Una pregunta se me ha estado apareciendo en distintas formas en los últimos días. La primera vez la envió un televidente de un programa al que fui invitado a hablar de los temas que trato en esta columna, la segunda en forma de título de un libro que destacó entre muchos otros de una vidriera, la tercera se la hizo una persona al maestro Alejandro Jodorowsky en un video que encontré en la web: “¿Cómo afrontar la pérdida de un ser querido?”
Es un tema que me toca en lo personal, aún no se ha cumplido un año desde que mi pequeña Ana Paula abandono este plano, por supuesto no puedo eludir la pregunta. Un amigo terapeuta me dijo hace poco, que estando tan reciente mi duelo, no estoy listo para escribir sobre él, pero pocas veces he esperado a estar listo para algo antes de atreverme a hacerlo.
Antes que nada, quiero decir que no soy un experto en la materia, no soy sicólogo, psiquiatra, ni terapeuta. Todo lo que escribo en esta columna y en el blog lo hago desde mi experiencia, hablo sobre lo que me ha tocado vivir y comparto cosas que he ido encontrando en el camino, cosas que me han parecido interesantes en la esperanza de que a alguien mas le sean de utilidad como lo fueron para mí.
Lo primero es aceptar que duele, duele muchísimo, y debe ser así. No hay atajos, hay que vivirlo. Lo bueno es que pasa. Todo pasa.
La respuesta que le dio Jodorowsky a la persona en la conferencia es lo más acertado que he escuchado al respecto: “Poco a poco el dolor decrece y el amor aumenta”. Es así, lo vivo en carne propia.
No debemos negarnos a aceptar ayuda, es bueno tener a alguien con quien conversar y no tragarse los sentimientos, pero quien nos escuche debe entender que estamos en un proceso doloroso y este proceso lleva su tiempo, que no es el mismo para todo el mundo, y no se puede acelerar.
No van a faltar los comentarios bien intencionados que buscan aliviar, y nos darán razones para no sufrir, y trataran de animarnos de mil maneras, se agradece, ayuda, pero hay que aceptar que el dolor está ahí y va a permanecer un tiempo, y nos toca aprender a vivir con él.
En mi caso, lo que me ha ayudado enormemente es un cambio en mis creencias, adopte una nueva forma de ver la muerte, antes pensaba que era el fin, no tenía una creencia clara acerca de lo que pasaba después. Ahora lo veo como un cambio, estoy convencido porque así lo he sentido, de que hay algo más. Podrán pensar algunos que esa idea no es más que un consuelo, pero lo cierto es que nadie puede aportar pruebas de que no sea verdad y si me hace sentir mejor entonces no veo porque pensar lo contrario.
No pasa un día en no piense en mi hija, y le doy gracias a Dios por los momentos que pude estar con ella, al principio uno piensa en que no está pero poco a poco va valorando más el tiempo que estuvo.
Pienso en lo que ella hubiese querido de poder hablarme y me sirve de aliento para tratar de ser mejor persona, alguien de quien ella pueda estar orgullosa, además quien te ama no quiere verte sufrir y menos aún ser la causa de ese sufrimiento, así que prefiero recordarla con amor y felicidad.
Por supuesto hay momentos en solo sentimos dolor, es normal, no hay de que avergonzarse, pero repito, la lección más grande que he aprendido: Todo pasa.
Humberto Segura.
Coach de Bienestar
Twitter: @humbertosegura
email: humbertosegura@hotmail.com
"Si tu felicidad depende de lo que hagan los demás, supongo que estarás en aprietos” Richard Bach.
Siempre he hablado de que un gran porcentaje de nuestra felicidad depende de nuestra voluntad de ser felices, es nuestra decisión. Y dije que en la presente compartiría algunos caminos para lograr esto.
