar en ello como puras coincidencias o predicciones inevitables.

Recuerdo que estaba en mi rancho, despicando frijol como cada año y mi abuelita me pidió que le hiciera unas enchiladas, me dirigí a la cocina con mis primos, y mientras preparaba las enchiladas discutía con mi primo. Cuando llegó mi abuelita las cosas se calmaron, nos sentamos en la mesa y comimos juntos, como ya nunca lo habíamos hecho. Comenzó a llover y el olor de la lluvia comenzaba a opacar el olor de la comida, las gotas sucumbían nuestra conversación y fue ahí cuando desperté.

Le conté a mi mamá mi sueño y me dijo: “Alguien va a fallecer”. Mi abuelita falleció hace dos años y la lluvia significa tristeza: “Tu abuelita va a recoger a alguien” dijo mi mamá.

Brenda H. Mendoza

SUEÑO

Sueño que la pandemia ha llegado a su fin, me encuentro con mis amigos, charlando, riendo, llorando y abrazandolos.

Todo ha cambiado, las reglas de convivencia han traído consigo que mantengamos cierta distancia por el miedo de que haya un rebrote del virus.

Me aferro a estar con mis amigos, nos dirigimos a un parque con la intención de tomarnos fotos y acostarnos en el pasto, al fondo se escucha el murmullo de un señor que está vendiendo helados.

Después suena mi alarma…

Yeshua Lorenzo González

La crítica: entre sueño y vigilia

La última vez que tuve un sueño que recordase fue hace unos dos meses, cuando aún no había visto a ninguno de mis amigos después de que comenzó el confinamiento. Lo que hacía ahí era lo que hago normalmente con ellos, íbamos de fiesta y tomábamos cervezas, hablábamos con chicas desconocidas y hacíamos bromas entre nosotros. Ese sueño u otros similares (a veces sueño que estoy jugando videojuegos, dentro de la simulación) recurren mucho… Nada importante, probablemente.

Yo casi nunca recuerdo mis sueños, en parte porque duermo bastante mal, y porque casi siempre son como una extensión fenoménica de mi vigilia; difícilmente podría decir que hay en ellos demasiado elemento inverosímil. Pero una ex mía alguna vez me dijo que no soñar o soñar cosas muy cotidianas es una forma de reprimirnos, de temer mostrarnos a nosotros mismos aquello que nos resulta doloroso.

Ella es psicóloga, la entiendo, creo que tiene razón: algún sueño muy significativo lo tuve algunos meses antes de aquellos poco significativos sobre mí en fiestas, era una escena muy emocional y muy viva, casi melancólica. De todo el sueño, que fue sobre una cita con alguna chica con quien las cosas terminaron mal, recuerdo estar íntimamente abrazado, como recargados uno sobre el regazo del otro.

Había entre nosotros una intimidad que nunca vivimos en la vida real, que compensaba tal vez aquello que no pudimos o no supimos expresar mutuamente cuando salíamos. El sueño es un deseo reprimido, diría Freud.

Quién sabe: debo insistir en que sueños como este último casi nunca los tengo. Aún si sé que es por mi dificultad para hablar de ciertas cosas.