Samhain

El Samhain, en las culturas idoeuropeas de raíz celta, representa el final del verano y la entrada de la estación oscura. En estas épocas, las ánimas de los difuntos tornan a codearse con los vivos y a recorrer los caminos y casas donde habitaron

En Asturies este retorno de las ánimas ha dejado una serie de costumbres que se han conservado hasta hace unas décadas, o que todavía perviven restos de ellas hoy en día. En nuestra tierra vienen vinculadas a denominaciones propias, como noche de ánimas, de difuntos, Día de Tolosantos…

En el día anterior al de los difuntos o Tolosantos, se hacían “magüestos” y se dejaban castañas para que cuando las ánimas pasaran por el lugar pudieran reponer fuerzas de su viaje de ultratumba. En la noche de ánimas, se dejaban herradas con agua para que mataran la sed, comida para que aplacaran la hambre y el hogar encendido para que calentaran. Se prendían calaveras hechas con calabazas o nabos y se asentaban en los prados, huertas, cruces de caminos, corredores de las casas, etc., para guiarla en su retorno con sus familias.

A raíz de lo anterior, La Güestia, una hermandad de almas en pena, andaba en procesión por ahí. El encontrarse con ella podía tener consecuencias fatales y era, por lo tanto, terrible, aunque había una serie de actos que se podían hacer para librarse de ellas, como hacer un círculo en el suelo y meterse en él sin mirar o echarse boca abajo. Quizá en ese miedo a encontrarse con la Güestia esté el origen de la costumbre a disfrazarse de manera fantasmal y utilizar velas o las calaveras vegetales

Tenemos entonces en nuestra cultura toda una serie de costumbres vinculadas con el retorno de las ánimas, eje central de las celebraciones del Samhain europeo -plasmado entre nosotros en la noche de animas y el día de difuntos.