Es una suerte haber nacido Ukronio a los 5 años, exactamente el 19 de febrero de 1956, en un lejano pueblo minero, en la soledad fría de una montaña de los Andes, mientras miraba el cielo y mi cuerpo se elevaba.
La nieve trae silencio en su terciopelo blanco. Entonces aprendí que la poesía alivia las extrañezas. Muchos años después, pude saber que mi nacimiento era verdadero y pude también saber lo que pasaba en tan raro momento, aunque muchos no quieran creer porque prefieren las cosas ilusorias.
Los astrónomos cuentan con una estrella más que es tan inexplicable como todas.
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