La historia de las traducciones bíblicas al español representa no solo una hazaña lingüística y cultural, sino también un acto de fe, resistencia y compromiso teológico. Desde los primeros intentos medievales hasta las versiones reformadas del siglo XVI, el acceso a las Escrituras en lengua vernácula ha sido fundamental para la edificación doctrinal y devocional del pueblo hispanohablante.
La Biblia Alfonsina (siglo XIII) Bajo el mecenazgo del rey Alfonso X el Sabio, se promovió la traducción parcial de la Biblia al castellano. Aunque realizada desde la Vulgata latina, esta obra refleja un temprano interés por llevar el texto sagrado al pueblo en su lengua propia, en un contexto todavía controlado por la Iglesia Romana.
La Biblia de Alba (1430) Encargada por el duque Luis de Guzmán al rabino Moisés Arragel, esta traducción de la Biblia hebrea al castellano es significativa por su enfoque judeocristiano. Incluye abundantes glosas y comentarios rabínicos, revelando la complejidad interreligiosa de su tiempo.
La Biblia del Oso (1569) Traducida por Casiodoro de Reina, exmonje jerónimo y teólogo reformado, esta fue la primera traducción completa de la Biblia al español desde los textos originales en hebreo, arameo y griego. Publicada en Basilea, Suiza, en un ambiente hostil hacia los protestantes españoles, la obra representa un hito no solo en la historia de la traducción bíblica, sino en la afirmación del principio reformado de Sola Scriptura. Su sobrenombre proviene de la portada alegórica que muestra un oso extrayendo miel de un panal, símbolo del anhelo del alma por la dulzura de la Palabra de Dios (cf. Salmo 119:103).
La Biblia Reina-Valera (1602 y revisiones posteriores) Revisada por Cipriano de Valera, compañero de Reina y también teólogo protestante, la edición de 1602 pulió el estilo y mejoró la precisión del texto. Esta versión, conocida como Reina-Valera, ha sido objeto de múltiples revisiones (1862, 1909, 1960, 1995, entre otras), conservando un lugar preeminente en el protestantismo hispano como la traducción más emblemática y doctrinalmente sólida para las iglesias reformadas y evangélicas.
Desde una perspectiva teológica, la revisión de 1960 de la Reina-Valera se ha consolidado como la versión más leída, memorizada y predicada en el ámbito protestante de habla hispana. Su fidelidad textual, su equilibrio entre reverencia y claridad, y su coherencia doctrinal la han hecho el equivalente hispano de la King James Version inglesa.A diferencia de versiones más recientes influenciadas por la crítica textual liberal, la RVR60 conserva una base textual tradicional (Textus Receptus en el NT y el Texto Masorético en el AT), lo que refuerza su autoridad en contextos teológicamente conservadores.
El acceso a la Biblia en el idioma del pueblo no fue un lujo literario, sino una necesidad espiritual impulsada por el Evangelio. Las traducciones al español no solo democratizaron el acceso a la Palabra de Dios, sino que fueron instrumentos de reforma, renovación y resistencia frente a estructuras religiosas opresivas. Desde Casiodoro de Reina hasta las revisiones modernas, la tradición bíblica hispana sigue siendo un testimonio del principio reformado de que la Palabra de Dios, clara y suficiente, debe ser proclamada, entendida y obedecida por todos los creyentes, en su propia lengua, para la gloria de Dios y la edificación de Su Iglesia.
"Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí"