Quién nos iba a decir que viviríamos una pandemia mundial dónde, toda nuestra vida y profesión, daría un giro de 180º.

La llegada del Covid-19, ha dejo constatado, que a pesar de la implementación de las nuevas tecnologías en el aula, las TICs, el uso de materiales y soportes digitales, etc., no era suficiente para lo que se nos venía encima, pasar a una modalidad virtual de manera global.

Todos tuvimos que adaptarnos y renovarnos casi de manera inmediata, dejándonos poco tiempo para ensayos y errores, realizando un esfuerzo muy importante para intentar solventar los problemas que se acumulaban a diario y otros que ya existían en la educación y de los cuales, no éramos conscientes hasta hoy.

Creo que lo más difícil ha sido luchar día a día para que los alumnos siguiesen aprendiendo, ofreciéndoles toda la atención educativa posible e intentando, que el retraso que la situación que estábamos viviendo pudiese suponer, fuese el menor. Podemos sumar también, el tener que inventar constantemente actividades, cambiar nuestras metodologías y además el cómo evaluar los aprendizajes que los alumnos estaban adquiriendo en esos momentos.

Al principio de este curso, podemos decir que volvimos a la "seminormalidad" (la mascarilla ya forma parte de nuestro outfit), pero tuvimos que enfrentarnos al reto de la semipresencialidad por un tiempo, de nuevo, tuvimos que enfrentarnos al cómo compaginar las clases presenciales con las clases online, sin que nuestros alumnos perdiesen el hilo de la materia o también, el cómo hemos implementado el uso de diferentes plataformas educativas para evitar el mayor contacto con papeles, en el envío y corrección de actividades.

Pero no todo es negativo, ya que creo que ha sido un gran reto que nos ha servido o nos está sirviendo para aprender, renovarnos, preguntarnos acerca de la educación y el cómo enfocar nuevas metodologías en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Cada vez, nos atrevemos más a crear y a innovar, y creo que es algo que ya no podemos dejar de lado.