En Harvard, el curso con más popularidad y éxito, más que los de economía de los cuales son los grandes especialistas, es sobre la felicidad. Dicho curso se llama “Mayor felicidad”, y es dictado por Tal Ben Shahar. Este curso atrae a 1400 alumnos por semestre y 20% de los graduados de Harvard lo toman.
Comparto algunos consejos de Tal Ben Shahar para lograr una mayor felicidad.
Practica algún ejercicio: (caminar, ir al gimnasio, yoga, natación, etc.). Los expertos aseguran que hacer ejercicio es igual de bueno que tomar un antidepresivo para mejorar el ánimo, 30 minutos de ejercicio es el mejor antídoto contra la tristeza y el estrés. A mí me funciona caminar y si sonríes mientras caminas mejor.
Desayuna: algunas personas se saltan el desayuno porque no tienen tiempo o porque no quieren engordar. Estudios demuestran que desayunar te ayuda a tener energía, pensar y desempeñar exitosamente tus actividades.
Agradece a la vida todo lo bueno que tienes: Escribe en un papel 10 cosas que tienes en tu vida que te dan felicidad. Cuando hacemos una lista de gratitud nos obligamos a enfocarnos en cosas buenas. Lee tu lista diariamente.
Sé asertivo: pide lo que quieras y di lo que piensas. Ser asertivo ayuda a mejorar tu autoestima. Ser dejado y aguantar en silencio todo lo que te digan y hagan, genera tristeza y desesperanza.
Gasta tu dinero en EXPERIENCIAS no en cosas: Un estudio descubrió que el 75% de personas se sentían más felices cuando invertían su dinero en viajes, cursos y clases; mientras que sólo el 34% dijo sentirse más feliz cuando compraba cosas.
Enfrenta tus retos. Cuanto más postergas algo que sabes que tienes que hacer, más ansiedad y tensión generas. Escribe pequeñas listas semanales de tareas a cumplir y cúmplelas.
Pega recuerdos bonitos, frases y fotos de tus seres queridos por todos lados.
Llena tu refrigerador, tu computadora, tu escritorio, tu cuarto. TU VIDA de recuerdos bonitos.
Siempre saluda y sé amable con otras personas: Más de cien investigaciones afirman que sólo sonreír cambia el estado de ánimo.
Usa zapatos que te queden cómodos: Si te duelen los pies te pones de malas.
Cuida tu postura: Caminar derecho con los hombros ligeramente hacia atrás y la vista hacia enfrente ayuda a mantener un buen estado de ánimo.
Escucha música: Escuchar música te despierta deseos de cantar y bailar, esto te va a alegrar la vida.
Arréglate y siéntete atractivo(a). El 41% de la gente dice que se sienten más felices cuando piensan que se ven bien.
Consejos prácticos y sencillos, en lo personal me han funcionado. La felicidad depende nuestra actitud y siempre podemos ser un poco más felices si nos lo proponemos. Los invito a compartir a través de mi correo humbertosegura@hotmail.com sus sugerencias para lograr una mayor felicidad.
Humberto Segura.
Coach de Bienestar
Twitter: @humbertosegura
email: humbertosegura@hotmail.com
“Si a la Prisa le quitas la P te queda la risa”
No recuerdo donde lo leí, y cuando lo hice no le preste mucha atención, pero al sentarme a escribir esta columna y reflexionar acerca de que quería hablar, pensé hacerlo sobre cómo manejar el estrés, ya que ayer pase el día dictando un curso sobre el tema. Ordenando las ideas y recordando lo que conversamos con los participantes del taller, me vino a la mente la frase.
Uno de los puntos del curso es como estamos obsesionados con la velocidad, queremos todo rápido, teléfonos más rápidos, computadores más rápidos, perder peso rápido, aprender rápido, hacernos ricos rápido y cuando las cosas no se dan a la velocidad que deseamos, viene la frustración y por supuesto el estrés.
Por hacer las cosas rápido, tratamos de hacer varias cosas a la vez, el famoso “multitarea” y cuando no centramos la atención en lo que tenemos entre manos vienen los errores, la frustración y el estrés.
La prisa no nos permite disfrutar el camino, no nos damos cuenta de lo hermoso que hay a nuestro alrededor, de lo bueno que nos pasa. Por tener la atención puesta en llegar rápido, entonces nos centramos en todo lo que puede obstaculizar nuestro plan, tanto si tal cosa se presenta como si no, ponemos la atención en las dificultades y nos estresamos.
Claro que esta obsesión con la velocidad no es la única causa del estrés, hay varios factores, pero me atrevería a decir que la mayor causa de estrés es la dificultad de aceptar el cambio. La vida es cambio, lo único que nunca cambia es que todo cambia. Ver el cambio como una amenaza y no como parte integral de la vida es, a mi modo de ver, lo que más estrés nos causa.
Tenemos un plan en nuestra mente, nuestra fantasía de como deben ser las cosas, como van a pasar, como deben ser las personas, como deben reaccionar, y cuando las cosas suceden de manera diferente y nos aferramos a nuestro plan en lugar de adaptarnos al cambio, viene la lucha, el sufrimiento, la frustración y bueno ya sabemos, el estrés.
Ahora, el estrés es inevitable, es parte de la vida, de hecho es necesario, sin estrés no podríamos reaccionar ante situaciones de peligro o ante cualquier situación de demanda que requiera una reacción de nuestra arte. Si el estrés es agudo, se produce el hecho estresante, lo afrontamos, hacemos lo se requiera y soltamos, no es dañino. Cuando se convierte en algo crónico vienen los problemas. No voy a adentrarme en los daños que causa el estrés crónico, nos puede dar una idea el hecho de que la sociedad de cirujanos cardiovasculares de los Estados Unidos de Norteamérica lo considera una de las principales causas de las enfermedades del sistema cardiovascular.
Si le quitamos la “P” a la prisa, nos queda la risa, reír es una forma efectiva y comprobada de reducir el estrés. La P de Preocupación; Pensar en exceso, darle vueltas a las cosas una y otra vez; Pesimismo, pensar en todo lo malo que nos puede pasar o que nos pasó; El Problema imposible de resolver, lo que no esté pasando aquí y ahora.
Hacer ejercicio, meditar, reír, organizarse, establecer prioridades, tomarse tiempo para la recreación, descansar, son algunas de las cosas que podemos hacer para reducir el estrés, y sobre todo aceptar, adaptarnos, ser flexibles, hacer los cambios necesarios y continuar.
Humberto Segura.
Coach de Bienestar
Twitter: @humbertosegura
email: humbertosegura@hotmail.com
Hace poco alguien muy cercano me comento que estaba considerando irse del país, las razones que me daba son por todos conocidas, me decía que no ve oportunidades de desarrollo, que las perspectivas para el año entrante son poco alentadoras, que siente que no avanza, que esta “estancado”, que el sueldo no le alcanza, que a pesar de que le gusta su trabajo siente que ahí es poco lo que puede crecer.
Supongo que muchos de ustedes entienden a lo que se refería mi amigo, el asunto es que al indagar acerca de cuáles son las posibilidades al emigrar tampoco se veía el panorama muy claro, entonces se me ocurrió preguntarle, ¿Qué has hecho para cambiar todo eso con lo que no estas conforme? Y tras unos momentos de reflexión me dijo: “Nada”.
Cuando dice nada, se refiere a nada diferente a lo que siempre ha hecho, le ha tocado como a todos trabajar más duro, pero haciendo lo mismo y casi siempre de la misma forma, sigue frecuentando el mismo grupo y los mismos lugares, en consecuencia sigue viendo las cosas de la misma manera y esto se traduce en ejecutar las mismas acciones que lo han llevado al lugar donde está. Esto creo que nos ha pasado a todos en algún momento, y aquí surge la idea de cambiar de vida, irse a otro lugar, hacer cosas distintas, relacionarse con otra gente y de esa manera esperamos lograr lo que no hemos logrado aquí.
