Es un procedimiento médico en el que se introduce un tubo a través de la piel para drenar líquidos acumulados en el abdomen, como abscesos (colecciones de pus), quistes o líquidos inflamatorios. Este procedimiento se realiza con la ayuda de imágenes de ultrasonido o tomografía para guiar la colocación precisa del tubo de drenaje.
Abscesos abdominales: Acumulaciones de pus en el abdomen o dentro de órganos tales como hígado, bazo, riñón, debido a infecciones o posterior a cirugías debido a la entrada de gérmenes o salida de bacterias del intestino.
Quistes complicados: Quistes que se han infectado o que están causando síntomas tales como compresión extrínseca de órganos vecinos.
Líquidos acumulados: Como ascitis complicada (líquido en el abdomen) que no se puede manejar con medicamentos.
Fugas anastomóticas: Fugas de líquido intestinal tras cirugía abdominal.
Trastornos de coagulación no controlados: Riesgo elevado de sangrado.
Inaccesibilidad del absceso: Si no se puede llegar con una aguja hasta la zona donde se encuentra el absceso de manera segura, debido a interposición de otros órganos
Colecciones muy pequeñas: A veces no es práctico drenar colecciones muy pequeñas que pueden resolverse con antibióticos (<3 cm), en estos casos el riesgo supera al beneficio.
Preparación: Se realiza una evaluación con imágenes previas como ultrasonido o tomografía.
Sedación: muy necesario debido a que se requiere que el paciente no se mueva en lo absoluto durante el procedimiento para poder realizar la punción con gran precisión.
Guía por imagen: Se usa ultrasonido o tomografía para guiar la aguja hacia la colección.
Punción: Se inserta una aguja a través de la piel hasta la colección.
Colocación del tubo: Se introduce un catéter para drenar el contenido.
Drenaje Percutáneo:
Menos invasivo: No requiere incisiones grandes o reintervenciones quirúrgicas
Anestesia local o sedación: Ideal para pacientes con alto riesgo quirúrgico.
Recuperación rápida: Menos tiempo de hospitalización y recuperación más corta.
Cirugía Laparoscópica:
Requiere anestesia general.
Más invasiva, pero permite visualización directa y limpieza del área afectada.
Recuperación más larga (semanas).
Cirugía Abierta:
Más invasiva y reservada para casos donde el drenaje percutáneo o laparoscópico no es viable.
Recuperación prolongada (semanas a meses).
Infección en el sitio del catéter: 5-10%.
Sangrado: 1-2%.
Lesión a órganos cercanos: <1%.
Fallo del drenaje: Ocurre si el drenaje no puede vaciar completamente la colección, en este caso puede requerir nuevos drenajes, sobre todo cuando el contenido a ser evacuado es muy denso y un solo catéter no es suficiente, por ende hay que agregar un segundo o tercer catéter para poder realizar lavados.
La recuperación varía según el tamaño y la naturaleza de la colección, pero generalmente es más rápida que con la cirugía abierta. La mayoría de los pacientes experimentan mejoras en días a semanas.