Anaïs Nin
Diario
2 de Agosto de 1933
…Como si el amor por mi padre me hubiera dado el coraje para vivir mi vida sin miedos. Nadie volverá a sufrir a causa de lo que Artaud llama mis “oscilaciones tenebrosas”. No habrá más excusas ni justificaciones. Si a los ojos de cierta gente soy perversa o monstruosa, tant pis. Sólo me importa mi propio juicio. Soy lo que soy.
[...]
Ahora Artaud ha lanzado su anatema (la furia de un monje castrado) y me ha declarado un ser peligroso y maléfico… ¿qué pasa?
Me acusó de vivir “literariamente”, de llevar una vida romántica.
¿Qué tiene de malo vivir literariamente, si es mejor que la realidad?
A medida que aumentan nuestras fuerzas, nos volvemos más malignos. El débil sufre. Me parece que experimenté cierto placer al torturar a Artaud. Fui irónica y devolví los golpes. No permití que me acusaran.