Juegos Olímpicos de Seoul, 1988. El mundo entero contempla atónito un hecho sin precedentes. Un nadador de apenas 21 años iba a batir el Récord del Mundo en la prueba de 100 metros espalda, pero lo iba a hacer…buceando !!!
Al norteamericano David Berkoff nunca le importó mucho lo que los demás opinaran de él. Cuando un día comentó a sus compañeros de equipo que buceando se podía ir mucho más rápido que nadando todos se rieron a carcajadas….¿Cómo va a ser posible ir más rápido por debajo del agua que por encima de ella si la resistencia al avance en los movimientos subacuáticos es muchísimo mayor?
Berkoff no sabía mucho sobre hidrodinámica, pero algo le decía que cuando se sumergía en el líquido elemento su cuerpo encontraba mucha menos resistencia que cuando nadaba de manera normal. Así que un buen día decidió realizar su prueba de espalda por debajo del agua. No toda, porque aguantar sin respirar durante casi un minuto haciendo unos movimientos tan intensos resulta imposible para cualquier ser humano, pero si al menos durante todo el tiempo que sus pulmones se lo permitiesen. De este modo, el nadador de Philadelfia, se pasaba 35 de los primeros 50 metros realizando una patada delfín subacuática con los brazos estirados hasta que su cuerpo extenuado le pedía irremediablemente sacar la cabeza del agua para respirar. Después, nadaba los 15 metros restantes donde podía oxigenar de nuevo sus pulmones y encaraba el largo de vuelta volviendo a bucear todo lo que su cuerpo aguantase. En total, de los 100 metros de la carrera, aproximadamente la mitad los hacía por debajo del agua. Insólito. Pero lo que parecía una completa locura se tornó en el mayor de los éxitos. En esos Juegos Olímpicos David Berkoff batiría el Récord del Mundo de la distancia en las rondas eliminatorias. Una vez más, como tantas y tantas veces en la historia del deporte, el que todos consideraban loco resultó tener razón. El Récord del Mundo de David Berkoff podemos verlo en este enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=ZSQGEnv-ruc
Estudios hidrodinámicos posteriores confirmaron lo que David Berkoff solo sospechaba. Existe bajo el agua una franja de, en torno a medio metro, donde las olas campan a sus anchas. No las vemos, pero están ahí. Sin embargo, por debajo de ese primer medio metro desde la superficie, el oleaje prácticamente desaparece, es decir, es una zona libre de olas y turbulencias. Lo que Berkoff hacía era bucear de espalda en esa zona libre de resistencia y ayudándose de una extraordinaria dolphin kick, conseguía propulsarse casi a su antojo. He ahí la explicación física a una actuación que muchos consideraban inexplicable. Si ese buceo lo hubiese hecho justo por debajo de la superficie del agua no hubiese logrado ningún resultado reseñable. Seguramente ni siquiera se habría clasificado para la final olímpica. Pero consciente o inconscientemente, Berkoff sabía la profundidad exacta a la que debía sumergir su cuerpo para lograr optimizar al máximo su velocidad bajo el agua. Una locura que, como veremos más adelante, cambió la natación para siempre….
Y es que el mundo del deporte es un COPYCAT. Lo que funciona bien en algunos de estos valientes pioneros, termina incorporándose en las rutinas de trabajo del resto de deportistas. O eso fue lo que debió pensar el ruso Denis Pankratov tras ver a Berkoff nadar en aquellos Juegos Olímpicos de 1988. Si al norteamericano le había funcionado nadando de espalda, ¿Por qué no habría de funcionarle a él nadando a mariposa? Fue dicho y hecho. En los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, Pankratov se hacía con el oro en las pruebas de 100 y 200 metros mariposa realizando la misma estrategia que David Berkoff empleó en espalda unos años antes. Treinta y cinco metros buceando en el primer largo y 15 metros de buceo en el segundo. Bucear hasta que el cuerpo aguante. Claro que, ahora, la patada delfín no la hacía boca arriba sino boca abajo. Pero, en definitiva, la misma estrategia con idéntico resultado. Pankratov se retiró de las piscinas con tan solo 27 años tras haber batido nada menos que siete Récords del Mundo.
