Tipo 1: Enfermedad autoinmune que destruye las células productoras de insulina en el páncreas.
Tipo 2: Resistencia a la insulina, frecuentemente asociada con obesidad y sedentarismo.
Diabetes gestacional: Alteraciones hormonales durante el embarazo.
Sed excesiva (polidipsia) y aumento de la micción (poliuria).
Fatiga, pérdida de peso y visión borrosa.
Heridas que tardan en sanar.
Dieta saludable baja en azúcares y grasas.
Ejercicio regular.
Control del peso corporal.
Tipo 1: Insulina.
Tipo 2: Medicamentos reales como metformina y, en algunos casos, insulina.
Dieta y actividad física son esenciales en todos los tipos.
Falta de producción de hormonas tiroideas por la glándula tiroides.
Enfermedad autoinmune (tiroiditis de Hashimoto).
Déficit de yodo o daño a la tiroides (por cirugía o radiación).
Fatiga, aumento de peso y piel seca.
Depresión, caída del cabello y sensibilidad al frío.
Estreñimiento y lentitud mental.
Consumo adecuado de yodo en la dieta.
Control temprano de problemas tiroideos en personas con riesgo.
Reemplazo hormonal con levotiroxina (hormona tiroidea sintética).
Sobreproducción de hormonas tiroideas.
Enfermedad de Graves (trastorno autoinmune).
Nódulos tiroideos hiperfuncionantes.
Pérdida de peso, taquicardia y nerviosismo.
Insomnio, intolerancia al calor y temblores.
Agrandamiento de la tiroides (bocio).
No existe una prevención directa, pero un control regular en personas predispuestas puede ayudar.
Medicamentos antitiroideos (como metimazol).
Terapia con yodo radiactivo.
Cirugía para extirpar la tiroides en casos graves.
Exceso de producción de cortisol, generalmente por tumores en las glándulas suprarrenales o hipófisis.
Uso prolongado de corticosteroides.
Aumento de peso, acumulación de grasa en la cara y abdomen.
Estrías púrpuras, debilidad muscular y osteoporosis.
Hipertensión arterial y trastornos psicológicos.
Uso controlado de corticosteroides bajo supervisión médica.
Cirugía o radioterapia para extirpar tumores.
Medicamentos para reducir la producción de cortisol.