¿Cómo era la vida en España a finales del siglo XIX?
Para imaginar la España de hace un siglo, tenemos que pensar en la época de nuestros bisabuelos. Había una tremenda diferencia entre lo que era la población del campo, que era la inmensa mayoría, y la de las ciudades. Pero con excepción de Madrid o Barcelona y algunas otras ciudades, la mayor parte de la población es población campesina, mayoritariamente analfabeta.
En aquella España no existen prácticamente carreteras. El único transporte se hace por medio de carros y recuas de animales. Tampoco hay electricidad. La vida difiere poco de la que se podía hacer unos 600 ó 700 años antes. Tasas tremendas de analfabetismo y una sanidad que se caracteriza por numerosas enfermedades infecciosas.
Abundan los casos de tuberculosis, cólera y difteria. Hay hambrunas en aquellas regiones en las que las cosechas son malas. Hay unas tremendas tasas de sarampión. Prácticamente la mitad de la población infantil no sobrevive a los primeros meses de la infancia.
Es normal trabajar entre 10 y 13 horas diarias. No hay una edad mínima para trabajar, dándose con frecuencia la explotación infantil en el trabajo cotidiano. Niños de 7 u 8 años desmotando azafrán, vendimiando o penetrando en estrechos túneles de las minas "favorecidos" por su pequeño tamaño.
Los españoles gastan el 75% de sus ingresos en comida. Si tenemos en cuenta que ahora apenas gastamos una media del 10% en comida, es fácil hacerse una idea de las nulas comodidades existentes en los hogares.
Hoy día casi ningún habitante de la España actual se imagina su casa sin frigorífico o lavadora, pero probablemente sus bisabuelos ni siquiera llegaron a conocer estos aparatos, pues se difundieron a mediados del siglo XX. Incluso objetos tan simples como las cerillas no aparecieron hasta el siglo XIX y otros muchos -camas, armarios, cubiertos-, aunque existían, eran tan caros que sólo una minoría disponía de ellos en sus domicilios. Así era la vida doméstica antes del confort.
Nunca ha cambiado la vida tan rápido como en el siglo XX. Pocos podían imaginarse a principios de siglo el alcance de los adelantos tecnológicos y sociales de los que disfrutamos hoy en día.