PREGUNTÉMONOS:
Lee el siguiente texto detenidamente... en clase con la orientación del docente responderemos algunas preguntas.
Los cristianos, movidos por la experiencia del amor de Dios que se revela en Jesucristo, tenemos una oferta para los hombres y mujeres: manifestarles que nuestra vida tiene sentido cuando se entrega al servicio de los demás, sobre todo de los más necesitados.
Santa Teresa de Calcuta es un ejemplo extraordinario de esta forma de entrega. Agnes Gonxha Bojaxhiu, su verdadero nombre, nació el 26 de agosto de 1910 en Macedonia, en la península de los Balcanes. Cuando tenía 18 años, Agnes dejó su casa para ingresar al Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. En 1946, se entregó de un modo más radical a vivir el amor a Jesús en el servicio a los demás. En 1950, fundó una congregación religiosa denominada las Misioneras de la Caridad, dedicada al servicio de los más pobres.
En palabras suyas: “Veo a Dios en cada ser humano. Cuando lavo las heridas de los leprosos, siento que estoy curando al mismo Señor”. “El sentido de cada vida humana lo da la medida del amor, el que damos y el que recibimos”. “La más terrible pobreza es la soledad y el sentimiento de no ser amado”. “La más grande enfermedad hoy en día no es la lepra ni la tuberculosis, sino el sentimiento de no ser reconocido”.
Durante sus últimos años, santa Teresa de Calcuta continuó respondiendo a las necesidades de los más pobres. Murió el 5 de septiembre de 1997. El 20 de diciembre de 2002, el papa Juan Pablo II la beatificó. El 4 de septiembre de 2016 fue declarada santa. El legado de santa Teresa de Calcuta sigue vivo en las Misioneras de la Caridad. El objetivo de la congregación es cuidar de “los hambrientos, los desnudos, los sin hogar, los lisiados, los leprosos; toda esa gente que se siente indeseada, rechazada, sin cariño, para traerlos de vuelta a la sociedad, esa sociedad para la que se han vuelto una carga y los evita”.
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