NATACIONES INFANTILES LOS CURSILLOS ANUALES. PARTE 1.

Existen dos buenas maneras de que los chicos y chicas en edad infantil aprendan a nadar de una manera práctica y eficiente: los cursillos realizados a lo largo de todo el año durante el primer y el segundo cuatrimestre de la temporada y los cursillos intensivos que se suelen realizar justo antes del verano. En este primer artículo, hablaremos de la primera de estas dos opciones.

 

La elección de un curso de natación que se imparta a lo largo de todo el año nos permite llevar un ritmo de enseñanza fácil y cómodo, sin ningún tipo de prisa de cara a lograr los objetivos planteados. Cuando comienzan los cursillos en septiembre sabes de antemano que vas a tener más de cincuenta clases por delante hasta el mes de junio y te permite avanzar minuciosamente dando todos los días pequeños pasos que vayan desarrollando poco a poco las habilidades de los chavales en el agua. La impartición de la enseñanza se divide por niveles. Veamos cuales son.

 

 En los cursos de iniciación 1, es decir, aquellos alumnos que no tienen idea alguna de nadar y/o flotar en el agua se busca ante todo lo que llamamos natación de supervivencia. Se tratará de lograr que el niño o la niña sea capaz de hacer “nadando” o buceando una distancia suficiente como para poder ir desde la corchera hasta el borde de la piscina. En otras palabras. Que si el pequeño cayera al agua por accidente pueda tener la suficiente autonomía como para poder volver por sí sólo a la pared o la escalera, algo fundamental que todos los años evita muchos sustos y alguna que otra desgracia.

 

El modo de enseñar a los grupos de iniciación 1 ha cambiado sustancialmente en los últimos 20 o 25 años a raíz de las nuevas teorías pedagógicas que se aplican en las clases de natación. Ahora la experiencia demuestra que la mejor manera de que los niños aprendan a nadar pasa por que estos estén a gusto en el agua y disfruten al máximo de ella, por lo que se procura, en la medida de los posible, a no obligarles a que realicen ejercicios que no se ven capaces de realizar. Siendo esto cierto, el profesor que imparte la actividad en ningún momento debe dejar que sean los niños o las niñas quienes tengan la sartén por el mango. Cada clase es un tira y afloja constante donde en todo momento se debe buscar el equilibrio entre no forzar al niño y que este pueda aprender la actividad. Si un día no se siente con la confianza de hacer un ejercicio no pasa nada por intentarlo en otro momento puesto que hay decenas de clases por delante. Eso no significa que el crío decida que se hace o que no se hace. Tan solo se trata de reservarle una pequeña zona de confort mientras entra en juego la pericia del profesor y su creatividad a la hora de buscar soluciones originales que “engañen” (en el buen sentido de la palabra) al niño y terminen por lograr de otra manera diferente el objetivo inicial. Los miedos de los chavales que están aprendiendo a nadar desaparecen en el mismo momento en que realizan el ejercicio en cuestión medianamente bien y se dan cuenta de que pueden lograrlo sin demasiados problemas. La inyección de moral que reciben en ese momento les hace olvidar de un plumazo cualquier experiencia negativa que hayan podido tener en el agua.

 

En las iniciaciones de nivel 2 y 3 el objetivo es muy distinto. Los chavales ya vienen con el nivel que hemos explicado anteriormente por lo que con ellos si que se procede a la enseñanza de los estilos como tal. El desarrollo psicomotor en esta horquilla de edad es ciertamente mayor con lo que no resulta complicado aprender los estilos de crol y espalda con bastantes garantías. La braza, sin lugar a dudas el estilo más complicado, suele aprenderse bien en cuanto a brazos se refiere. La patada sin embargo requiere de mucho más tiempo debido a la dificultad del movimiento en sí y especialmente del posicionamiento del pie. Los niños, acostumbrados a llevar el pie estirado como en crol o en espalda tienen verdaderos problemas para colocar el pie de braza en una posición que es completamente diferente. Mi compañero de equipo Mikel Saralegi dijo una vez : “Hay nadadores y hay bracistas”. Cuanta razón. Por su parte, la mariposa no es el estilo más complicado en nadar ni mucho menos, aunque sí que es el más duro y el que más cansa . A partir de los 7 u 8 años es un estilo que puede aprenderse bastante bien si se enseña de la manera adecuada y si se evitan los 3 o 4 errores característicos. En general, tras acabar un curso de iniciación 2 o de iniciación 3, los críos suelen tener un nivel muy aceptable en 3 de los 4 estilos.

Finalmente, están las clases de perfeccionamiento 1 y 2. Aquí solemos tratar con edades que suelen abarcar entre los 7 y los 12 años (siempre aproximadamente). El objetivo en estos cursos es simple: acabar nadando los 4 estilos perfectamente y sin errores. La insistencia en la técnica de nado aquí es total. Se ahonda en aspectos vitales como el posicionamiento del cuerpo en el agua en cada estilo, la economía de brazada y el deslizamiento sobre ella. Cada día se nadan distancias un poquito mayores trabajando el fondo y la resistencia. Una vez que se termina el curso de perfeccionamiento 2 el nadador estaría listo para poder entrar en un equipo de natación, pero no antes.

Como vemos, la natación infantil puede ser una actividad divertida para los niños que les da la oportunidad de jugar y socializar en un medio acuático seguro sin olvidarnos de lo beneficiosa que es para el desarrollo físico de los niños ayudándoles a fortalecer sus músculos y mejorar la coordinación y su resistencia.

En el siguiente artículo analizaremos los cursillos intensivos que se realizan previos al verano y veremos cómo debe impartirse una clase de natación en chicos y chicas que pretenden aprender a nadar desde los 4 o 5 años, estudiando  las cuatro fases que han de seguirse en la enseñanza dentro del agua: familiarización, flotación, respiración y desplazamiento. También argumentaremos en qué casos resulta conveniente comenzar por unas o por otras, ya que cada caso es un mundo en sí mismo y debemos huir a toda costa de recetas estandarizadas procurando siempre enseñar a cada niño de manera individualizada en función de sus características motrices, su confianza en el agua y su propia personalidad. 

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Gustavo Itarte, 

Entrenador Nacional de Natación y Máster en Entrenamiento Funcional de Alto Rendimiento.