Intentaré explicarte cómo la escritura terapéutica puede ser beneficiosa. La escritura terapéutica es una técnica utilizada en la terapia que implica escribir de manera reflexiva y consciente sobre los pensamientos, sentimientos y experiencias personales. Su objetivo principal es ayudar a las personas a explorar y comprender sus emociones, resolver conflictos internos, promover el autoconocimiento y facilitar el crecimiento personal.
Desde siempre se ha valorado la escritura como una herramienta terapéutica. No en el sentido de solucionar problemas directamente quizá, pero, desde luego, suele ser una buena forma de sacar a la luz lo que llevamos dentro, desahogarnos, aclarar nuestros sentimientos o nuestras dudas, animarnos, conocernos mejor e incluso de ayudarnos a tomar alguna decisión.
Se dice que Goethe, por ejemplo, escribió «El joven Werther» en una sola noche (quizá es una exageración romántica) para desahogar las penas por un amor no correspondido.
es casi inevitable que nuestras preocupaciones, miedos o conflictos aparezcan reflejados en nuestros relatos, poemas o novelas. Y eso ya es fantástico: además de ayudarnos a encontrar nuestros propios temas y a configurar así nuestro propio universo literario particular, nos proporciona alivio o confort.
Pero más allá de esta forma inconsciente, me gustaría hoy dejar aquí unos ejercicios diferentes en los que, de forma consciente, podemos utilizar la escritura como una herramienta para ayudarnos a superar malos momentos, a conocernos, a tomar decisiones, o simplemente… a crecer.
1. LA ESCRITURA AUTOMÁTICA
Objetivo: encontrar soluciones o caminos.
La escritura automática es un ejercicio magnífico que sirve para un roto y para un descosido. Lo mismo nos puede ayudar a encontrar ideas para escribir, que a dar con la solución a un dilema del que no sabemos salir.
Instrucciones:
Esta técnica, inventada a principios del siglo XX por la escritora vanguardista Dorothea Brande, consiste simplemente en escribir lo primero que se nos pase por la cabeza. Sin borrar, sin tachar, sin detenernos a pensar.
El propósito no es nunca crear una obra literaria, sino dejar fluir las ideas, libremente, sin el freno de nuestro juicio, nuestra moral, nuestra vergüenza o nuestra lógica.
Para utilizarla de forma terapeútica, debemos tener un problema o un tema en mente que deseemos resolver. Nos sentamos, con un papel y bolígrafo (¡Importante! siempre debe ser escrita a mano) y durante al menos media hora escribimos sin parar. Cualquier cosa que se nos pase por la mente. Si se nos viene la lista de la compra, pues la lista de la compra… suavemente retornamos al tema que nos preocupa, pero siempre dejando libertad a la asociación de ideas, para que la lógica no interrumpa el camino a una posible solución.
2. CARTA PARA SUPERAR CONFLICTOS CON OTRA PERSONA
. Objetivo: aclarar y descubrir nuestras emociones, liberarlas para intentar solucionar un conflicto
Ya sea una persona con la que convivimos a diario, como nuestra pareja o un compañero de trabajo, o personas a las que ya no vemos, o que ni siquiera viven, podemos tener un conflicto sin resolver con ellas que no nos deja avanzar. o que nos tiene de mal humor o tristes. En este caso, la idea no es encontrar soluciones -como el anterior ejercicio- sino simplemente sacar a la luz lo que sentimos, vivirlo plenamente, descubrir qué puede haber debajo (por ejemplo, puedes descubrir que debajo de un gran enfado con la otra persona en realidad hay un temor escondido) e incluso perdonar.
Este trabajo es para vos. No se pretende que esta carta se lea a nadie, sino simplemente que nos sirva de ejercicio. Después la puedes guardar, romper, quemar o lo que más gustes.
Instrucciones:
De nuevo, guarda media hora al menos solo para vos y, preferiblemente a mano, empieza a escribir a esa persona lo que sientes. Pero, ¡atención! debe ser en este orden:
–Primero le cuentas por qué estás enojado/a. Deja salir toda tu ira. Cuanto más te sueltes, mejor. Al menos intenta que sean varias frases, pero podría salir un folio entero… lo que necesites.
–Segundo, haz lo mismo, pero ahora cuéntale qué es lo que te causa tristeza de esta situación, lo que te hace sentir mal o te ha hecho daño. Aquí ya no se trata de acusar, sino de mirar dentro de ti.
–Tercero, tendríamos el mismo proceso, pero ahora se trata de contarle los miedos que tienes. Qué es lo que te causa temor de esta situación.
–Cuarto, otro párrafo al menos, en este caso dedicado al arrepentimiento. Incluso en las mejores discusiones o conflictos podemos sentir que hemos metido la pata o hemos dicho algo que no debíamos… o al contrario, que quizá pudimos haber dicho o hecho algo de otra forma. Déjalo salir.
-Por último, los párrafos finales se destinarían al amor (de hecho, hay quien llama a este ejercicio la carta del amor). Cuenta aquello que aprecias de la otra persona, lo que te hace o te ha hecho feliz. Aquello por lo que le estás agradecida/o.
Prepara los klínex. Esta carta puede ser muy poderosa y hacer aflorar sentimientos que no sabías que tenías dentro de ti, y eso siempre es buena ayuda.