En el año 214 a.C., durante la segunda guerra púnica entre Roma y Cartago, los romanos enviaron una expedición al mando de Claudio Marcelo para capturar Siracusa, cuyo rey Herón recientemente había renovado alianza con Cartago. Marcelo y sus legiones romanas esperaban sólo una resistencia mínima del pequeño reino, pero fueron sorprendidos por una lluvia de proyectiles de catapulta y dardos que recibieron los soldados. Los pocos que pudieron llegar a las paredes de la ciudad vieron que sus escaleras se convertían en astillas por pesadas piedras que colgabas de grúas que se proyectaban sobre los muros. Los que llegaban por mar a la ciudad corrieron peor suerte. Los siracusanos bajaron ganchos por medio de grúas montadas sobre los acantilados y aprisionaron a las proas de las naves del desembarco, levantándolas fuera del agua por medio de poleas múltiples hasta que sin más ceremonias los presuntos asaltantes fueron arrojados al mar. No tardaron en retirarse las orgullosas legiones romanas sin haber conseguido penetrar los muros de la ciudad.
Finalmente después de una epopeya de dos años, Siracusa sucumbió por el hambre. Los soldados romanos dedicados al pillaje, entraron al palacio, llegaron con un anciano que estudiaba algunas figuras geométricas en el piso de la arena. Ordenaron al hombre que los siguiera con Marcelo, pero él no admitía distracciones. “No toquen mis círculos” gritó, por lo que los soldados romanos, indignados por la insubordinación, lo asesinaron. Su nombre era Arquímedes, y había sido el responsable del desastre romano; les había enseñado a los siracusanos el uso de las poleas y palancas, la catapulta y otros artificios mecánicos.
Arquímedes, nacido en Siracusa en el año 287 a.C., amigo y pariente de Herón II, fue quizá el científico más valioso de la antigüedad. Además, inventó el tornillo de Arquímedes, un dispositivo que sirve para sacar agua de los pozos e ideó un procedimiento para calcular el número Pi.
De acuerdo con la leyenda, el rey Herón, sospechando que su corona no fuera de oro puro, pidió a Arquímedes confirmar o desechar sus sospechas, pero sin dañar la corona. La leyenda dice que la solución se le ocurrió a Arquímedes al estar tomando un baño, y de ahí corrió desnudo por las calles de Siracusa gritando “eureka, eureka, lo encontré” hasta llegar a Herón. La solución se basa en el principio de Arquímedes que afirma:
"Un cuerpo parcial o completamente sumergido en un fluido sufre un empuje hacia arriba, igual al peso del fluido desplazado".
La flotación es un fenómeno común, nuestros cuerpos flotan en el agua, al igual que un pedazo de madera y una canoa de aluminio. Más aun, la fuerza ascensional que eleva un globo lleno de helio es la fuerza de flotación del aire desplazado por el globo.
Ahora revisa el siguiente video, te ayudará a complementar la lectura sobre el principio de Arquímedes. Una vez finalizado realiza la ACTIVIDAD DE EVALUACIÓN 17.