No tengo nada en contra de la idea de emigrar, de hecho soy inmigrante y sé lo difícil que puede ser pero también sé que es una experiencia enriquecedora. Pero al conversar con mi amigo surgió la pregunta de, ¿Qué pasaría si intentas hacer esas cosas diferentes aquí? Tal vez sin dejar tu trabajo, pero haciendo algo distinto, o algo adicional, ampliando el circulo en el que te mueves y conociendo nuevas formas de hacer las cosas, tal vez surjan posibilidades que hasta ahora no has visto. No es lo mismo estar en un lugar en donde no conoces a nadie y tienes que empezar de cero a aprovechar los contactos que tienes e indagar que otra cosa distinta puedes hacer en busca de mejorar.
Lo que planteamos en esa conversación fue la posibilidad de generar nuevas alternativas, de crear nuevas estrategias, distintas a las que nos han traído adonde estamos parados ahora, pero con la ventaja de mantener ciertos aspectos favorables con los que contamos ahora, situación legal, bienes materiales, hogar, relaciones, manejo del idioma y conocimiento de la idiosincrasia del lugar en donde vivimos, esas cosas que tanto vamos a extrañar si decidimos intentarlo en un país distinto al nuestro.
Hablar con gente diferente a nosotros mismos, de otras edades, con otra formación, con perspectivas distintas nos puede abrir a un mundo de posibilidades que no conocemos. Ampliar nuestros intereses, hacer cosas que nunca hemos hecho, interesarnos en como otras personas hacen lo que hacen nos puede ayudar a generar ideas y reconocer oportunidades que simplemente no habíamos visto antes.
La clave es “Creatividad” crear, generar actitudes, comportamientos, relaciones, estrategias, productos, servicios, nuevos. Cambiar, adaptar, innovar, y crecer.
Ya basta de “sobrevivir” es tiempo de VIVIR y vivir es crecer, es lograr, es comprometerse con lo mejor de nosotros mismos, con nuestras fortalezas, es saber ¿Qué queremos lograr? ¿Cuál es nuestro propósito? Y hacer los cambios necesarios para acercarnos cada día más a ellos.
¿Estás dispuesto a intentarlo?
Humberto Segura.
Coach de Bienestar
Twitter: @humbertosegura email: humbertosegura@hotmail.com
En los últimos días me he encontrado con esta palabra, esperanza, en un par de ocasiones. La primera fue en el colegio de mi hija, en el marco de la celebración del día del abrazo en familia, en dicho acto hubo una misa en la que el padre hizo de la esperanza el tema del día.
La segunda fue dos días después cuando tuve la oportunidad de asistir a una conferencia del psicólogo Carlos Saúl Rodríguez quien también recalcó en su charla la importancia de mantener en alto la esperanza en estos tiempos tan difíciles.
¿Es posible tener esperanza en medio de todo el caos que nos rodea? ¿Se siente usted esperanzado? ¿Cómo lograr mantener la esperanza? ¿Qué ganamos con eso? Seguramente usted también se ha hecho estas preguntas, no pretendo dar una respuesta académica, ni siquiera puedo decir con certeza que tengo repuestas infalibles, tan solo puedo como es la tónica de esta columna compartir mis reflexiones acerca del tema y lo que desde mi experiencia personal me ha tocado vivir.
Creo profundamente que no solo es posible mantener la esperanza, sino que es vital. Lo contrario sería un panorama inimaginable. Quizás lo más cerca que podría ser vivir en un infierno aquí mismo en la tierra seria vivir en un mundo sin esperanza. Lo hemos conversado antes, la vida es cambio, todo cambia constantemente, por muy mal que estés ahora da por hecho que las cosas van a cambiar y la esperanza de que ese giro pueda ser positivo es lo que nos da la fuerza para seguir adelante.
