PREGUNTÉMONOS:
¿Qué es Laudato Si’?
Laudato Si’ es una encíclica del Papa Francisco publicada en mayo de 2015. Se centra en el cuidado del entorno natural y de todas las personas, así como en cuestiones más amplias de la relación entre Dios, los seres humanos y la Tierra. El subtítulo de la encíclica, «El cuidado de nuestra casa común», refuerza estos temas clave.
Una encíclica es una carta pública del Papa que profundiza en la doctrina católica sobre un tema, a menudo a la luz de los acontecimientos actuales. Laudato Si’ se dirige a «cada persona que habita este planeta» (LS 3). Por lo tanto, se ofrece como parte de un diálogo continuo dentro de la Iglesia Católica y entre los católicos y el mundo en general.
¿Qué significa Laudato Si’?
El título de una encíclica suele extraerse de las primeras palabras del documento. Es decir, las encíclicas no reciben un título temático, sino que se nombran por su frase inicial, que suele sugerir un tema principal de la obra.
Las primeras palabras de Laudato Si’ son en italiano y se traducen como «alabado seas». Forman parte de una cita del «Cántico de las criaturas» de San Francisco de Asís que abre la encíclica en la que el santo alaba a Dios meditando sobre la bondad del sol, el viento, la tierra, el agua y otras fuerzas naturales.
La elección de este pasaje para comenzar Laudato Si’ es un recordatorio de cómo las personas de fe no sólo deben respetar la Tierra, sino también alabar y honrar a Dios a través de su compromiso con la creación.
Resumen de Laudato Si’: ¿Cuáles son las principales secciones de Laudato Si’?
Laudato Si’ está dividida en seis capítulos, cada uno de los cuales puede leerse en una sesión de 20 a 30 minutos. La encíclica completa está disponible en el sitio web del Vaticano.
El primer capítulo, «Lo que le está pasando a nuestra casa común», resume el alcance de los problemas actuales relacionados con el medio ambiente. Entre los temas tratados se encuentran la contaminación, el cambio climático, la escasez de agua, la pérdida de biodiversidad y la desigualdad global.
El segundo capítulo, «El Evangelio de la Creación», se basa en la Biblia como fuente de conocimiento. Los relatos de la creación del Génesis se interpretan como una orden de cultivo responsable y protección de la naturaleza. Los intentos pasados de justificar el dominio absoluto del hombre sobre otras especies «no son una interpretación correcta de la Biblia» (LS 67). El mundo natural se presenta además como un don, un mensaje y una herencia común de todos los pueblos.
«Capítulo 3: Raíz humana de la crisis ecológica» explora las tendencias sociales y las ideologías que han causado los problemas medioambientales. Entre ellas se encuentran el uso irreflexivo de la tecnología, el impulso de manipular y controlar la naturaleza, la visión de los seres humanos como algo separado del medio ambiente, las teorías económicas de enfoque estrecho y el relativismo moral.
El «Capítulo 4: Una ecología integral» presenta la principal solución de la encíclica a los actuales problemas sociales y medioambientales. La ecología integral afirma que los seres humanos forman parte de un mundo más amplio y pide «soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales» (LS 139). Mientras que el estudio de los ecosistemas es bien conocido en la ciencia de la ecología, la ecología integral amplía este paradigma para considerar las dimensiones éticas y espirituales de cómo los seres humanos deben relacionarse entre sí y con el mundo natural, basándose en la cultura, la familia, la comunidad, la virtud, la religión y el respeto por el bien común.
«Capítulo 5: Algunas líneas de orientación y acción» aplica el concepto de ecología integral a la vida política. Pide acuerdos internacionales para proteger el medio ambiente y ayudar a los países de bajos ingresos, nuevas políticas nacionales y locales, una toma de decisiones inclusiva y transparente, y una economía ordenada al bien de todos.
Por último, el «Capítulo seis: Educación y espiritualidad ecológica» concluye la encíclica con aplicaciones a la vida personal. Recomienda un estilo de vida centrado menos en el consumismo y más en los valores intemporales y duraderos. Pide una educación medioambiental, la alegría por el entorno, el amor cívico, la recepción de los sacramentos y una «conversión ecológica» en la que el encuentro con Jesús lleva a una comunión más profunda con Dios, con los demás y con el mundo de la naturaleza.
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