Su oro olímpico con record mundial incluido podemos verlo en este vídeo:
https://www.youtube.com/watch?v=Zp2NTFjeXQQ
Obviamente en la Federación Internacional de Natación saltaron las alarmas. ¿Iba a seguir permitiéndose el hecho de que en algunas carreras los nadadores pasasen más tiempo bajo el agua que nadando al propio estilo de la carrera en cuestión?
Con buen criterio, la F.I.N.A optó por una decisión salomónica. No iba a prohibirse el uso del buceo en las competiciones, pero sí que iba a limitarse para evitar que la técnica de los cuatro estilos competitivos (mariposa, espalda, braza y crol) cayera en desuso en detrimento del “quinto estilo”: el dolphin kick. Por ello, se propuso una distancia máxima en cada largo para que el nadador pudiese bucear y ese límite quedó establecido en 15 metros. Así pues, en la salida, el nadador podría realizar 15 metros de patada delfín bajo el agua, pero pasado ese límite estaba obligado a nadar al estilo pertinente. Si te pasabas un solo centímetro de esos 15 metros quedabas descalificado automáticamente. Y lo mismo en el resto de largos. Los rara avis Berkoff y Pankratov habían cambiado la historia para siempre…
qué decir del cambio experimentado por el estilo de braza en los últimos años? La manera de nadar esta disciplina ha cambiado tanto en los últimos 40 años que las coincidencias biomecánicas del estilo actualmente con el que se nadaba antaño son prácticamente inexistentes. El siguiente dato resulta esclarecedor:
En 1988 Matt Biondi se proclamó campeón olímpico en 100 libre con un tiempo de 48:63. Actualmente el record mundial de esta distancia en estilo libre es de 46:88, es decir, de aquella final olímpica hasta hoy se han recortado 1:75 segundos exactamente. Hagamos la misma comparativa en la braza. En 1988 el inglés Adrian Moorehouse se proclamó campeón olímpico de 100 braza con un tiempo de 1.02:04. A día de hoy el Récord del Mundo lo ostenta otro inglés, Adam Peatty solo que este ha logrado franquear la barrera de los 57 segundos, 56:88 exactamente, es decir, 5:16 segundos menos que su compatriota hace 35 años. Podemos ver por lo tanto, que mientras en crol el Récord del Mundo en 100 metros ha mejorado apenas 1,7 segundos en estos 35 años, en braza lo ha hecho exactamente tres veces más hasta esos 5,1 segundos. ¿A qué se debe esta mejora tan diferente en un estilo y otro si hablamos de la misma distancia? Pues indudablemente a que la técnica de este estilo es hoy día completamente diferente de la de hace 30 o 40 años. Esta vez no fue un solo loco el que cambió el estilo de nadar, sino que fueron muchísimas nuevas mejoras incorporadas año tras año por extraordinarios nadadores como Brendan Hansen, Kosuke Kitajima, Cameron van der Burgh o el mismo Adam Peatty, en la manera de posicionarse en el agua, de coordinar brazos y piernas, de realizar el recobro de los brazos o de levantar el cuerpo en el agua. Todo ello teniendo muy presente que la braza es el único estilo donde se avanza más con las piernas que con los brazos.
Una imagen vale más que mil palabras. En este vídeo vemos la final olimpica de 200 braza en Munich 1972:
https://www.youtube.com/watch?v=Zneee4cuVI0
Aquí vemos la final olimpica de la misma distancia en Tokio 2020. Las mejoras técnicas en el estilo son tan evidentes que si volvemos a compararlas con las de 1972, estas últimas poco menos que causan risa:
https://www.youtube.com/watch?v=jHSYFCBUSiU
Genios, locos, innovadores, estudiosos, valientes…. cualquier sinónimo puede ser bueno para estos deportistas que un día decidieron nadar contra corriente y desafiar los estándares establecidos apostando todas sus fichas por ellos mismos. La deuda que todavía hoy tenemos con ellos es impagable…
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Gustavo Itarte,
Entrenador Nacional de Natación y Máster en Entrenamiento Funcional de Alto Rendimiento.