No logro concebir porque alguien se embarcaría en cualquier empresa por muy difícil que esta pareciera si no fuese capaz de sentir esperanza en su corazón, y alentado por ella luchar con todas sus fuerzas, emplearse al máximo hasta salir airoso. ¿Haríamos algo para cambiar lo que no nos gusta si no tuviésemos esperanza? ¿Cuánta gente ha logrado cosas imposibles a lo largo de la historia alentadas por la esperanza? ¿Es preferible rendirse, resignarse y perecer o agarrase de la más mínima esperanza y mantenerse en pie dando lo mejor de nosotros mismos en espera de que las cosas mejoren?
Mantengo la esperanza porque es la mejor alternativa, porque he superado momentos difíciles y eso me da pie a pensar que lo puedo volver a hacer.
Porque estoy vivo y puedo seguir creciendo, porque puedo cambiar, adaptarme, ser flexible y reinventarme las veces que haga falta. Porque hay gente por la que debo ser lo mejor que puedo ser, porque la vida me ha enseñado que no todas se ganan y tampoco todas se pierden, pero a veces, aun perdiendo se gana.
Por supuesto ayuda mucho a mantener en alto la esperanza si se tiene fe, la certeza de que hay algo superior a nosotros y que ese algo, llámele usted como quiera llamarle, en el fondo tiende hacia el bien. En mi caso, aunque parezca paradójico, la fe ha surgido de los momentos duros, cuando las cosas no han resultado bien. He podido sentir en dichos momentos que a pesar de lo malo que todo parezca, hay razones muy superiores a mi entendimiento para que las cosas sucedan de tal modo y a la larga algún bien se manifiesta después de tanto dolor, y entonces he sentido la esperanza, que me mantiene en pie y por la que sinceramente doy gracias.
Mientras hay vida hay esperanza, sin esperanza no hay vida, o por lo menos no se le puede llamar vida a lo que sería una existencia sin algo que nos de aliento para continuar.
Humberto Segura.
Coach de Bienestar
Twitter: @humbertosegura email: humbertosegura@hotmail.com
Escucha a Dios en el canto de un pájaro, en el ruido de una moto, en el fondo del silencio, en el acto de escuchar. Escúchate, ahí está Dios.
A cada rato escuchamos algún mensaje o campaña de concientización acerca de algo, invitaciones a tomar conciencia, a consumir con conciencia, a ser conscientes. Pero, ¿Qué es conciencia? ¿Por qué tanta necesidad de concientizar? ¿Es que acaso no estamos conscientes de la necesidad de ser consientes?
Resisto la tentación de buscar en google y me lanzo a definir lo que para mí, es actuar con conciencia.
Ser consiente, es estar ahí, estar despierto, escuchar, darse cuenta, sentir, escucharme. Actuar conscientemente es entonces responder a lo que sucede en concordancia con lo anterior. Nótese: “responder” no “reaccionar”, ahí, creo yo, está la clave.
Reacciono inconscientemente, a una acción una reacción, es una respuesta automática, pareciera un reflejo. Eso, automático, ¿Han sentido alguna vez que andan en piloto automático? ¿De repente te encuentras en algún lugar o situación y no sabes cómo llegaste ahí? ¿En que se te fue el dinero? ¿Cómo ganaste tanto peso? ¿En quién me he convertido? ¿Qué paso con mi matrimonio? ¿Cuándo crecieron mis hijos? ¿En qué se me va el tiempo, por qué nunca me alcanza? No me di cuenta.
Respondo desde mi conciencia, desde el darme cuenta, escucho, registro lo que sucede, dejo que me afecte, observo como me afecta, siento y vivo,
entonces respondo.
