Evaluar el papel de la Iglesia como pueblo profético, desde su experiencia personal, social y el testimonio de las primeras comunidades cristianas, para compartir el compromiso eclesial de construir un mundo solidario y en paz de Dios.
Valorar las relaciones que existen entre los jóvenes y la Iglesia, por medio del reconocimiento de sus características y la consulta de diversas fuentes, con el fin de analizar críticamente cada postura.