¡New japanese light-novel style series!"No more time for Saori from Nowhere"
Irene es la llamativa hija del zapatero de la ciudad turística de Almuñécar, quién es tentada para dejar su pobreza por la llegada de un turista muy especial, un acaudalado príncipe árabe y además soltero. Una serie de ardides e intereses de quienes quieren aprovechar para sus propios intereses el nacimiento de una tan inconcebible relación llevarán a equívocos y desencuentros, y que podrán poner en peligro el final feliz de esta historia.
¿Podrá Irene afrontar las dificultades y salir airosa? ¿El príncipe encontrará como encauzar sus requerimientos amorosos?
¿Qué tienen en común la Coca Sarli, Maquiavelo, y García Lorca? Si hasta ahora nada, a partir de esta historia tendrán algo en común. Una mezcla equilibrada de los principios de Maquiavelo como crudamente muestra en "La mandrágora", un cuento de transmisión oral andaluz adaptado por García Lorca, y la atracción eterna del exuberante estilo de Isabel Sarli, no podrían dar un resultado más sorprendente y actual para un relato contado a través de una inimaginable cantidad de generaciones.
Dividido en tres secciones, luego de una primera a modo de estudio introductorio le siguen la narracion tipo cuento y luego la adaptación a obra de teatro en tres actos sobre el mismo. Finalmente incluyo a modo de apéndice la obra para niños basada en el relato original y que realizara F.G. Lorca un siglo atrás.
A través del texto, más allá de caer en la parodia fácil, propongo analizar con ojos modernos un relato y las enseñanzas que se deseaban transmitir desde siglos pasados. El estudio de la estructura y adaptación del cuento re versionado a un nuevo guion teatral puede ser asimismo de valor para estudiantes de narrativa y textos teatrales, quienes hallarán de interés esta experiencia diferente de interpretación y adaptación.
Con este libro incursiono una vez más por temas que buscan entretener inteligentemente al joven que todos llevamos dentro, sin olvidar de ilustrar con creces la bondades de la protagonista en dibujos interiores.
— ¡No entiendes, hace cuatro años que enviudé y tengo que mantener a esta hija como puedo! ¡Cada vez gano menos y ella gasta más! ¡Hace rato que cumplió la mayoría de edad, no veo la hora que se vaya de esta casa! ¡Pero en vez de conseguirse un novio, me pide siempre dinero para comprarse un montón de ropas que jamás veo que use, siempre anda vestida con lo mismo pobrecita!
— La usa — dijo seriamente el marroquí — te aseguro que Irene usa toda esa ropa aunque no sea en casa.
— ¡Qué pasa con mi ropa! — exclamó desde la puerta la recién llegada Irene.
La joven de ojos azules y abundante cabellera oscura, si bien vestía un sencillo vestido de hilo playero, dejaba adivinar por debajo una escultural figura con sobresalientes atributos. Traía en una mano una pequeña bolsa de compras opaca. Un transeúnte que pasaba detrás de ella la saludó, pareciendo darle una palmada en el trasero.
— ¡Olé Irene, que guapa estás!
— ¡Como siempre José, como siempre! — respondió ella festivamente, apoyando su mano en la cadera sugestivamente.
— ¡Ay hija, otra vez de compras, por favor devuelve lo que hayas traído! ¡Estamos en una emergencia y no tengo más dinero hasta el viernes! — rogó el apenado zapatero.
— ¡Papá, que no pienso devolver esto, son herramientas necesarias para mis estudios! — dijo mientras ingresaba hacia el fondo.
— ¡Nunca pensé que llegaría a esto! — gritó desesperado Don Gaiferos mientras le arrebataba por sorpresa el paquete.
— ¡Devuélveme eso, lo necesito para esta noche!
— Escuche Don Gaiferos, no creo que sea buena idea quitárselo — recomendó el marroquí — puedo asegurarle que me consta que son cosas que ella realmente necesita para sus tareas.
— ¡Pero qué tanto ni qué tanto! ¡Qué puede ser más importante que comer! — gritó desesperado al tiempo que revolvía la bolsa.
Sacando de su interior una especie de arnés cinturón de cuero, con una vara en forma de pene sobre su frente, el zapatero sostuvo el artefacto sin entender lo que tenía en su mano. El marroquí tapó su rostro ahogando una risita mientras Irene recobraba el cinturón aprovechando la sorpresa de su padre.