Natalia nació en Rosario, en 1989. Sus motivos y temáticas son una representación del universo en el que esta pisciana, miope, con la piel con dibujitos y los pelos de colores vive. En ese mundo hay arco iris, cielos, nubes, paisajes de montañas y lagos soñados. Todo contado como en un cuento, con planos de colores yuxtapuestos. Nos deja algunas pistas en sus narraciones, que ese mundo colorido, conoce la falta de luz, pero predomina la invitación al bienestar emocional cuando vemos sus obras. Dentro de sus materiales encontramos pintura acrílica, lápices de color, retazos de telas, hilos; tiene una capacidad absoluta en darle nuevas oportunidades de existencia a materiales destinados a ser basura.

La primaria y secundaria las transito en un colegio de monjas, estéticamente autoritario, donde ningún accesorio podía ser de color y predominaba el azul marino estricto. Entre diversos trabajos realizó el terciario de Diseño de Modas, en el ISCV, donde adquirió herramientas de morfología, color, mordería, programas de diseño, pero Natalia sentía que quería saber más sobre ese universo que la apasionaba, en el 2009, empezó a cursar la Licenciatura en Bellas Artes en la UNR, ya contaba con un oficio y una marca de indumentaria “Que disparate se mato un Tomate”, para cubrir los gastos del estudio y de la vida. En el 2022 finalizó el cursado de las materias.

En 2013 fue mamá de Lucio, ser madre la convence más de querer seguir esa búsqueda de ser artista, el proceso se vuelve más lento, pero más firme. Ese mismo año nace Verde Limon, comercio donde vende su producción y la de otres diseñadores y artesanes. En el 2015 ingresa a trabajar como acompañante y tallerista a Justicia Penal Juvenil, Natalia quien es militante de los colores porque sí, se encuentra con las situaciones y vivencias más oscuras que le pueden suceder a jóvenes, lo que la lleva a buscar encontrar en el arte, en su producción esa vía de escape de lo oscuro.

Participó de talleres y clínicas, en el 2019, con Patricia Spessot, El proceso de la obra. Este año participó de Programa de Formación de Artistas, El Oráculo, facilitado por Púrpura Proyecto, donde se articulan espacios de creación y pensamiento en torno a la crítica, la curaduría, el mercado, el análisis de la producción propia. Allí realizó clínica de obra con Verónica Gómez, y tomó talleres con Mariela Scafati, Natalia Albanese, Santiago Villanueva, Claudia del Río, Fernando Farina, Nancy Rojas, Silvia Gurfein. Realizo taller presencial con Maria Paula Zacharias “Prenso. Luego existo”. Participó de muestras colectivas y realizó tres muestras individuales: Un elefante ocupa mucho espacio (2019), Querides monstruos (2021), Cielo (2022).