Y los padres, ¿qué?
Pues los padres por lo general nos llevamos un disgustazo, por decirlo de un modo suave.
Yo tuve "la suerte" de que tenía un hermano que a los veintitantos debutó con la diabetes tipo 1 y, aunque ya tenía su vida independiente cuando pasó, recordaba bastante los días del ingreso, los síntomas, lo que costó estabilizarlo, que se pincha siempre antes de comer, etc... Eso hizo que, al menos los primeros días, lo asumiera un poco mejor, porque ya hacía bastantes días que me rondaba por la cabeza y lo estaba viendo venir..., lo que me dio un poco de margen para mentalizarme, aunque fuera de forma inconsciente. Es curioso cómo trabaja la cabeza por libre.
Aunque el día que llevé a Sergi a la pediatra pensaba "por favor que no sea, por favor que me esté equivocando, por favor que sea algo más leve". Pero no. Por desgracia no me equivocaba: era diabetes tipo 1. Para el padre fue peor porque cuando yo se lo insinuaba él decía que no, que cómo podía pensar eso. A él le costó un par de días asumirlo, aunque no entró en la fase de negación en la que piensas que todos se equivocan, que tiene que ser un error. Los dos somos muy prácticos y enseguida nos pusimos las pilas para saber más y para sacar adelante el tema.
El primer día en el hospital fue muy duro para mí: es el padre de Sergi quien suele ir a la pediatra y a poner las vacunas con él. Él siempre quiere estar presente. Al principio, cuando era más pequeñito, solíamos ir los dos, pero después, y en vista que él prefiere estar siempre y que no hace falta que estemos los dos, yo ya no voy, a no ser que él no pueda. Tengo un hijo mayor y todo eso yo ya lo he vivido, o sea que le cedo la experiencia y el drama. Sé que a Sergi le cuesta el tema vacunas, siempre vuelve contando lo mal que lo pasa. Y ahora que han empezado a ponerlas en el cole, Sergi se pasa la semana anterior sufriendo sólo por pensar que se acerca la fecha.
Volviendo al primer día en urgencias, a Sergi le dan pánico las agujas y no paraban de entrar a hacerle análisis, las vías... Eso fue lo peor. Sufres cuando ves que ellos sufren y tú no puedes hacer nada y, además, intentas hacer broma y quitarle hierro para que él lo lleve mejor. Me hubiera cambiado sin pensarlo por él. Pero fue tan valiente... No sé de dónde sacó fuerzas, pero casi ni se quejó. Estuve súper orgullosa de él.
Después, cuando ya estás en planta, es un bombardeo tal de información que te supera. Pero, claro, quieres irte rápido, por lo que cuanto antes lo asumas todo, lo aprendas y lo gestiones tú, antes te dejan marcharte. O sea, que a ponerte las pilas toca. Sergi ingresó un lunes y el viernes ya estábamos en casa. No sé si es verdad, pero nos dijeron que lo normal eran 7 días. Supongo que dependerá del ritmo que cojas y del miedo que tengas a enfrentarte tú con todo. Porque, claro, en el hospital todo se puede preguntar, ellos te ayudan con todo, y en casa es otra cosa. Pero como en casa en ningún sitio. Sobre todo, porque en el hospital no se duerme con tanta interrupción para pruebas, medicación, etc... Ni Sergi ni su padre, que se quedaba por la noche, ni yo en casa demasiado, la verdad, porque te pasas las horas sufriendo.
Te cuentan cómo poner la insulina, las cantidades, la comida, las raciones que tiene que hacer, las hipoglucemias, las hiperglucemias, lo que hace que suba, que baje,..., todo eso mientras intentas estabilizar a tu hijo. Te sientes tan superado que crees que no vas a poder con todo. Entre lo cansado que estás y tanta información, tienes un cacao en la cabeza.
La parte positiva y que se agradece es que, aunque por las restricciones por la COVID solo permiten un acompañante, hacen excepción en los pases del médico y la dietista en los casos de diabetes 1 pediátricos y permiten estar los dos padres. Y la verdad es que es necesario. A mí, el estrés hace que las cosas se me olviden, (y creo que nos pasa a muchos), y, al menos, al estar los dos padres presentes cundo te explican, cuando uno no se acuerda de algo se acuerda el otro. Nosotros hemos tenido un gran equipo médico, están súper pendientes, cualquier duda mandamos un correo electrónico y nos contestan enseguida. La verdad es que se agrade un montón, porque se te generan tantas dudas... Y llegas a casa a los pocos días, y pon en práctica todo lo aprendido. O inténtalo, porque, claro, el margen que tienes de error es la salud de tu hijo y quieres que esté todo perfecto. Y quieres estar en todas partes, en el trabajo, pero también en las hipoglucemias y en las comidas. La aplicación del móvil te vuelve loco, todo el santo día pitando.
Hay una estadística sobre las separaciones: según un estudio, un 31% de las parejas no supera una enfermedad grave, y no me extraña! Es tal el nivel de estrés, de exigencia, de manera de gestionar las cosas que tenemos cada uno, que, la verdad, ¡no me extraña! Yo tengo un componente muy psicosomático, lo mental me afecta a lo físico, si estoy mal me encuentro fatal, con lo cual todo me cuesta más. Y soy muy perfeccionista. Vaya, que lo tengo todo para llevarlo fatal. Nosotros como padres/pareja creo que lo hemos superado, aunque los primeros meses lo pasamos fatal como pareja, estábamos continuamente enfadados y súper irritables: yo había entendido una cosa, y él otra, o yo pensaba que teníamos que hacer tal y él cual. Y así todo el rato. A eso súmale el estrés y los nervios a flor de piel, la sensibilidad, las palabras, los contextos, pues el cóctel perfecto. Y aunque intentábamos estar bien por Sergi, para que no se viera afectado, no lo conseguíamos, ¡los nervios nos podían!
Poco a poco, con buena voluntad, fuimos dejando que el otro asumiera momentos de crisis sin intervenir. Cuando interviene uno, no lo hace el otro. Y así nos ha funcionado. Al principio cuesta, porque uno quizás lo haría diferente, pero toca esperar, porque sí hay margen para el error y, aunque no lo parezca, al principio esto tiene mucho de ensayo/error, como todo en medicina. Sí que hay que buscar que esté siempre lo más estable posible, pero hay tantos factores que influyen y que no puedes controlar, entre ellos los nervios de Sergi, el cansancio, que comiendo lo mismo y haciendo lo mismo unas veces sube más otras menos, y no sabes por qué. A veces hacemos broma, pero nos pasa de verdad que cuando le decimos: "va Sergi, salgamos a andar", la glucemia baja en picado!
Está claro que todo no se puede controlar, o sea que paciencia. Lo haremos tan bien como podamos y tú también, seguro!
Luci madre de Sergi.