Lo oí en boca de un profesor de improvisación, y algún tiempo después en la de un gran Coach, “Escuchar es permitirse cambiar”. Darme cuenta de lo que está pasando en mi cuerpo, “escuchar a mi cuerpo” y cambiar lo que estoy haciendo, no tomar ese trago de mas, no comerme la segunda ración, es actuar conscientemente.
Darme cuenta de donde estoy y no actuar de la misma forma en que hubiese actuado en otras circunstancias es ser consiente. Escuchar mi dialogo interno, darme cuenta de que es lo que está pasando en mi mente antes de decir eso que podría hacerle tanto daño a mi pareja es obrar de manera consciente.
Estar conscientes de lo que está pasando aquí y ahora nos libra del dolor del pasado, nos alivia la preocupación por el futuro. Es cierto que también
podemos recordar cosas buenas y eso nos hace sentir bien, pero si vivimos en la añoranza de un pasado que fue mejor desaprovechamos lo bueno que se puede estar dando en el presente. Ser consiente es también darle la justa medida a las cosas, mantener el equilibrio.
Tal vez usted no siente preocupación por el futuro, al contrario está lleno de optimismo y esperanza !lo felicito¡. Pero… ¿Les ha pasado alguna vez que visualizan un futuro maravilloso y se llenan de expectativas para cuando eso suceda, y sin darnos cuenta van posponiendo la felicidad? Estaremos bien o seremos felices cuando (Ponga aquí lo que usted esté esperando que pase).
Darme cuenta de lo que tengo en este momento y aprovecharlo, vivirlo, me salva del arrepentimiento cuando eso ya no este. La vida es cambio, lo único que nunca cambia es que todo cambia, y si no estamos atentos dejamos de apreciar lo que está pasando ahora y luego ya no es posible.
Lo he dicho antes y no me canso de repetirlo: Detente, respira…, mira a tu alrededor, seguramente hay algo ahí que te puede alegrar, agradece y…. Sonríe.
Humberto Segura.
Coach de Bienestar
Twitter: @humbertosegura email: humbertosegura@hotmail.com
¡Cuán bueno hace al hombre la dicha! Parece que uno quisiera dar su corazón, su alegría. ¡Y la alegría es contagiosa! Dostoievski
Hace un tiempo encontré en internet una nota titulada "Aseguran que la depresión es contagiosa”, se refería a un estudio hecho por Psicólogos de la Universidad de Notre Dame (USA), en el cual encontraron que: “vivir con personas propensas a la depresión aumenta el riesgo de padecer depresiones”. Los resultados proporcionaron pruebas evidentes del contagio de los síntomas de la depresión, confirmando la hipótesis de los investigadores.
Esto no es difícil de creer, y tal vez si echamos una mirada a nuestro alrededor podamos comprobarlo. En momentos de dificultad podemos notar como los sentimientos de apatía, desánimo o tristeza se hacen virales.
Pero un momento, los mismos investigadores llegaron a la conclusión de que: “rodearse de gente positiva ayuda a curar la depresión”, y proponen usar el medio ambiente como parte del tratamiento para la depresión. Esto a mi parecer debió haber sido el titular: “Rodearse de gente positiva ayuda a curar la depresión”.
Siempre se ha dicho que la risa es contagiosa, pues también el optimismo, y la felicidad lo son. El entusiasmo también es contagioso, una persona eminentemente vital tiene la capacidad de transmitir su energía a las personas que la rodean y salir reforzada. La propuesta que hago en mis charlas y talleres de Risoterapia es convertirnos en “Virus de alegría”, contagiar felicidad, es posible y lo mejor de todo es altamente beneficioso para quien lo hace.
¿Han notado que cuando una persona nos sonríe sinceramente, tendemos a sonreír como respuesta? Pues he ahí una manera de contagiar felicidad, sonríe. He hablado antes de como si fijamos nuestra atención en lo que si tenemos, en las cosas buenas que nos pasan, aún en momentos de dificultad, y agradecemos las pequeñas bendiciones que a diario recibimos, la sonrisa fluye. Siempre habrá alguna razón para agradecer, empezando por el hecho de estar vivos.
