Desayunamos en el bar del pueblo y salimos por la carretera paralelos a la cañada hasta separarnos en el evocador paraje de Las Loberas donde hay también una zona de picnic en la que de haberlo sabido habríamos podido hacer noche. Seguimos por la cañada a veces desdibujada pero ciclable y llegamos a la laguna de Peñarroya que a pesar de estar catalogada como monumento natural es drenada por un canal artificial hacia el barranco por el que desciende la cañada. El descenso es por un escabroso sendero por el que se han de portear dificultosamente las bicis, nos llama la atención el porte y la abundancia de acebuches (olivos silvestres). Salimos a una pista a orillas del Guadiana y enseguida encontramos el puente de las ovejas donde antiguamente se contaban los animales y se cobraba portazgo. A pesar de haber sido restaurado recientemente nosotros cruzamos sin pagar portazgo alguno. El Guadiana es en verano una sucesión de charcas entre las que corre un hilillo de agua. La pista de la cañada asciende una fuerte pendiente, pasamos de largo la fuente del Piojo sin enterarnos de si mana o no… llegamos a Pozuelos de Calatrava donde paramos en la piscina para comer y bañarnos. Por la tarde continuamos por la cañada siguiendo las rodadas de los todo-terrenos hasta la laguna de la Carrizosa donde en una zona de picnic acampamos para pasar la noche. El pastor que trabaja en la finca colindante amablemente nos previene sobre los mastines (que finalmente no dieron ningún problema) y promete traernos agua fresca a la mañana siguiente. Cabezarados está cerca y es una buena alternativa como final de etapa.

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