La semana pasada comenzamos este nuevo hilo donde hablamos de nadadores que con técnicas extrañas y aparentemente ineficaces desde un punto de vista hidrodinámico, han conseguido dinamitar récords mundiales y ganar oros en diferentes Juegos Olímpicos y Campeonatos del Mundo. Si nosotros como entrenadores hubiésemos cambiado la manera de nadar de estos deportistas, seguramente habríamos arruinado la carrera de estos genios adelantados a su tiempo. La idea de fondo es muy clara. Antes de cambiar aspectos técnicos de un nadador de nivel deberíamos escuchar cuales son sus sensaciones en el agua y hacer una comparativa de tiempos lo suficientemente significativa estadísticamente con un estilo y otro para sacar conclusiones acertadas. Veamos algunos ejemplos de porqué.
Juegos Olímpicos de Moscú, 1980. En la calle número 4 se prepara para lanzarse al agua Vladimir Salnikov quien dos años antes se había destapado como nuevo rey de las pruebas de fondo, logrando el oro en los Campeonatos del Mundo de Berlín en las dos pruebas más largas, 400 y 1500 libre. Ahora Salnikov, tras ganar el oro olímpico en el 1500 unos días antes, intentará hacerse con el título en los 400 metros libres. En principio la carrera discurre según lo planeado. Tras un primer 200 bastante igualado, en la segunda mitad de carrera Salnikov se despega del resto de sus rivales y acaba consiguiendo el título olímpico batiendo además el récord del mundo de la distancia.
Treinta y dos años después en los Juegos Olímpicos de Londres, otro nadador legendario, el chino Yang Sun se hacía también con el oro olímpico en la misma distancia. ¿Cuál es la diferencia entre ambos nadadores? Que Yang Sun nadó cada largo de aquella final en 29 brazadas. Salnikov lo hizo en 45. En otras palabras. Cada brazada del chino le permitía avanzar 1,72 metros sobre el agua. El nadador ruso avanzaba tan solo 1,11 metros, unos 60 centímetros menos. Sin embargo, el “expreso de Leningrado” sigue considerado por muchos como el mejor fondista de la historia de la natación. Sus cuatro oros olímpicos y sus 12 records del mundo así lo atestiguan. No solo eso. Salnikov pasó a la historia por ser el primer nadador en bajar de 15 minutos en los 1500 libres, una barrera para muchos imposible de superar a finales de los setenta. Y todo esto lo logró dando más brazadas que nadie. En un deporte donde siempre predicamos la importancia de saber deslizarse por el agua, de reducir brazadas y de mover menos los brazos para nadar con menos esfuerzo, Salnikov demostró que todo eso estaba muy bien en la teoría pero que, desde luego, esa manera de nadar no iba con él. Y no solo el repetitivo movimiento de sus brazos era lo que llamaba la atención. Si nos fijamos en alguno de los vídeos under-water del nadador ruso, podemos observar que sus pies no se mueven de arriba a abajo sino que siguen trayectorias de derecha a izquierda. Es el famoso batido cruzado de Salnikov.
En este vídeo podemos ver la manera de nadar de Vladimir Salnikov en la final olímpica de aquel 400 libre de Moscú 1980:
https://www.youtube.com/watch?v=3ZyGY1EDmws&t=218s
Pero el peculiar modo de nadar de Salnikov no es solamente cosa del pasado. En estos últimos años el italiano Gregorio Paltrinieri está logrando prácticamente los mismos resultados espectaculares que realizó Salnikov con una técnica muy parecida: muchísima brazada y batido cruzado de piernas. Mientras que sus rivales realizan 12 brazadas en un 1500 en piscina de 25 metros, él se va hasta las 17, un 40% más. Poco le importa, ya que Paltrinieri además de haber logrado ser campeón olímpico en el 1500 libre, ha ganado siete oros en los diferentes mundiales en que ha participado. Cansado de ganar en las piscinas de todo el mundo, el italiano decidió pasarse a las pruebas de gran fondo en aguas abiertas y también allí logró convertirse en campeón del mundo en la prueba de 10 kilómetros en los pasados mundiales celebrados en Budapest. ¿Habrá probado Paltrinieri a nadar con 14,15 o 16 brazadas cada 25 metros en lugar de hacerlo con las 17 brazadas actuales que realiza? Por supuesto que sí !! Ahora bien...¿Va más rápido reduciendo brazadas que nadando como él siempre ha hecho? Por supuesto que no. Ahí es donde tenemos que reflexionar como entrenadores. Que el 98% de nadadores recurran a la economía de brazada no implica necesariamente que a un nadador con unas características diferentes le tenga que ir bien nadar de esa
manera. Son excepciones, si, pero excepciones que ganan oros olímpicos y baten récords del mundo.