También influye la manera en que nos comunicamos, en lugar de hablar tanto de lo que no nos gusta es preferible compartir lo que sí. Quejarse puede resultar en un desahogo a veces necesario, pero si nos quedamos en la queja y no tomamos acción para cambiar aquello no nos gusta nos encontraremos quejándonos todo el tiempo y por supuesto esto nos hará sentir mal. El optimista no es el que no ve problemas, es quien está consciente de lo que va mal pero cree que puede hacer algo para mejorarlo y se ponen a trabajar. A
veces hay que aceptar que ciertas cosas escapan a nuestro control y debemos buscar la manera de no nos afecten tanto.
Tan importante como evitar hablar tanto de lo malo, es hablar más de lo bueno.
Compartamos aquello que nos hace felices, si ves que alguien está haciendo algo bueno, felicítalo, agradécele. Comenta las cosas buenas que encuentres en la vida e invita a otros a descubrirlas también.
Dice un antiguo adagio: “Si no tienes nada bueno que decir, quédate callado”
Humberto Segura.
Coach de Bienestar
Twitter: @humbertosegura
Email: humbertosegura@hotmail.com
Un tema que surge en casi todos los talleres de coaching a los que he asistido es el de las personas que están en un mismo sitio haciendo lo mismo durante muchísimo tiempo, lo cual no sería enteramente malo de no ser porque dichas personas se quejan de no ser felices y continuamente se lamentan de su situación. Yo mismo he estado ahí y se lo que se siente.
Es difícil romper con un hábito, o una rutina que ha sido parte de nuestra vida tanto tiempo que a veces los confundimos y pensamos que dicha rutina es la vida misma. ¿Cuantas veces no hemos acariciado la idea de cambiar algo y luego nos parece imposible hacerlo?, comenzamos a pensar en todas las cosas que podrían salir mal, todos los obstáculos que podrían presentarse, lo difícil que seria, tal vez nos enfrascamos en planes, estudiamos el asunto lo mejor posible, queremos preparar hasta el último detalle, planeamos y planificamos, pensamos, pensamos y pensamos... y terminamos no haciendo nada. ¿Les parece conocido? ¿Cuánto tiempo pasamos pensando en lo difícil que va a ser y buscando excusas para no hacerlo?
Steven Pressfield, autor de novelas como La Leyenda de Bagger Vance, llama a este fenómeno “La Resistencia” nombre que a mi parecer lo describe perfectamente. La resistencia es esa voz que te dice que no te arriesgues, que mejor malo conocido que bueno por conocer, que no puedes, que no lo mereces y mil otras frases parecidas destinadas a impedir que logres el cambio. La Resistencia es un fenómeno universal de la psique humana. Todos la experimentamos. Y como el mismo Pressfiel lo dice “No habría Resistencia sin un Sueño. El Sueño llega primero. La Resistencia lo sigue”, y trata con todas sus fuerzas que te quedes ahí, en tu zona de confort.
Mucho se ha escrito acerca de cómo vencerla, cada autor tiene su receta para acallarla. Yo he optado por el camino más fácil, el camino de la acción. Hacer, intentar, probar, empezar, como quieras llamarlo. El punto es que la mayor parte de las veces me he dado cuenta que al final las cosas no son tan difíciles como parecían, que siempre hay más gente dispuesta a ayudar que a entorpecer pero hay que pedir ayuda, y agradecerla. No esperes a tener todo planeado o hasta estar lo mejor preparado posible, empieza y corrige cuando haga falta.
Arriésgate, como dice Neruda: “Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor, Quien no arriesga lo seguro por lo incierto para ir detrás de un sueño”
Da un paso, aunque sea uno pequeño. Coméntalo con alguien consigue un cómplice, si eres más audaz has publica tu meta y eso servirá para que cuando quieras rendirte no lo hagas por amor propio.
