Ella me miró acomodada en un madero,
ella me miró un día 2 de mayo,
ella me sonrío.
Mientras esparcía el sol sobre los techos,
ella irradiaba luz.
Ella me sonrío en un otoño perfecto,
ella descansaba y me miraba,
con ojos de clara alegría.
Yo me acerqué y besé sus delicados labios,
yo era joven y sin armas,
ella asintió para acoger mi saludo,
ella desapareció en el aire de sol maduro.
Ella se quedó conmigo
ella me escucha,
ella sonríe bajo el sol de otoño.
Se descuelgan signos.
caen leves, invisibles,
en la luz de la mañana.
Mis hombros están llenos de preguntas,
comas sensibles,
puntos y aparte.
Ella me sonrío,
en un otoño perfecto
en una mañana,
y dejó en el madero,
un punto final.