Olimpiadas de Seoul, 1988. Final del 200 libre. Sobre el papel una de las mejores carreras de la historia de la natación. Tres recordmans mundiales y varios nadadores con opciones serias de victoria. Michael Gross, Matta Biondi, Duncan Armstrong, Artus Wojdat...algunos de los mejores nadadores de la historia de este deporte, la lista de nombres asusta. Entre todos ellos y representando a Suecia, un desconocido Anders Holmerz, un chaval de apenas 19 años que tiene que conformarse con nadar en la calle 8 al hacer el peor tiempo de los finalistas en las semifinales. Apenas unos minutos después, el adolescente sueco se cuelga la medalla de plata para sorpresa de todo el mundo, superando a un Matt Biondi que en esas mismas olimpiadas acabaría colgándose 5 oros y superando también al aleman Michael Gross, el nadador más laureado de los años 80.
Pero, ¿Qué es lo que tenía de especial Anders Holmerz? Pues que, por increíble que parezca... no le daba a los pies !!! En una prueba de apenas 1 minuto y 45 segundos donde los pies tienen un papel primordial para el avance, el nadador sueco apenas usaba sus extremidades inferiores para desplazarse por el agua. Según el propio Holmerz, el esfuerzo que dedicaba a darle a los pies no le ayudaba mucho a su propulsión por lo que prefería reservar esa energía extra para su tren superior. Cierto es que es frecuente ver a nadadores fondistas con poco batido de pies en pruebas como el 1500. Por ejemplo el chino Yang Sun, del que ya hemos hablado hace unas líneas, deja de mover sus pies en el momento de sacar la cabeza para respirar, pero solamente en ese momento. Otros fondistas de nivel usan batido de dos tiempos por cada ciclo de brazada en lugar de emplear el típico batido de 4 o 6 tiempos. Pero esto ocurre solamente en pruebas largas como el 1500 donde el esfuerzo se va a unos 15 minutos de trabajo. Nunca antes se había visto a un nadador no darle a los pies en una prueba de poco más de minuto y medio.
Y no caigamos en el error de creer que aquello fue flor de un día. Cuatro años después en las olimpiadas de Barcelona 92, Holmerz repitió la plata conseguida 4 años antes en Seou,l además de sumar un bronce en el 400 libre y otra plata en el relevo 4x200. En el siguiente vídeo podemos ver a Holmerz en los Juegos Olímpicos de Barcelona nadando por la calle 5 (la cuarta calle empezando desde arriba). La altitud de la cámara permite ver perfectamente el reguero de espuma que dejan con los pies todos sus rivales mientras que el sueco se destaca desde el comienzo de la carrera sin dejar espuma ninguna con sus piernas.
https://www.youtube.com/watch?v=P7TdRD0Zams
¿Cuál es la moraleja de todo esto? Que nosotros los entrenadores tenemos la obligación de saber mirar más allá. Las estadisticas, los estudios biomecánicos y la teoría son siempre necesarias y deben formar parte del día a día de nuestra planificación. Pero no debemos olvidar una premisa que debe ir por delante de todo ello: el sentido común. Uno de los nueve principios del entrenamiento es el Principio de la Individualidad; lo que a mi me funciona a las mil maravillas a ti puede no funcionarte. Así de simple. Nunca debemos generalizar porque estas excepciones que hemos nombrado en estos últimos artículos se darán tarde o temprano en algunos de nuestros nadadores.
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Gustavo Itarte,
Entrenador Nacional de Natación y Máster en Entrenamiento Funcional de Alto Rendimiento.