Las crisis complejas se caracterizan por la fragilidad estructural a largo plazo, la inestabilidad y los períodos recurrentes de crisis agudas. Por lo tanto, requieren centrarse tanto en el fortalecimiento de los sistemas de salud como en la resiliencia de las comunidades para que puedan hacer frente a la fragilidad subyacente y estar mejor preparadas para nuevos choques, al tiempo que responder a las necesidades agudas inmediatas de la población afectada.
La multiplicidad de causas, que se encuentran en la interacción de diversos factores políticos, económicos y socioculturales generan situaciones de conflicto difíciles de resolver y que por ello se prolongan en el tiempo afectando en todos los aspectos de la vida de las personas que las sufren.
Entre las crisis complejas, las olvidadas/desatendidas se enfrentan al reto adicional de la fatiga y la pérdida de interés de los donantes, los medios de comunicación y la comunidad internacional, lo que afecta directamente la capacidad de respuesta de los actores humanitarios y disminuye la probabilidad de alcanzar soluciones duraderas.