Sigue las flechas para desplazarte al ritmo de la música y bailar como un auténtico robot.
Creamos en el suelo un tablero gigante utilizando cinta adhesiva, aprovechando los baldosines para formar una cuadrícula clara.
Dentro del tablero colocamos imágenes relacionadas con el proyecto: animales, personajes, elementos del entorno, símbolos… lo que toque en ese momento en clase.
Los roles se reparten así:
Programador: da las instrucciones.
Robot: las ejecuta paso a paso.
El robot debe moverse casilla por casilla siguiendo lo que indica el programador: avanzar, girar, retroceder… Esta dinámica ayuda a comprender dirección, orientación espacial, conteo, lateralidad y anticipación.
Añadimos tarjetas de flechas para que planifiquen el camino antes de ejecutarlo. Programan la ruta, la prueban y corrigen si es necesario. Esto consolida la idea de secuenciar y anticipar.
Después de vivirlo en grande, podemos integrar actividades más concretas:
mini-tableros para programar recorridos con fichas
tarjetas de retos (“llega a…”, “evita…”, “recoge…”)
secuencias incompletas para terminar
rutas para autocorregirse
laberintos simples en papel
Estas actividades permiten afianzar la secuenciación, la orientación espacial y la planificación, preparando al alumnado para usar el robot con autonomía y seguridad.
Sigue las flechas para desplazarte por el tablero y recoger todos los frutos del otoño.
Próximamente
Cuando ya comprenden cómo se mueve un “robot”, utilizan Beebot o Bluebot en tableros.
Los tapetes pueden ser temáticos: animales, comunidad, mapas, estaciones, cuentos… siempre conectados con el proyecto del aula para dar más significado al aprendizaje. Incluso se les pueden añadir QR que al escanearlos se conviertan en vídeos.
Aplican lo aprendido: planificar, probar, ajustar y repetir.