Escucha a tu corazón, aléjate del ruido y escucha, él sabe que es lo mejor para ti, donde está tu felicidad, síguelo.
“Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos senderos, quien no cambia de rutina, no se arriesga a vestir un nuevo color o no conversa con desconocidos.”
Pablo Neruda.
Humberto Segura.
Coach de Bienestar
@humbertosegura
Desde el equipo de la FCCPVNews queremos darle la bienvenida a Humberto Segura, Coach de Bienestar, que se suma a escribir artículos para nuestro boletín semanal como valor agregado en potenciar las habilidades blandas de los Contadores Públicos Colegiados, estas, son habilidades asociadas con la personalidad y naturaleza del individuo tales como: capacidad de liderazgo, relaciones interpersonales y actitud positiva; y estudios sugieren que cada día, más empleadores están considerando estos factores en su proceso de selección. Por lo que estamos seguros que sus columnas serán de gran utilidad para todos nuestros lectores y agremiados del país.
Hace poco fui invitado a un programa de televisión en un canal local para conversar sobre la risoterapia que conduzco todos los fines de semana como parte de la programación de Teatro Estable Valencia. Entre los comentarios que recibimos vía redes sociales, la mayoría positivos, hubo uno que me da pie a la reflexión, el televidente decía que con sonreír o reír no solucionábamos los múltiples problemas que como sociedad nos afectan.
Específicamente se refería a la invitación a sonreír que de manera recurrente hago a todo el que me quiera escuchar. Sé que muchas otras personas piensan así, y a veces puede sonar un poco loco, irresponsable o “comeflor” el andar proponiendo sonreír en el medio de tanto caos.
Tal vez debería preguntar a cuáles de los múltiples problemas se refería quien hizo el señalamiento, podría decirles que la hipertensión, el estrés, las enfermedades cardiovasculares son algunos de los problemas más graves que enfrentamos en la actualidad y que la ciencia ha demostrado de manera inequívoca como el simple acto de sonreír contribuye a solucionarlos. Quizás debería preguntarle cuándo ha podido resolver un problema de esos que tanto le preocupan desde un estado emocional como la depresión, la apatía, el desánimo, el rencor, la ira, la tristeza u otro de esos estados negativos de los que el acto de sonreír nos ayuda a salir.
Pero no lo haré, prefiero reflexionar en como a veces, sumergidos en ese bombardeo de información constante que nos llega de todos lados, apurados en esa carrera en que se ha convertido la vida moderna, preocupados como estamos por que las cosas pasen de la forma en que queremos, nos olvidamos de disfrutar cada momento de nuestra vida, olvidamos sonreír.
No estoy hablando de que haya que estar todo el día con una sonrisa en el rostro, o que debemos andar entusiastas y en éxtasis de placer las 24 horas, o de que nunca sentiremos tristeza o dolor, o estrés, todo eso es parte de la vida. Pero en todo momento, tenemos a disposición una herramienta que nos puede ayudar a ser un poquito más felices en cualquier circunstancia, la Sonrisa.
¿Cuántas veces no caemos en el estrés por estar pensando en lo que debimos haber dicho o hecho, o en eso tan triste o desagradable que pasó, también por preocuparnos por la infinidad de cosas que podrían pasar en un incierto futuro?, pues nada de eso está pasando AHORA.
Mira a tu alrededor, seguramente hay algo ahí que te puede alegrar, alguien que está contigo, alguien a quien puedes ayudar, fuentes de belleza hay en todas partes si ponemos atención.
Detente, respira… piensa en eso que hay en tu vida por lo que vale la pena dar gracias, seguro algo hay, agradece y…. Sonríe.
Te sentirás mejor, quienes te rodean se sentirán mejor, algunos problemas se resolverán otros seguirán ahí, pero ahora tienes más ánimo para enfrentarlos, Sonríe.
Humberto Segura.
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